Antoine Fuqua une fuerzas una vez más con su actor fetiche que es Denzel Washington para esta explosiva secuela de El Justiciero 2.

En esta oportunidad volvemos a ver Robert McCall (Denzel Washington) que sigue impartiendo justicia tanto en su país como fuera de el. Pero hay algo que lo motivará aún más, ya que un incidente hará que se enfrente a fantasmas de su pasado y armar una guerra personal contra los que iniciaron su motivación.

Antoine Fuqua abordó a McCall desde un lado más humano y cerrando varios interrogantes del personaje. Se lo ve más calculador y efectivo a la hora de accionar y ve la manera de solucionar los problemas que le llegan. También la justicia la imparte a través de encarrilar la vida de un joven que estaba camino a terminar en una pandilla.

Washington sabe cómo pasar del drama a la acción y eso es un punto a favor de la película. Lo interesante es que la película se va gestando como lo hace una tormenta, en todo momento se ve que el clima se va enrareciendo hasta terminar en esa lluvia intensa, con vientos y rayos que explican a la perfección la ira que va juntando McCall a lo largo de la cinta.

Otro punto a favor es la acción que se lleva a cabo, esa que se vio perdida por la llegada de los excesivos efectos digitales y se pudo ver coreografías de peleas de la vieja escuela.

Disfrutable y buena secuela que concluye la historia de este justiciero.

Califiacación: Buena.