El museo Santa Maria de Novella, en la ciudad italiana de Florencia alberga la única Última Cena pintada por una mujer de la época. Su nombre era Plautilla Nelli, era monja dominica y aprendió a pintar de forma autodidacta.

La pintura permaneció allí escondida hasta 1983, cuando el histórico refectorio abrió como un museo. De hecho, aún con el museo abierto seguía sin mostrarse al público, hasta que en 1990 Nelson hizo cambiar de actitud a los monjes. El lugar escogido para ubicarlo fue en el mismo museo de Santa Maria Novella con la intención de seguir formando parte del complejo. Además, cuenta con un refectorio suficientemente grande para albergarlo, donde también se encuentra otro cuadro de esta escena de Alessandro Lori, contemporáneo de Nelli, con el que se establece un diálogo pictórico.

Acabada alrededor del año 1568, la Última Cena de Nelli destaca por varias razones. A parte de ser el primer cuadro conocido sobre esta escena bíblica pintado por una mujer, también lo hace por la técnica pictórica empleada. En Florencia se han encontrado ocho pinturas de la famosa escena bíblica, de las cuales seis son frescos, pero Nelli la pintó sobre una tela. Esto ofrece la posibilidad de ser reubicada más fácilmente que los frescos. Ambas razones ayudan a explicar por qué ha permanecido a lo largo de los siglos y por qué no se había sabido de su existencia públicamente hasta ahora.

También las dimensiones son impresionantes. Con una longitud de 7 metros de largo y 2 metros de alto, se convierte en una obra de grandes dimensiones que permitieron a Plautilla Nelli pintar los personajes a escala humana. Teniendo en cuenta que la de Leonardo da Vinci mide 8,8 metros de largo y 4,6 metros de alto, Nelli consiguió elaborar una obra de gran tamaño y calidad sin haber estudiado pintura.

Advancing Women Artists (AWA), una fundación de mujeres restauradoras, se encargó de la restauración y la reubicación de la pintura. Es interesante mencionar como las reformas de Napoleón proporcionaron a AWA una justificación legal para trasladar la pintura a un museo: según la ley de represión de Napoleón, la Última Cena se convirtió en propiedad pública cuando se retiró del convento al que pertenecía antes de llegar al refectorio.

Hay que añadir que esta Última Cena es la única obra permanente de una mujer en Santa Maria Novella y que con su ubicación, se pretende establecer un nuevo diálogo narrativo sobre el Renacimiento en el que más mujeres artistas tengan cabida.

A inicios del siglo XX, el historiador de arte Jonathan Nelson estaba trabajando en el primer libro dedicado a Nelli cuando sintió la necesidad de averiguar si su pintura sobre este famoso episodio de la Biblia todavía existía y dónde podía estar. Trató de encontrarla en el actual museo de Santa Maria Novella, pero al no dar con ella, pidió permiso para entrar en el monasterio. Y lo encontró allí, concretamente en el refectorio, una pequeña cafetería que usaban las monjas y los monjes para comer, tradicionalmente decorado con una pintura de la última cena. Lo que sorprendió a Nelson fue no encontrar una sala digna de ser visitada, sino una habitación moderna con un cuadro Renacentista en la pared bajo el que colocaban las bandejas de comida. Y resultó ser el de Nelli.