Astor Piazzolla nació en un momento equivocado, aún así revolucionó la música popular en una época en donde meterse con ciertos géneros era imposible.

Con un estilo único el gran Piazzolla supo experimentar con nuevos sonidos y técnicas que lo modernizaron y trascendió aún más en todo el mundo.

Es por esto que el director Daniel Rosenfeld decidió entrar en la vida de este enorme músico, que lograba su inspiración mientras practicaba su hobby: la pesca de tiburones.

El Cine Público El Cairo brindará una función especial del documental «Piazzolla: los años del tiburón», el próximo sábado 20 a las 20.30, en la que contará con la presencia de realizador y la intervención de un bandoneonista antes de la proyección.

Rosenfeld dialogó con Conclusión acerca de la película. «La película da cuenta de todos los matices que tiene una persona», dijo. Inició el diálogo comentando que esta película no era netamente periodística, sino que el hallazgo de Astor eran las charlas que mantenía con su familia.

—¿Cómo fue la experiencia de entrar en el mundo de Astor Piazzolla?

—El primer encuentro que tuve con Piazzolla fue musical, cuando estudiaba música, piano y composición. Después con mi primer largometraje que se llamó «Saluzzi, ensayo para bandoneòn y tres hermanos». Ahí conocí a Daniel, su hijo, y me dijo que nadie había hecho una película sobre su papá cuando estaba en vida. Y lo conocí más cuando salimos de gira mientras filmaba esa película

—¿Fue iniciativa tuya en hacer esta película o desde que empezaste a escuchar las anécdotas de Daniel?

—Fue como una serie de casualidad porque siempre el tema de los derechos y herederos es muy complejo. Pero en este caso me senté con Daniel a partir de una película que produje que se llamó «La calle de los pianistas», donde le pedí autorización porque alguien interpretaba a Piazzolla. De ahí reflotó el proyecto, no era que quería hacer una película sobre Piazzolla en sí misma. Al que le gusta Piazzolla tiene que escuchar su música, no necesariamente este era el asunto. Pero sí lo fue cuando vi que había un caudal de material íntimo de cómo alguien crea un alfabeto musical, las relaciones familiares, el amor y el desamor, me convencieron de que había un punto de vista fuerte para hacer una película donde no hubiera gente hablando de él, sino que sea Piazzolla por Piazzolla.

—¿Te sorprendió mucho la vida de Astor a medida que revisabas el material?

—Sí, sobre todo al comprobar esa idea preconcebida que tenía de una nostalgia por Buenos Aires y Mar del Plata , pero en mayor medida lo tenía por Nueva York. Pasó gran parte de su infancia en Nueva York y la película hace eso.

—Lo que también llama la atención su fanatismo por la pesca de tiburones.

—Sí, era difícil encontrar esos materiales. Me fui a Uruguay y estuve con el hijo de Dante Rinaldi que lo llevaba a pescar, con gente que también pescaba con él y se encontraron unos negativos de una fotos que había sacado Rinaldi. Ahí se lo puede ver con una remera rayada que, casualmente, era similar a una que vestía Picasso en aquella época.  Hay un audio de Astor que decía que si Picasso tuvo su época con «Azul», su momento más creativo era la» época del tiburón». Astor le gustaba pescar y era el momento en donde muchas ideas se le venían a la cabeza.