Pudo haber quedado en la memoria colectiva por esa combinación inconfundible de peluquín, cigarro y frac, pero a 20 años de su muerte Tato Bores tiene ganado un lugar en la historia con un cetro que nadie pudo arrebatarle: el de rey del humor político.

Mauricio Borenstein, Tato, dejó de ser un desconocido contador de chistes cuando en 1945 el guionista Julio Porter le puso el seudónimo que lo acompañaría por siempre y comenzó a trabajar en radio Splendid junto a otro gran humorista, Pepe Iglesias, «El Zorro».

Miembro de una familia judía humilde, Tato Bores había nacido en Buenos Aires el 27 de abril de 1927 -falleció a los 68 años el 11 de enero de 1996- y tras dejar inconcluso el colegio secundario tuvo su primer acercamiento al arte a través de la música.

De la radio no tardó en pasar al teatro y al cine, donde en su primera década de carrera profesional participó de una decena de películas, asumiendo tanto papeles dramáticos como de comedia.

Ya en la década de 1950 llegó a las grandes salas teatrales, como El Nacional y el Maipo, y en plena temporada en este último reducto se casó, el 12 de mayo de 1954, con Berta Szpindler.

Como a tantos otros artistas, la consagración le llegó de la mano de la televisión: entre 1957 y 1960 hizo por Canal 7 «La familia Gesa», junto a otro gran humorista, Dringue Farías, y la cantante Virginia Luque.

Por el mismo canal, en 1957 apareció por primera vez con la imagen con la que pasaría a la posteridad -frac, peluquín y cigarro- en el ciclo «Caras y morisquetas», con libretos de Landrú.

En 1960 comenzó por Canal 9 un programa propio «Tato, siempre en domingo», que le deparó un premio Martín Fierro por mejor labor cómica y lo convirtió en un clásico del humor político, más allá de los cambios de emisora y elenco, y siempre caminando por la cornisa para esquivar las censuras y los controles del poder de turno.

A partir de 1976, y con la dictadura militar en el Poder, Tato estuvo dos años alejado de la pantalla, hasta que en 1978 volvió con «Tato para todos», bajo una fuerte censura y grandes presiones. En 1979 fue desactivada una bomba en el palier de su casa.

A principios de la década siguiente se sumó al equipo de guionistas uno de sus hijos Alejandro Borensztein, a quien más tarde le seguiría su hermano Sebastián.

 Un genio del cine y la televisión

Compartió escenarios, estudios de televisión y sets de filmación con grandes figuras de la escena nacional, como Fidel Pintos, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Nélida Lobato, Moria Casán y Norman Briski, entre muchos otros.

Pese a una fructífera carrera cinematográfica inicial, sus últimos trabajos de relevancia se remontan a principios de los 80, cuando hizo dos comedias picarescas en dupla con Olmedo:

«Departamento compartido» y «Amante para dos», ambas con libro y dirección de Hugo Sofovich.

Ya con el regreso de la democracia, su programa se convirtió en un espejo de la opinión pública y sus monólogos lúcidos, ácidos e inapelables sacudieron las estructuras políticas y pusieron en aprietos a más de un funcionario y a muchos dirigentes.

Sufrió presiones de los gobiernos militares, pero también de los democráticos (en los 80, los radicales no le renovaron el contrato para trabajar en televisión, por entonces con todos canales estatales), además del recordado episodio de censura con la jueza María Romilda Servini de Cubría en tiempos de Carlos Menem.

Sin embargo, fueron varios los presidentes que asistieron a sus programas (Raúl Alfonsín, Menem, Fernando de la Rúa), se reunieron o hablaron con él (Arturo Frondizi, José María Guido) o lo invitaron a un evento familiar (Alejandro Agustín Lanusse, al casamiento de una hija).

En 1993, a los 66 años, realizó su último ciclo televisivo «Good Show», emitido por la pantalla de Telefe, y un año más tarde, tras una operación de una hernia de disco, se le informó que no podría volver a trabajar.

Tato padecía un cáncer óseo que le provocaba intensos dolores físicos y, por problemas de movilidad, debía usar un bastón.

Falleció en su departamento del barrio porteño de Palermo el 11 de enero de 1996: este domingo se cumplen 20 años.

En 2006, la Legislatura porteña sancionó una ley para denominar «Tato Bores» a la plaza situada en Avenida Figueroa Alcorta y Avenida de los Ombúes, en los Bosques de Palermo, y en 2013 el Gobierno de la Ciudad lo homenajeó incluyendo una estatua en su honor en la Avenida Corrientes al 1300, a las puertas del Teatro Metropolitan, donde se le ve representado a su clásico personaje, sentado en su escritorio con un teléfono y fumando un habano.