Como parte de un ciclo ascendente que todavía no ha encontrado su techo, Valentín Oliva (Wos) completó esta noche, con todas las entradas vendidas, su segundo y último concierto en el tradicional estadio Luna Park y clausuró un año de alta exposición pública en el que ensayó un salto -en pleno desarrollo- para dejar de ser observado como un «fenómeno social» y convertirse en una referencia estética.

«Caravana», su primer disco, si se admite aún esa conceptualización para un artista que difunde sus lanzamientos en forma fragmentaria, es la herramienta con la que Wos ensaya ese tránsito musical que, a pesar de su incipiente despliegue, ya fue refrendado, progresivamente, en escenarios de capacidad creciente, sin que ninguno le quedara grande.

Su repertorio, mínimo para alimentar un concierto de una duración habitual, sin embargo alcanzó para mostrar y ofrecer un lenguaje cada vez más cercano a las formas clásicas del rap y de progresiva distancia del espíritu, acaso más deportivo que artístico, del freestyle.

«Luz delito», el tema elegido para la apertura en el Luna Park, es la muestra del perfil de compositivo con el que Wos entrega letras cargadas de compromiso y contenido social, a la vez respaldadas por una banda tradicional de guitarra, bajo y batería. En esa encrucijada, en la que enunciar aquello que resulta políticamente correcto puede acarrear un riesgo, Wos parece emerger indemne, con máculas de honestidad, sin impostación.

La noche del Luna Park atravesó diferentes climas. El formato de la canción se cruzó con una secuencia de invitados que citaron diferentes etapas de la acelerada proyección del cantante, de 21 años.

Así, por ejemplo, irrumpió en el escenario Acru, ladero del mundo freestyler; o su padre Alejandro Oliva para un set clave percusiva; también el baterista Tomás Saizz y un cruce con Ca7triel para mostrar una composición inédita.

En esa dinámica, sostenida por una puesta impactante audiovisual, Wos ofreció, también, su palabra comprometida y el público respondió en el mismo lenguaje.

Pero el desenlace fue a pura música y el cierre, celebrado por la multitud, se consumó con «Púrpura».

El público, que cada vez más heterogéneo a medida que Wos crece en masividad, celebra cada paso de la propuesta y allana un camino que conoce sus próximas paradas «Cosquín Rock, La Fiesta del Sol, Lollapalooza), pero que se tiene abierto su destino en la medida que el suceso mediático y popular no despoje a Wos del acto de creación musical, necesariamente solitario y silencioso.