Un informe elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) indicó que las expectativas de cosecha se redujeron a 12,4 millones de toneladas durante la campaña 2021/22, un 30% menos de lo proyectado cuando inició la siembra.
Con las precipitaciones registradas entre el 12 y el 14 de octubre, la estimación producción triguera para el período 2021/22 pasó de las 20,1 millones de toneladas a las 20,7 millones de toneladas.
Debido a la falta de lluvias en la región, los productores del centro y norte provincial utilizaron un 95% de las hectáreas previstas para la siembra de trigo y un 94% de los lotes destinados al cultivo de maíz.
Se da a través de un dispositivo que organiza cultivos intercalados en forma de “hilo de caracol”.
Desde su pico máximo en el ciclo 2014-2015, cuando la soja se sembraba sobre soja casi sin mediar otro cultivo, se pasó a la actual estrategia de sembrar tres cultivos en dos años, de los cuales dos son gramíneas, trigo y maíz.
Cada día, con lo que pensamos, sentimos y hacemos, aunque sea pequeño, podemos estar sembrando un futuro mejor y superador.
De acuerdo con el informe semanal que confeccionan el Ministerio de la Producción provincial y la Bolsa de Comercio de Santa Fe, el cultivo tuvo una superficie sembrada de 378.000 hectáreas, de las cuales se cosecharon 377.500.
Estas cifras se anunciaron días después de que el INTA informó que los procesos de erosión de la tierra afectan al 36% del territorio argentino, e incide en ellos el monocultivo y la falta de rotación.
Desde la Federación de Acopiadores pidieron al ministro de energía que intervenga, ante la restricción del aprovisionamiento de combustible para la producción.
Según la encuesta trimestral que elabora el Movimiento Crea entre sus asociados, el 87% de las empresas agrícolas y el 94% de las ganaderas han registrado impactos negativos por la falta de agua.
Abril arrancó con lluvias que volvieron a tener una cobertura y registros de milímetros que hace cuatro meses y medio no mostraban, informó hoy la Bolsa de Comercio de Rosario
El déficit se comenzó a notar en el maíz, el algodón y el sorgo. Se evidencian secuelas como como marchitamiento de hojas y colores amarillentos de plantas, situación que impactaría directamente en la producción final.