El sector gastronómico se encuentra alerta ante el posible anuncio de nuevas restricciones que busquen disminuir la circulación y la consecuente suba de contagios. Asumen que la situación sanitaria es crítica, pero aseguran que los bares y restaurantes cumplen con los protocolos y no aportan casos a la estadística sanitaria. La principal preocupación de los referentes sectoriales es que, si bien se debaten posibles límites horarios que impactarían en la actividad, no aparece en el debate cuáles serían las medidas económicas paliativas.

Alejandro Pastore, referente del Paseo Pellegrini, fue uno de los representantes del sector gastronómico que ayer mantuvo una reunión el ministro de Trabajo provincial, Juan Manuel Pusineri. En el encuentro, contó el propio Pastore, se abordaron únicamente cuestiones referidas al perfeccionamiento de los protocolos y la dinámica de los controles. «En ningún momento se hizo referencia a restricciones horarias», indicó frente a Conclusión.

Aún así, en el sector no son ilusos. Saben que la ascendente curva de contagios lleva a las autoridades provinciales a evaluar nuevas medidas. Están -dijo Pastore- totalmente a favor de preservar la salud, pero entienden que las restricciones tienen al sector como el principal perjudicado.

«Los rumores de nuevas restricciones están. Sería una medida similar a la vivimos en octubre. Sabemos que es una medida que afecta muchísimo al sector, porque inhibe la posibilidad de aquel que no está cerca de un espacio gastronómico pueda acceder o que lo tenga que hacer con costos muchos mayores para movilizarse en taxi o en transporte», sostuvo el titular de Paseo Pellegrini.

En la tarde del martes hubo una reunión entre el gobernador Omar Perotti y referentes del sector de salud de la provincia. Los expertos le transmitieron al mandatario provincial su gran preocupación por el porcentaje de camas críticas ocupadas, por lo cual le marcaron la necesidad de tomar medidas al respecto.

Entre las recomendaciones está la reducción de horario de cierre de lugares de esparcimiento, cancelar encuentros sociales, culturales, religiosos, sobre todo en espacios cerrados y procurar el teletrabajo en la medida que sea posible.

Según manifestaron desde el sector gastronómico, cualquier disminución en la franja horaria que permite la normal circulación afectará negativamente la economía de los locales. «Aquel que vive en un barrio y tiene que sumar costos extras para acercarse a algún corredor gastronómico, no lo va a hacer. Esto se suma a una caída en la cantidad de clientes que oscila entre un 50 y un 60 por ciento desde marzo del año pasado. Se traslada directamente a la cantidad de locales cerrados», afirmó Pastore.

Sin recursos para aguantar

Los gastronómicos tienen entre sus principales preocupaciones la escasa mención a la situación económica del sector al momento de debatir si se va hacia un escenario de mayores restricciones. La baja en la circulación, resaltan, impacta sobre la facturación, que después pasa a ser insuficiente para sostener un local abierto y, en consecuencia, quedan en peligro miles de puestos laborales.

«Nos surge la preocupación de cuáles van a ser las medidas paliativas. Por un lado, las restricciones se anuncian muy rápidamente, pero los anuncios de cómo se va a asistir al sector y cómo se va a compensar lo perdido, tarda mucho en llegar. Se demuestra cabalmente en los 150 mil puestos de trabajo que perdió el sector hotelero-gastronómico en un año y los 4.500 puestos laborales que se perdieron en los seis departamentos del sur de Santa Fe. Equivale a 40 veces Falabella», ejemplificó Pastore.