El Consulado de Bolivia de Rosario expresa al cumplirse un año más desde que fuera despojada de su mar, «es una herida que no cierra y que es heredada a cada boliviano desde su nacimiento, que compromete la convicción de continuar la lucha por el retorno al mar».

La delegación diplomatica con sede en Rosario al cumplirse un nuevo aniversario de la guerra del pacífico que dejó a esta nación sin acceso al mar, en un comunicado señalaron que «los pueblos del mundo saben hoy a cabalidad que en febrero de 1879, Chile invadió militarmente el puerto boliviano de Antofagasta, sin previa declaratoria de guerra y violando arteramente la frontera acordada con Bolivia en el Tratado de Límites de 1874».

Durante el conflicto y en condiciones de desventaja, Bolivia libró duras batallas para frenar la marcha de las tropas chilenas. Una de ellas fue la Batalla de Canchas Blancas, donde un regimiento conformando en su mayoría por indígenas, tuvo su única victoria frente a los intereses de la oligarquía chilena, salvando al altiplano boliviano del avance del usurpador, continúo el escrito.

«Hoy se conmemora el episodio del 23 de marzo de 1879, cuando un reducido grupo de voluntarios bolivianos se organizaron en Calama a fin de resistir el avance chileno. Entre ellos se encontraba Eduardo Abaroa, quién prefirió entregar su vida en el Puente del Topáter antes que rendirse al enemigo usurpador» y destaca el comunicado «su acto heroico despertó incluso la admiración del invasor e impulsó el coraje de los bolivianos en plena  guerra, legando su ejemplo inmortal a la defensa de la integridad de nuestra Patria».

Sin embargo, Bolivia también contó con un enemigo interno, puesto que la oligarquía minera boliviana ejerció un rol de desestabilización interna en nuestro país, que sólo benefició a Chile en la guerra, todo con el propósito de proteger sus intereses ligados al capital transnacional anglo-chileno.

En 1884, Chile forzó a Bolivia a una tregua bajo la amenaza de continuar la guerra e invadir más territorio. Años más tarde y estando el Litoral boliviano bajo ocupación militar, el país del altiplano tuvo que suscribir el Tratado de 1904, mediante el cual se impuso el dominio chileno sobre los territorios bolivianos ocupados en la invasión, estableciéndose solo a favor de Bolivia un derecho de libre tránsito comercial.

En términos concretos, «arrebatarnos nuestra salida al mar significó privar a Bolivia de los inconmensurables recursos naturales que se encontraban en su territorio y que terminaron impulsando el crecimiento económico chileno. Bolivia perdió riquezas como el guano, el salitre, el cobre y la plata de las minas de Chuquicamata y Caracoles, respectivamente».

En virtud del Tratado de 1904, Bolivia dejó de ser un país costero y se convirtió en un país privado de su Litoral con limitaciones en sus conexiones con el resto del mundo. Este hecho tuvo implicancias negativas en el crecimiento económico y social del país. Se ha calculado que Bolivia pierde anualmente la posibilidad de crecer el 1% del producto interno bruto debido a su condición de enclaustramiento.

Con un proceso de cambio, el año 2009 se pudo constitucionalizar una reivindicación marítima. Así el Artículo 267 de la norma suprema de esta nación establece como un derecho irrenunciable e imprescriptible de Bolivia el contar con un territorio que le dé acceso al océano pacífico y su espacio marítimo.

Esta disposición constitucional determinó también que la solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio, constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano, afirma el comunicado.

«Es con esta convicción, que en abril de 2013 el gobierno de la Revolución Democrática y Cultural decidió llevar nuestro centenario reclamo a la máxima instancia judicial del planeta: la Corte Internacional de Justicia».

Continúo, «lo hicimos guiados por la certeza de que todo compromiso debe ser honrado, más aún cuando este se realiza en representación de un Estado, y por el hecho de que desde 1884 hasta fechas muy recientes, presidentes, cancilleres y embajadores chilenos manifestaron expresamente la voluntad de su Estado para resolver la injusticia del enclaustramiento boliviano».

Se trató de un episodio de nuestra historia en la que todos los bolivianos nos unimos en un solo frente, compartiendo riesgos y esperanzas como pocas veces había sucedido antes, agrega el escrito.

Es importante hacer notar que el fallo de la Corte Internacional de Justicia de 2018, deja claro que entre Bolivia y Chile existe un conflicto pendiente sobre el enclaustramiento marítimo de este país e invoca a la voluntad de ambas partes al diálogo y la negociación, reconociendo que siempre estuvo en el interés de los dos Estados la solución de esta desavenencia histórica.

«Sin considerar clausurada ninguna vía, seguimos buscando alternativas que le permitan a nuestro país insertarse en los mares de ambos hemisferios a través de una agenda que nos integre, en vez de alejarnos, con el resto de la región, consecuentes con el espíritu latinoamericanista que promovemos desde diferentes espacios internacionales y a través de la Diplomacia de los Pueblos», concluyó el comunicado del Consulado de Bolivia con sede en Rosario.