Se cumplen 19 años de aquel 29 de julio del año 2000 en que René Favaloro, sumido en una profunda depresión, se disparó un tiro en el pecho. El médico que revolucionó la cardiología mundial al operar exitosamente, en 1967, con la técnica del bypass intentó sin resultado conseguir ayuda de las autoridades para mantener funcionando a la Fundación Favaloro. Al momento de pedirle al Estado que se ponga al día con las deudas acumuladas, no obtuvo respuesta.

René Gerónimo Favaloro nació el 12 de julio de 1923 en el barrio el Mondongo de La Plata, llamado así porque su población estaba integrada mayoritariamente por trabajadores de los frigoríficos cercanos, que solían recibir mondongo todas las semanas como parte de pago. Hijo de padre ebanista y de madre modista, transitó una cotidianidad en la que los recursos siempre eran escasos. «Desde muy joven había comprendido el esfuerzo que ellos realizaban para darnos sustento y educación», manifestó años más tarde durante una entrevista.

Con ese bagaje en su andar, el médico partió en 1962 rumbo a Ohio, Estados Unidos, para participar en la Cleveland Clinic y perfeccionarse. Allí se desempeñó primero como residente y más tarde como miembro del Departamento de Cirugía Torácica. El respeto de sus colegas no demoró en llegar.

El 9 de mayo de 1967 Favaloro revolucionó la cardiología mundial al operar exitosamente a una mujer de 51 años mediante la técnica de bypass. La célebre intervención permitiría salvar a millones de personas y contribuyó a mejorar sustancialmente la calidad de vida de los pacientes coronarios.

En su carta de renuncia al doctor Donald B. Effler, jefe de cirugía de Cleveland Clinic, Favaloro escribió: “Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. (…) El propósito principal es desarrollar un Departamento bien organizado donde pueda entrenar a cirujanos para el futuro. Créame, yo seré el hombre más feliz del mundo si puedo ver en los años por venir una nueva generación de argentinos que trabajen en distintos centros del país resolviendo los problemas a nivel comunitario y dotados de conocimientos médicos de excelencia».

Gráfico de la revista La Garganta Poderosa

Finalmente, en 1975, creó la Fundación Favaloro, convirtiendo su sueño en realidad. Más tarde, en 1992, inauguró el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, y seis años después, creó la Universidad Favaloro.

El Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación fue un faro en la historia de la cardiología argentina. No sólo por los servicios de alta complejidad que puso al alcance de la comunidad, sino también por la capacitación de un equipo de primer nivel y su contribución a la prevención de enfermedades.

Las preocupaciones del profesional estaban bien marcadas: la desigualdad existente entre los sectores de más ingresos y los que menos tienen; y la baja inversión presupuestaria en investigación y desarrollo de la ciencia básica. Ambas configuraban un panorama privativo de acceso a un derecho humano fundamental como la salud.

“Más de las tres cuartas partes de los habitantes del mundo viven en países en desarrollo, pero sólo disponen de un 16% del ingreso mundial, mientras que el 20% más rico del mundo dispone del 85% del ingreso mundial”, dijo en la conferencia internacional “Panorama de la práctica actual de la medicina y de nuestra sociedad” que dio en noviembre 1998 para la American Heart Association en homenaje a Paul White. Mientras que en una entrevista con Renée Sallas manifestó que «nosotros (Argentina) dedicamos 0,4 del PBI para investigación, y los países como Israel, Alemania, Japón, le destinan el 2 por ciento».

René Favaloro

Luego de los avances revolucionarios que había protagonizado la Fundación Favaloro, los balances económicos negativos pusieron en jaque su continuidad. El padre del bypass encargó una auditoria interna y el resultado fue trágico. La fundación adeudaba 40 millones de dólares y tenía a su favor una deuda incobrable de casi 20 millones de dólares. Favaloro se negaba a dejar a los afiliados sin cobertura y la situación se tornaba inviable. Intentó obtener ayuda de las autoridades procurando que se le pagaran las deudas del Estado, pero no obtuvo respuesta.

El 22 de junio del 2000, en una carta a José Claudio Escribano, Favaloro describió su desesperada situación: «Me he transformado en un mendigo. Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida”.

El viernes 28 de julio de 2000, agobiado por la situación, que hacía peligrar la continuidad de la institución y ya se había cobrado varios puestos de trabajo, le dijo a su secretaria Graciela Cordero: “El lunes no me puedo presentar acá, sabiendo que muchos queridos colaboradores ya fueron despedidos… Y que tienen familia”. Al día siguiente, el médico, abrumado, se disparó un tiro en el pecho.

Información extraída de: El Historiador