Por Daniel Oscar Siñeriz Griffa

Esta simpática pregunta que habla de una cierta desubicación no me resulta, para nada, inocente. Me cuestiona acerca de un PARA QUÉ que tenemos que responder necesariamente. ¿Para qué me trajeron hasta aquí quienes me trajeron? También: ¿Para qué seguí la huella, hice mi esfuerzo y fui creciendo todo lo posible?

¿Será para que un día y en un instante menos pensado, a alguien se le ocurra, sin motivos claros, que lo mío llegó hasta aquí? ¿Será, tal vez, para que un conjunto de complicidades y otro sinnúmero de “omisiones” le faciliten el impulso a la mano asesina?

¿A qué venía yo?   

“Como un tejedor devanaba yo mi vida y me cortan la trama”…durísima expresión de un salmo que refleja la “sorpresa” y la impotencia ante lo inesperado que cambia fatalmente el curso de la vida. Pero la pregunta sigue latente para quienes observamos lo que se desata cuando estallan todos los códigos.

Yo venía y vine, y cada uno de nosotros vinimos a honrar la vida con vida, a dignificar conciencia, vínculos y estructuras saludables de convivencia. Vinimos para afianzar las convicciones necesarias desde un compromiso de ejemplaridad y coherencia. Vinimos a poner lo que falta en el mejor y más elevado de los sentidos, de los acuerdos y realizaciones.

Vinimos, en definitiva, para “adelantar” los tiempos de todo lo bueno y lo nuevo que sabemos cuánto nos hace falta; y para acelerar y multiplicar oportunidades de recuperación humanitaria con mayor empeño y con sabia determinación.