Por Alejandro Maidana

La enorme mortandad de peces en aguas de la provincia de Santa Fe, no hizo otra cosa que solidificar un debate que parece consolidarse y tornarse aún más álgido. Dos posturas bien definidas se aferran a sus argumentos para tratar de graficar una realidad que preocupa en demasía.

Debido al enorme cimbronazo que generó un tembladeral en la mayoría de los habitantes de la provincia, el Ministerio de Ambiente sostuvo que los peces murieron por “un fenómeno natural”. La explicación científica llegaría por el lado de las altas temperaturas y las crecidas repentinas de los ríos. Algo que para una parte importante de la opinión pública, organizaciones ambientales, profesionales de la salud y pescadores, es un intento de justificar lo injustificable.

Es evidente que los estudios que realiza el ministerio de Ambiente de Santa Fe, no son suficientes para determinar la presencia de contaminación por agroquímicos en las aguas del río Paraná. Se estima que las evaluaciones que se realizan, desde hace 10 años, dentro del «Programa de Recuperación de la Calidad de las Aguas Superficiales» no los incluirían. Otro convenio fue realizado con el INA (Instituto Nacional del Agua), éste sí evalúa Glifosato y AMPA, pero se aplicó solo a los arroyos Saladillo y Carcarañá, quedando fuera del mismo el cauce del Paraná y 27 afluentes.

Esta información surge de la respuesta brindada a través de Defensoría del Pueblo de Santa Fe a un pedido de información realizado el 26 de diciembre de 2016 por VECINOS AUTOCONVOCADOS de Arroyo Leyes (SF) junto a representantes de «PAREN DE FUMIGAR ESCUELAS» de la provincia de Entre Ríos y «UN SURCO POR FAMILIA» de la provincia de Buenos Aires.

Consultado por Conclusión, Facundo Viola, uno de los firmantes del pedido de información y miembro del colectivo Paren de Fumigarnos dijo: «Nuestro petitorio se fundamentó en un estudio científico publicado en la revista internacional «Enviromental Monitoring ad Assessment” hacia el mes de julio de ese año. La investigación, realizada por científicos del CONICET, entre ellos el biólogo Damián Marino, del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA), que depende de la Universidad Nacional de La Plata, y con la colaboración de la Prefectura Naval Argentina, concluyó que se advierten «altos niveles» de glifosato. Agregando también la presencia de su degradación, el metabolito AMPA, «en los cursos medio y bajo de los afluentes tributarios, de acuerdo con la agricultura intensiva que se desarrolla en la región”.

Carlos Zambón, como asesor principal de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, fue en ese momento el encargado de acercar a las partes y brindar una respuesta a posterior. “Lo que demostró el documento que nos remitió en su momento defensoría, fue que el Estado provincial no lleva un monitoreo, ni tiene un protocolo sobre la contaminación con agrotóxicos en los ríos”, concluyó el vecino.

Eduardo Rossi es ecologista, Técnico en Inmuno Hemoterapia y Epidemiología, y miembro activo de “Paren de Fumigar” Santa Fe, sobre el debate que se abrió en torno a la enorme mortandad de peces sostuvo: “Pedidos para el monitoreo de peces existen desde el 2006, pero lamentablemente el Estado se rehusó a realizarlos. No obstante existen algunos informes publicados por la Universidad Nacional del Litoral sobre el monitoreo en peces y el efecto de los pesticidas, pero no dejan de ser estudios aislados”.

Tanto Rossi, como el doctor en Química y especialista del CONICET Damián Marino, han llevado adelante estudios tan resonantes como demoledores. “Junto a  Marino venimos transitando un camino espinoso y repleto de descrédito, ya que desde el Estado la respuesta siempre escapó por la tangente. Cuando la mortandad de peces se da en invierno, para ellos es por el frío, y cuando la misma sucede en verano, es por el efecto del calor y la falta de oxígeno”, relató.

“Recuerdo la mortandad el 2005, se había realizado un estudio profundo en el cual había intervenido Nación, allí se encontró una bacteria saprófita, pero el final es el mismo, nunca se profundizó la investigación. En el 2007 hubo otra muy grande, allí se lo achacaron a un hongo, en ese momento acerqué expedientes por todos lados. Le aconsejé a la Defensoría del Pueblo de Santa Fe que era necesario que se profundice el análisis, ya que en la muerte de los armados del 2005 se había detectado endosulfán (insecticida)”.

Eduardo Rossi sostiene que hubo diversas presentaciones para que estos análisis tengan la seriedad y profundización que se merecen, pero muchos de ellas fueron “cajoneadas” según sus palabras. “El 2008 y 2010 nos encontró contemplando una nueva y dolorosa mortandad de peces, como las mismas se dieron en invierno se lo adjudicó al frío y jamás se investigó”.

El técnico epidemiólogo indicó que al alto índice de contaminación a la que están expuestas las aguas del Paraná y arroyos aledaños producto de agrotóxicos  y efluentes industriales, habría que agregarlas las que llegaron desde el  norte por las inundaciones, lugar en donde las fumigaciones también son moneda corriente generando un efecto de concentración”.

“Como decía Rafael Lajmanovich, investigador del CONICET, el Paraná está en agonía por la deforestación, los arroyos clandestinos que producen bajantes en los humedales, concentrando aún más los venenos. Cabe destacar que los agrotóxicos, pero principalmente el glifosato, cuando se degrada produce una gran carga de fosfato que genera una importante disminución del oxígeno. Esto sumado a la gran cantidad de fertilizantes nitrogenados que también colaboran para que el pez diga basta y finalmente muera”, concluyó.