Mientras el Gobierno nacional negó que exista un informe de Gendarmería que alerte sobre posibles saqueos a fin de año, desde distintas agrupaciones sociales insisten en que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, tiene dicho informe.

Paralelamente, desde el Ministerio de Desarrollo Social, que encabeza Carolina Stanley, tratan de enviar buenas señales y aceleran las negociaciones con organizaciones sociales para evitar el ya tradicional clima de caos que cada diciembre complica a los gobiernos. Pero los informes que llegan a la mesa de análisis de la ministra Bullrich no son para nada alentadores y amenazan con empañar el primer fin de año del gobierno macrista.

En razón de ese complejo panorama, el presidente Mauricio Macri analizó junto a Bullrich los operativos conjuntos entre las fuerzas federales en la provincia de Buenos Aires y en otras zonas del país donde puede haber conflictos.

Plazo

«La ministra Stanley tiene tiempo hasta fin de mes para dar respuesta a los reclamos que venimos haciendo desde diferentes organizaciones sociales», dijo Juan Marino, dirigente de Tendencia Piquetera Revolucionaria.

En paralelo, y según un relevamiento que difundió la ONG Techo, casi 400 mil personas viven en las villas de la ciudad de Buenos Aires. «En la 1-11-14 los vecinos nos planteaban que las raciones de alimento que reciben ya no les alcanza para satisfacer la demanda», dijo Marino. Otro indicador es el aumento de seguidores que tuvo durante el último año la Corriente Clasista y Combativa. Lo mismo sucede con otras organizaciones sociales.

«La situación actual es una bomba de tiempo social y si el Gobierno no hace algo, puede estallar», aseguró Marino. El panorama que plantea no contradice los informes de alerta que envían las diferentes fuerzas federales al Ministerio de Seguridad de la Nación.

El director nacional de Gendarmería, comandante general Gerardo José Otero, sabe que «el estado de situación es crítico». Así lo explicó una fuente del Edificio Centinela. La información de «reunión» que partió de la Región I, con asiento en Campo de Mayo, es el más alarmante. Allí no sólo se advierte el corte de rutas, con ollas populares y posibles saqueos, sino también «una hipótesis de pasividad de la Policía provincial y el rol de más de 2.000 efectivos apartados de esa fuerza».

A esto hay que agregarle el creciente malestar que hay en la Policía Federal por la reestructuración y anexión con la Metropolitana. Las quejas por los pases de Gendarmería y el traslado de efectivos a zonas del conurbano bonaerense y a Santa Fe, también generan un dolor de cabeza en la cúpula del Ministerio de Seguridad.

Marcha a Plaza de Mayo

En medio de ese escenario, para el viernes 18 de noviembre se prevé una marcha a Plaza de Mayo que supone congregar a grupos piqueteros y organizaciones sociales de todo el país. Para Daniel Menéndez, del movimiento Barrios de Pie, la manifestación es para reclamar «un bono de fin de año para cada uno de los chicos que cobran la Asignación Universal por Hijo y para que se declare la emergencia social».

Los referentes de las organizaciones sociales y sindicales más representativas coincidieron en señalar que las empresas no garantizan el bono de fin de año y que lo mismo sucede con algunos gobiernos provinciales, entre los que se encuentra el de María Eugenia Vidal. Todo indica que el aguinaldo para los que perciben planes sociales, los kits navideños, y el refuerzo de asistencia en los barrios más humildes, entre otras medidas que promueve Stanley, no alcanzará para aplacar el malestar.

Por su parte, Lionel Stiglitz, de la agrupación Villera Piquetera, mantuvo una reunión en el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la provincia de Buenos Aires y salió con las manos vacías: «Nos transmiten que nos van a dar respuestas a nuestros reclamos pero no se quieren comprometer a firmar nada. Ahora se viene una semana de ollas populares en Ciudad y en la provincia. Nosotros planteamos un plan de lucha contra la política del Gobierno. La inflación pegó en los trabajadores que menos ganan y el impacto de los despidos fue muy fuerte», dijo con inconfundible malestar.