Hace 3.900 millones de años nuestro astro sol, gracias a su fuerza gravitacional atrajo a un planeta intruso dentro de nuestro sistema planetario. Un planeta rojizo y con un tamaño colosal que podemos comparar solo con el portentoso Jupiter, los sumerios lo llamaban Nibiru, “el planeta de cruce”.

Un astro que se había formado en otro sistema solar se había infiltrado en el nuestro invitado por nuestro sol. Al desviarse de su órbita, Nibiru, originó un desastre cósmico sin precedentes, ya que este estaba en rumbo de colisión contra otro coloso, un planeta llamado Tiamat, un astro acuoso integrado por grandes océanos. Este último contaba con 11 satélites, el mayor de ellos se llamaba Kingu (La luna).

En esa época dentro de nuestro sistema solar solo existían 8 planetas que los sumerios llamaban así: Mummu (Mercurio), Lahamu (Venus), Lahmu (Marte), Tiamat, Kishar (Júpiter), Anshar (Saturno), Anu (Urano) y EA (Neptuno). Al sol lo llamaban “Apsu”, en los textos figura como algunos planetas surgieron de otro cuerpos celestes más grandes, otros, sostienen que Urano y Neptuno provienen de una nube originada en los anillos de Saturno.

Cuando Nibiru pasó cerca de Anshar (Saturno), arrancó a uno de sus satélites con su campo gravitatorio y lo desplazó a las afueras del sistema solar, ese satélite era conocido como “Gaga”, nuestro actual Plutón. A posterior, un choque de magnitudes inimaginables entre Nibiru y Tiamat, dejaría a este último sin vida alguna y pululando sin rumbo por el sistema solar. Luego de 3.600 años, Nibiru regresaría al sistema para cruzarlo entre Marte y Júpiter, en esta segunda incursión volvería a impactar con la masa del ya tocado Tiamat, esta vez, fraccionándolo en dos porciones.

 

Una de ellas encarnaría a nuestro actual planeta tierra, el otro, se convertiría en un anillo de asteroides que separaría a los astros internos de los externos. Ki (Tierra firme del abajo), quién disfrutaría de los rayos cálidos de Apsu, y de las noches luminosas gracias a Kingu, la luna.

Los anunnakis contaban un año nibiruano como un Shar, lo que en tiempo terrestre serian 3.600 años, justo lo que tarda Nibiru en dar un giro completo por su órbita intrusiva alrededor de nuestro sistema solar. Pero claro, para los anunnaki de Nibiru, esos 3.600 años solo representarían uno en su calendario.

Pero ¿Qué oculta La Nasa sobre el regreso de Nibiru? ¿Se aproxima un cataclismo de grandes magnitudes? ¿Existen algunas evidencias actuales de su posible regreso? La sistemática desinformación a que nos exponen los grandes medios de comunicación, sumado al cerrojo que proviene de ciertos organismos del Estado, nos ubica en un grado de vulnerabilidad notable en torno a la veracidad de la realidad que nos atraviesa.

El avistamiento de dos “soles” en algunas partes del planeta, el observatorio de Hawái contemplando un amanecer con un brillante planeta no reconocido oficialmente, sonidos estruendosos en diferentes puntos del globo que provienen de las alturas, han desconcertado hasta el más escéptico.

Muchas son las teorías, muchas las hipótesis, pero  la inmensidad de lo desconocido es tan abrumadora como concreta.

Tablillas de arcilla con lenguaje cuneiforme halladas en Irak

En estos textos está escrita la verdadera historia y origen del ser humano. El especialista en lenguas muertas Zecharia Sitchin, dedicó más de 30 años de su vida a la traducción de estas tablillas sumerias, para publicar en 1976 su libro “El duodécimo Planeta”. Sitchin descifró los textos y descubrió que los sumerios conocían la existencia de todos los planetas del sistema solar.

Esto incluyendo un duodécimo astro, llamado Nibiru “el planeta de cruce”, cuya órbita elíptica realizaba un paso próximo a la tierra cada 3.600 años. Sus habitantes, los anunnaki, vinieron a la tierra hace miles de años en busca de oro y minerales. Distintas escrituras explicitan que gracias a su avanzada ingeniería genética, fueron estos quienes dieron origen a la raza humana.

Esta es la historia ignorada por la ciencia oficial, porque aceptarla, significaría la invalidez de la teoría evolucionista de Darwin, cuyas bases son indemostrables pero ciegamente aceptadas por el sistema. Un principio basado en la manipulación, para encubrir las evidencias de nuestros orígenes extraterrestres.

Científicos y arqueólogos han arriesgado sus carreras para revelar la historia que nos ha sido vedada. L a sumeria, la cultura más antigua del mundo, ha brindado un importante número de textos y evidencias, está en la apertura de cada individuo aceptar o no la teoría de quienes fueron los verdaderos creadores de la humanidad.

Los Dioses Sumerios

La triada de los dioses sumerios la encabezaba AN (Dios del cielo), era el rey de los dioses, que gobernaba desde los cielos decretando las leyes en la tierra. Casado con Antu, tenía dos hijos, Enlil y Enki, enfrentados entre sí por la sucesión del trono. AN era representado con una estrella, y los sumerios le rendían culto en la ciudad de Ku.

Enlil (Dios del viento y las tormentas), era el dios supremo de Sumeria, un ser colérico que hacía las veces de canciller militar. Arrogante y dictador, solo le interesaba nuevas conquistas en la tierra para poder gobernar. Enlil odiaba a los hombres, intentó destruir a la raza humana en tres ocasiones, la más popular fue el diluvio universal.

Su rivalidad con Enki, residía en que ambos eran hijos de distinta madre, pero al ser Enlil hijo de Antu, fue el heredero forzoso al trono. Sus símbolos eran una corona y siete estrellas “Las Pleyades”.  Su centro de culto fue en la ciudad de Nippur, donde poseía el denominado “ojo que explora la tierra”.

Enki (Señor de la tierra y Dios de las aguas y los mares), era un científico e ingeniero con grandes conocimientos sobre ingeniería genética. A través de la cual diseño y creo al ser humano, manipulando el ADN para ir mejorándolo a través de distintos intentos. Era el único Dios sumerio que podría considerarse benéfico para la humanidad, se distinguía por su sabiduría y filosofía espiritual. Fue quién impartió el conocimiento al hombre antiguo.

Ofreció sus enseñanzas en la agricultura, astronomía, astrología, fue un gran ingeniero marítimo, capaz de manipular los cauces de las aguas para abastecer a pueblos sedientos. Como creador del hombre, Enki sentía una especial devoción por la humanidad, sus intenciones y deseos se volcaron en mejorar la calidad de vida en la tierra. En más de una oportunidad arriesgó su propia vida en pos de proteger a la tierra del ataque de otros dioses que solo perseguían la devastación de la misma.

La llegada de los anunnaki

La primera expedición anunnaki que llegó a la tierra, esto según las tablillas, estaba compuesta por 50 anunnakis liderados por Enki, enviado a la tierra por su padre AN. La idea de este viaje, no era otra que la de poder establecer un puerto espacial en el golfo pérsico, para de esta manera, construir una gran refinería para la extracción de oro y minerales. Los anunnaki enfrentaban un grave problema en su ecosistema, en el planeta Nibiru, los rayos ultravioletas del sol de su galaxia estaban causando estragos debido a su débil capa de ozono, necesitaban el oro para su propia supervivencia.

Enki pidió permiso a su padre para construir la primera población en la Mesopotamia Meridional, su nombre fue Eridu, que significa, “casa construida en la lejanía”. La primera expedición de extracción de oro falló, Enki regresó a Nibiru siendo Enlil ahora el encargado de intentarlo nuevamente.

Esta vez fue en Abzu, “la fuente primordial”, quién en el norte de África recibiría en esta oportunidad a 600 anunnakis. Según las tablillas, los hombres llegados desde cielo, fundaron un total de 7 bases operativas en la Mesopotamia Meridional. Zecharia Sitchin, pudo descubrir que esas ciudades estaban estratégicamente ubicadas para recibir a las naves espaciales provenientes de Nibiru.

Ninhursag (Diosa madre de la tierra), aparecería en escena con el fin de seducir a uno de sus dos hermanos, Enlil o Enki, ya que si uno de ellos les daba un hijo, pasaría a ser la heredera del trono. Ninhursag mantuvo relaciones con ambos, dando a luz a muchos hijos.

La creación del hombre

Mientras Enki continuaba con la extracción de minerales, los encargados de esa misión comenzarían a organizarse para protestar por las insalubres condiciones de trabajo. “Nosotros somos astronautas, no mineros esclavos”, se quejarían una y otra vez.

Cuando Enlil acudió a las minas en una inspección rutinaria, estalló la revuelta. Los mineros anunnaki organizaron un motín, quemaron sus herramientas y se dirigieron en tropel a la casa de Enlil. Allí fue cuando este último se comunicaría con su padre AN para informarle que se cortaba el suministro de oro, las minas estaban cerradas, y los anunnakis se negaban a obedecer órdenes.

El soberano AN, aceptó las peticiones de sus subordinados suspendiendo la actividad minera. Fue allí donde Enki sostuvo, “crearemos un hombre en donde se pueda insertar el gen anunnaki”, había pensado en el homu erectus, un primitivo habitante que pensó como un hibrido para poder cruzar genes de ambas especies.

Fue allí donde alteró las leyes de la vida desconociendo aún el final que podía tener dicho experimento. El concejo aprobaría la iniciativa y argumentaría: “Crea un LULU(esclavo primitivo) y deja que sufra el yugo de los Anunnaki”. Se pusieron plazos muy cortos, y junto a su hermana Ninhursag, especialista en genética, comenzarían a trabajar. Tomaron un homínido hembra para extraerle el óvulo y fecundarlo con esperma de un joven anunnaki, una vez inseminado, fue reimplantado en una hembra anunnaki. Repetirían el proceso con las denominadas diosas procreadoras, que darían hombres y mujeres con una capacidad mental muy limitada, algo que condicionaría el uso de herramientas correctamente.

Es por ello que Enki se encerraría en su laboratorio de Eridu para perfeccionar al “homo sapiens”, hacerlo más longevo e inteligente era su meta, para eso utilizo su propio semen. Allí nacería “Adapa”, al que los textos bíblicos definirían como Adán, quién contaba con la capacidad de reproducirse. Eso enfureció a Enlil, quién solo perseguía la idea del hombre como un sujeto de fuerza, sin razonamiento, y sin la capacidad de tornarse numeroso.

Los dioses dejarían la explotación minera para enseñarles a cultivar campos, a recitar poesías y a danzar y cantar para ellos. Esto hasta que algunos hombres fueron ordenados sacerdotes, para que tengan su actividad dentro de los templos adorando a los dioses. Cada anunnaki alimentaba su egocentrismo para poder ser venerado como un dios, todo lo que sabemos de estos visitantes espaciales, fue gracias al hallazgo de unas 25.000 tablillas de arcillas que relatan con detalles cómo esta civilización extraterrestre llegó a la tierra hace más de 445 mil años, creando al ser humano genéticamente hace unos 300 mil.

¿Quiénes eran los anunnaki? Sabemos que si bien eran considerados dioses, no lo eran medularmente, tampoco ángeles o demonios. Podemos definirlos como una civilización avanzada en torno a la física y a la tecnología, capaces de atravesar planos dimensionales y galaxias.

¿Jesús era anunnaki? ¿Qué nos ocultó la biblia? ¿Cuánto sabemos de nuestros orígenes como raza humana?

De aceptar el mundo la teoría anunnaki, se hubiera anulado el monoteísmo occidental, el control religioso sobre el Estado, se habrían encendido los prejuicios en la teoría de Darwin de la evolución, y se habría transformado completamente nuestra comprensión de nosotros mismos y nuestro lugar en el Universo. Allí radicaría una de las tantas respuestas del porque esta historia ha sido borrada y ninguneada, modificada y transformada en una novela casi mitológica.