Por Gisela Gentile

Motivada por su familia y con el afán de ayudar a los demás, esta Instructora en Ritmos sigue rompiendo las barreras “del qué dirán” y fue por más. Comenzó a pasar videos por WhatsApp a sus alumnas para luego subirlos de manera pública a su propio canal llamado como su nombre. Coreos sencillas y divertidas que invitan, de una manera diferente, a realizar actividad física. Un espacio para que todas las personas puedan mover el cuerpo y sentirse un poquito más vivos, pese al encierro.

Una historia de lucha y superación que comenzó con un problema alimenticio, “mi vida empezaba y terminaba comiendo, no hacía ningún tipo de actividad física y lo único que quería era estar en el patio de mi casa con mis plantas, ya que me hacía muy mal salir. Un día el médico me aconsejó hacer actividad física e ir a un nutricionista, cosa que no fue sencilla y me hizo pasar de profesional en profesional”, comentó.

“Cuando pensé qué actividad física podía hacer, se me cruzaron muchos pensamientos, ya que caminar me hacía sentir mal con mi físico. Un día una amiga me dijo que probara con ritmos, pese a ser tímida y vergonzosa un día me decidí a ir”.

Si bien no estaba acostumbrada a realizar ese tipo de actividad, el baile fue el punta pié a un cambio de vida que no imaginaba. “Tanto fue lo que me escucharon hablar en casa de lo que me gustaba e influía en mi vida el baile, que mi marido sin que yo lo supiera me anotó en el Instructorado deRitmos”.

Rompiendo barreras y dejando la vergüenza de lado, un nuevo horizonte se avecinaba. “Era la única persona grande en la clase, eran todos muy jovencitos, podría haber sido la mamá de todos ellos. Pero eso no me frenó, mis hijos ya estaban grandes, y después de mucho tiempo logré poner la mirada en mi persona. Recibirme de instructora era para mí como un título de ingeniera o médica, llevarlo a cabo me corrió de ese lugar de ama de casa, y deje de ser esa persona que se refugiaba en su hogar y así pude cumplir un sueño”.

Luego de tener el título en mano, la cocina de una de sus primeras alumnas fue el primer espacio que la cobijó. “Comencé dando clases a domicilio, cobraba muy poco y la idea era comenzar la cadena. Luego de ello fui a la Parroquia Perpetuo Socorro para proponerle al párroco dar clases de ritmos dos veces por semana, a un costo bajo, ya que la intención era ayudar a las personas a salir y sentirse mejor. De algún modo quería trasladar todo lo bello que a mí me había ocurrido con la música”, enfatizó.

“Me preparé para estar sola y me llevé la grata sorpresa de que éramos muchas personas en la Parroquia, lo cual me movilizó en demasía. El objetivo de ayudar a otros se estaba cumpliendo, y haber encontrado ese espacio hizo que compartiéramos no solo ritmos, sino también una amistad, cumpleaños, encuentros, en fin, nos acompañábamos mutuamente”.

Los adultos mayores comenzaron a marcar un nuevo camino, donde las arrugas y los años no fueran una barrera para seguir moviendo el cuerpo, en definitiva, seguir viviendo. “Los abuelos me pueden, cada vez que estoy con ellos no dejo de pensar en las manos cálidas y llenas de arrugas de mi abuela, aquellas que me encantaba sostener y acariciar. Por ello me seguí especializando en este sector de la población”, dijo María del Carmen.

Por ello y considerando que muchas personas de la tercera edad ya no pueden movilizarse, María del Carmen Diez pensó en la posibilidad de movilizarse a la casa de los abuelos, para que de esta manera pudieran realizar actividad física. “Hoy en día, con la inseguridad que vivimos no es fácil dejar entrar a una persona desconocida a tu domicilio, por ello comencé dando a conocidos que te van recomendando. En la clase, con los abuelos hacemos movilidad articular, bailamos y siempre lo hacemos acompañado de canciones de su época, por lo cual se genera una conexión increíble”.

Muchas de estas modalidades se vieron truncadas a causa de la actual situación de encierro que estamos viviendo. La pandemia del Covid-19 y las consecuentes medidas tomadas al respecto, han hecho que la mayoría de la población esté dentro de sus casas y con la imposibilidad de salir a realizar ejercicios al exterior. Es allí donde “Mari”, como le dicen la mayoría de sus alumnas, tuvo una idea en pos de seguir ayudando a los demás.

“Además de abocarme a la tercera edad, realicé una especialización en Cardio – Dance, que es una actividad muy similar a Zumba. La considero una maravilla, y sostengo que la música sana el corazón, cuerpo y mente, por ello comencé a armar coreos que voy subiendo a YouTube”, dijo.

Cardio – Dance es una disciplina que es practicada por jóvenes y adultos, y si bien la cuarentena les imposibilitó seguir realizándola, los recursos que ofrecen la redes sociales fueron de mucha utilidad. “En Cardio- Dance todas las edades dicen presente, solíamos pasar momentos hermosos donde la sonrisa ganaba terreno. Cuando empezó la pandemia todo cambió, y ese espacio no se pudo continuar, me angustiaba pensar que las chicas me habían pagado el mes y sentía que algo debía hacer. Es por ello que comencé enviando clases por el grupo de WhatsApp que tenemos, pero como las coreografías tenían mínimo 3 minutos, se empezó a complejizar el envió de los mismos. Fue allí donde mi marido me dio la idea de hacer un canal de YouTube y que lo vieran solo mis alumnas. Así arrancó todo y empecé  a subir bailes y diferentes rutinas de actividad física”.

Si bien estamos muchas horas en casa, no siempre disponemos de tiempo real para realizarlas, por lo cual María del Carmen aconseja que “con los hijos, las actividades de la casa no es sencillo hacer una clase de una hora, por lo cual comencé a enviar videos de 30 minutos y cada persona va haciendo lo que puede”.

Así comenzó una cadena de recomendaciones, “empecé a mandar los videos a mis contactos con el fin de que más personas pudieran acceder a realizar actividad física, a través de esta plataforma de videos. Lo sentí como un servicio para aquellos que tuvieran ganas de moverse estando dentro de sus hogares. Sigo rompiendo barrreras, son tiempos duros y difíciles pero lo importante es poder acompañar a esas personas que necesitan distraerse y pensar en otras cosas”. 

 No hay edad para hacerlo, solo hay que tener voluntad y ganas de moverse. “En el canal me muestro tal cual soy, e intento transmitir lo que es el baile para mí, si me equivoco sigo adelante, aunque el espejo me devuelve una imagen que no es la que yo pretendo,  voy más allá de eso. Hoy quiero compartir un momento de ejercicios y risas, sin importar si algunos no les gusta. Soy inmensamente feliz cuando me cuentan que están haciendo los bailes junto a sus familiares, me mandan fotos de esos momentos por lo cual me siento plenamente realizada. Si tienen ganas de bailar y encima los hago reír, mejor aún”, concluyó.

Una historia que nos invita a reflexionar y pensarnos más allá de los cuerpos. El encierro puede ser, aunque parezca paradójico, una manera de salir de la rutina sedentaria y alienadora a la cual estamos tristemente acostumbrados.

 

Foto principal: Juan Carlos Cárdenas (EFE)