Por Facundo Díaz D’Alessandro

Un domingo bien melancólico e introspectivo, como todos los del año, en este caso de 2014, fue el epicentro de la casualidad a la cual se atribuye la creación del grupo de Facebook “Barrio Las Delicias fotos del 80 y del 90”. Quien lo hace es Darío Lucero, a quien se suman Marcelo Bravo y Edgardo Alarcón (ausente en la entrevista) como administradores y animadores constantes del grupo. Es un gesto de humildad de los creadores (in o sub-consciente) el de atribuir a la casualidad una chispa o idea que la voluntad o la capacidad hacen reales.

«La idea es hacer un banco de datos para el recuerdo. Para que el día de mañana a otros no les pase lo mismo que a nosotros y tengan material del barrio, la historia, anécdotas. Quizás a los jóvenes no les interese tanto, pero la gente grande se prende, les gusta», comenta Darío.

Las redes sociales, como tantas otras cosas, son armas de doble filo. Así pueden ser un elemento que enfríe relaciones interpersonales, aleje, distancie, o hasta incluso haga una vida mas sedentaria. Pero también puede obrar en sentido contrario y terminar acercando gente dentro de los barrios que, por distintas causas, han dejado de cultivar cotidianamente la camaradería y la buena vecindad, hasta incluso la amistad, el compañerismo codo a codo para vivir el aquí y ahora. «Por ejemplo antes un vecino se estaba haciendo la casa, compraba los materiales y el domingo se ponía a techar. Venían todos a ayudarlo a techar y después se comían un asado. Hoy en día eso esta todo tan desangelado que uno se hace la casa mas grande y no le da bola al vecino. Es una realidad lamentable pero no hay que obviarla» se apena el mismo interlocutor.

Es por esto que quizás cobra otra importancia el carácter socializante que puede adquirir el grupo de Facebook. Se entiende que habrá apocalípticos e integrados en torno al fenómeno de las redes sociales (hay quienes dicen anti-sociales) pero en este caso es lo que sucede: se palpa el compromiso de los administradores y la gente responde.

«Ya se han organizado mateadas donde todos van con su mate y traen recuerdos, anécdotas, enseguida se enganchan y charlan, siempre el puntapié es el barrio pero se disparan muchas charlas, hay un ambiente buenísimo. Siempre recalco lo mismo porque es lo que más nos gusta del grupo, el respeto con el que se maneja, que es lo que a la gente le gusta también del grupo y se replica» acotan entre los dos.

Es curioso cómo aquí se observa un traslado casi calcado de lo virtual a lo real. Como se vuelve tangible algo que se germina en la web. Los muchachos de la administración (del grupo) se arroban la tarea de motivar, generar movimiento en el grupo casi a diario “para que no se quede sin actividad” y le dan manija entre ellos a sus publicaciones. Este trabajo (ad honorem) encuentra su réplica en la gente que se engancha a comentar y en cantidad de veces también a compartir sus fotos, recuerdos y anécdotas. Se suma gente de otros barrios con paso deliciense, hasta incluso gente residente en el exterior. Es la magia de la red. El grupo tiene ya casi 5000 miembros, mucho más de lo que pudieran imaginar los muchachos aquel domingo. Hay una regla clara e inapelable: no se puede publicitar denuncias de ninguna índole, productos, compras, ventas o servicios bajo ninguna circunstancia, la insistencia por parte de el o los usuarios en estas acciones provocaran el borrado de la publicación y la baja del usuario responsable, según se informa en el muro del grupo y reafirman los entrevistados: «sino es imposible mantener la esencia del grupo, se terminaría volviendo caótico».

Las anécdotas sobran, es la especialidad de la casa. Pero hay una acerca del terreno que hoy ocupa el hipermercado y centro comercial Libertad. Hablamos de lo que se esconde detrás de la primera foto publicada en el grupo, icónica por naturaleza. La foto de la casa embrujada: «donde está el predio, completo, había una quinta, de las muchas del barrio, donde en el medio estaba enclavado una casona bellísima, grande, construida seguramente alrededor de 1920. Lo que pasaba era que tenía unas naranjas impresionantes y en ese tiempo no estaba cercada, imaginate que nos mandábamos nosotros a buscar las naranjas que eran riquísimas. El tema es que no había cerco pero si te aproximabas a la casa lo que si había era un casero con una escopeta bien grande que te mandaba unos perdigonazos bárbaros ¡Como picaba eso! Entonces se fue generando el mito de que estaba embrujada», detalla Darío entusiasmado por el recuerdo.

Tiempo después los muchachos cuentan que parte de ese terreno fue cedido y se hicieron ahí unas canchas de futbol, a la postre un club improvisado que era centro de reunión y clásico de los domingos. El clásico de clásicos, me cuentan, se jugaba el ultimo día del año: Casados vs. Solteros. El derrotado tenia un año para planear la revancha y, le pese a quien le pese, sufrir las cargadas. Todo quedo atrás con la instalación del hipermercado que junto con el Casino City Center (ubicado en enfrente, en diagonal) hacen un tándem que revoluciono el barrio. La revolución es cambio y esto siempre trae cola. Ganadores y perdedores. En ese tono nos dicen: «mucha gente humilde ha perdido todo en el casino. El Libertad no es tan dañino aunque si es cierto que saca algo de clientes a los pequeños comercios pero eso pasa en todos lados. En el mural que hicimos a la vuelta del Libertad, anónimamente alguien puso una frase abajo del nombre del grupo que es clarificadora: ‘casino diversión de ricos perdición de pobres'».

El mural al que se refieren está ubicado en Ombú al 2200 (a metros de Bv. Oroño y en las adyacencias del Libertad) y fue pintado por ellos mismos, con el permiso del dueño de la propiedad puertas adentro, tras una idea muy publicitaria de Marcelo, conocedor de los conceptos del marketing.

«La gente va y se saca fotos en el muro, gente que por ahí viene de otras provincias a visitar o que anda por acá, se sacan fotos ahí, se transformo también en un lugar icónico. Es increíble. Si vos me decís que con el grupo hicimos feliz a una persona ya estamos más que hechos. Lo primero que queríamos hacer era compartir una, dos, o diez fotos» cuenta el autor del mural, Marcelo.

El barrio Las Delicias termino de asentarse hacia 1930. Como en la mayoría de los barrios de la ciudad, los limites generan polémica (esta anclado en zona sur) y contiene de todo, comercios, vías muertas, baldíos, estaciones de servicio, avenidas y bulevares, calles con cunetas, pero sobre todo historias. Hasta leyendas desde lo artístico, sin ir más lejos el Mago Piripipi, papá de Marcelo, trabajo muchos años en canal 5 donde tenía un show. Era un icono del barrio «como las bicicletas dobles que se fabricaban ahora frente a la estación de Moreno y Arijon», recuerdan.

Acorde a lo que nos cuentan, ellos y otros vecinos consultados, nacidos y criados en el barrio, se le pone Las Delicias por la cantidad de alimentos frescos que se hacían allí: muchas frutas, verduras y otro tipo de alimentos que estaban en las varias quintas que había asentadas. Ahora están en lugares mas periféricos, pero el nombre perduró, como las historias que se reescriben en el grupo a través de las fotos y los recuerdos. «Los amigos del barrio y las aventuras que compartieron en la infancia son el mejor retrato de esa época en que la vida entera se presenta por delante y se siente la epopeya de saberse los dueños del mundo». Esto puede leerse en la contratapa del libro Los dueños del mundo (Ed. Alfaguara) de Eduardo Sacheri, seguido de una pregunta: «¿Existe alguna utilidad mejor, para nuestros recuerdos, que embellecer las acciones de aquellos a quienes hemos amado?». Vaya si tiene razón. En las delicias lo saben.