Si bien el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en la mujer, los especialistas destacaron que el 95% de los tumores detectados a tiempo tienen altas posibilidades de curación.

Por tal motivo, la ecografía y la mamografía son los mejores aliados para la prevención ya que ambos estudios son los métodos de diagnóstico adecuados para poder detectarlo de manera precoz.

Al conmemorarse el próximo 19 de octubre el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, Juan Luis Uriburu, miembro de la Asociación Argentina de Cirugía, especialista en Mastología y Jefe de Servicio de Mastología del Hospital Británico de Buenos Aires, explicó que «la mayoría de las veces se desconoce» la causa de esta enfermedad, aunque «en algunos pocos casos se conocen ciertas causas genéticas» que la provocan.

Uriburu señaló que en la mayoría de los casos, «afecta a las mujeres cercanas a la menopausia», pero advirtió que «cada vez se lo está detectando a edades más tempranas».

En cuanto al «cáncer hereditario», el mastólogo aclaró que que en la actualidad constituye solamente entre el 5 y el 10% de todos los cánceres de mama diagnosticados y puede sospechárselo cuando aparece en familias en las que padecieron la enfermedad más de un familiar de primer grado (madre, hermana, o hija), o más de dos de segundo grado (tía, abuela); a edades tempranas (menores de 45 años); en forma bilateral (afectando a las dos mamas); en miembros masculinos de la familia (no hay que olvidar que también puede desarrollarse en el hombre; esto ocurre en una proporción de 1 en 100 en relación a las mujeres); o en ciertas etnias.

Para identificar a aquellas mujeres con este riesgo particular elevado existen ciertas determinaciones «moleculares» (genéticas) de laboratorio, pero será el médico especialista quien, luego de evaluar la historia personal y familiar de la mujer, aconseje los pasos a seguir. No se trata de un análisis que se realice de rutina.

«Además del antecedente familiar y el hecho de ser mujer, hay otros factores que podrían considerarse de riesgo. Por ejemplo: el antecedente de exposición a radiaciones sobre el tórax (por otras enfermedades) y ciertas enfermedades «pre-malignas» de la mama que aumentan el riesgo a desarrollarlo», añadió.

A la vez existen otros factores de riesgo que sí son modificables:

– La nuliparidad (inexistencia de partos) y falta de lactancia.

– El uso de anticonceptivos orales y de terapia hormonal de reemplazo, ambos en forma prolongada.

– El consumo desmedido de alcohol, grasas y el sobrepeso.

Además Uriburu puso de relieve que «existen varias estrategias de prevención» de la enfermededad, siendo «la más sencilla consiste en controlar el sobrepeso, mediante la disminución del consumo de grasas y de alcohol, la incorporación de frutas y verduras a la dieta y la realización de ejercicio físico periódico».

«También existen medicamentos y cirugías de reducción de riesgo, pero están aceptadas solamente en grupos de alto riesgo comprobado», comentó.

Al ser consultado sobre a qué edad se debe consultar, el médico detalló que «las mujeres que no presentan ningún síntoma en las mamas deben comenzar a realizar sus consultas de rutina con el médico mastólogo a partir de los 35 años», que es cuando «se realizará la primera mamografía».

En tanto, indicó que «aquellas que presentan antecedentes familiares de cáncer de mama, deben comenzar a realizar sus controles diez años antes que la edad a la que enfermó el familiar (por ejemplo, si la madre contrajo la enfermedad a los 40 años, sus hijas deberán comenzar a realizar sus propios controles a partir de los 30 años de edad), consultar al especialista cada seis meses y realizar la mamografía anual».

«Las mujeres que presenten algún síntoma en la mama (por ejemplo un «bulto» o nódulo), deben consultar a cualquier edad de presentación del síntoma», añadió.

¿Qué estudios hay que realizarse para detectarlo precozmente?.

Uriburu destacó que en mujeres asintomáticas y sin antecedentes de la enfermedad, «se hará la primera mamografía a los 35 años y se realizará en forma anual, a partir de los 40 años».

«La ecografía es de mucha utilidad como complemento del examen físico y de la mamografía. En mujeres de alto riesgo familiar o genético es aconsejable agregar además una resonancia nuclear magnética mamaria, también en forma anual», comentó el experto.

Asimismo, indicó que «en pacientes muy jóvenes (menores de 25 años) con alto riesgo familiar o genético, en lugar de la mamografía, podrá utilizarse la combinación de resonancia nuclear magnética y ecografía mamaria en forma anual».