En este capítulo, Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron Lisandro Brusco, militante de la causa palestina, quien visitó un lugar donde las violaciones a los derechos humanos se han convertido en moneda corriente. Una imprescindible charla que fue acompañada por material fotográfico que demuestra explícitamente la situación que atraviesa un pueblo oprimido empujado a desaparecer como tal.

La violencia sistemática, los desplazamientos, las demoliciones, los check point, el agua y los atropellos constantes a leyes internaciones, como eje de un intercambio necesario. Los asentamientos israelíes son el motor de la ocupación sionista, la más larga del mundo moderno. En la actualidad hay cerca de 300 asentamientos en la Jerusalén Oriental ocupado y en Cisjordania, con más de 900 mil colonos judíos.

La ilegalidad de los asentamientos israelíes es una de las cuestiones más asentadas e incontestables del derecho internacional. Su ilegalidad ha sido confirmada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Asamblea General, el Consejo de Derechos Humanos y muchas otras organizaciones internacionales y derechos humanos.

Las demoliciones no cesan, durante los primeros once meses de 2022, un total de 851 estructuras fueron demolidas o incautadas y 966 personas fueron desplazadas en Cisjordania y Jerusalén bajo la excusa de que no cumplían con la autorización requerida. La imposición de un restrictivo sistema de permisos para la construcción de viviendas palestinas sigue siendo utilizada por Israel al objeto de limitar el crecimiento natural de la población palestina y de consolidar el control del territorio por medio de los asentamientos, las carreteras y las áreas militares israelíes.

La apropiación del agua es otro punto de suma importancia para analizar los detalles de deshumanizante ocupación sionista. Durante las primeras dos décadas de la ocupación Israel también se apropió de los recursos hídricos de los territorios ocupados. El 80 % de los acuíferos de montaña, los reservorios más grandes de las regiones, están ubicados en Cisjordania, y el restante 20 % en lo que se denomina Israel (Palestina del 48). Entendiendo la importancia de este recurso vital Israel comenzó a modificar la situación legal e institucional de los derechos sobre el agua en las regiones ocupadas después de la guerra del 67.

En agosto del 67 Israel transfirió todo el poder de decisión sobre el agua en Cisjordania a las autoridades militares, y dio un paso similar en la Franja de Gaza en diciembre del 74. El efecto más importante de esta transferencia de poder fue una estricta restricción sobre la perforación de nuevos pozos para cubrir las necesidades de los habitantes palestinos, junto con la apropiación del agua para satisfacer las necesidades de la ciudadanía israelí.

En la actualidad Israel desvía anualmente unos 500 millones de metros cúbicos de agua palestina desde la base acuífera del este de Cisjordania. Mientras la población palestina solamente está autorizada a consumir un total de 218 metros cúbicos anuales per cápita, los colonos consumen 2500. Dicho consumo es tres veces más caro para los palestinos que para los colonos. Alrededor del 25 % de la población palestina carece de conexión a los sistemas de distribución de agua para consumo doméstico. La apropiación del agua palestina a través de la empresa Mekorot no es más que otro ejemplo de los esfuerzos de Israel por explotar los recursos de los territorios ocupados.

La población palestina se ha multiplicado más de nueve veces desde la Nakba en 1948, según la Oficina Central de Estadística de Palestina.

El 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia y sometió a más de 800.000, de un total de 1,4 millones, palestinos a una migración forzada hacia Cisjordania, la Franja de Gaza y los países árabes contiguos, por lo cual los palestinos llamaron al 15 de mayo Nakba (catástrofe en árabe).

A través de un comunicado publicado con motivo del aniversario 72 de la Nakba, la oficina informó que el número de palestinos dentro y fuera de Palestina alcanzó los 13,4 millones, de los cuales más de la mitad viven en los territorios ocupados e Israel.

Por su parte, la cifra de palestinos refugiados en 2019 alcanzó los 5,6 millones, según datos de La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).

La oficina indicó que el 28,4% de estos refugiados viven repartidos en 58 campamentos para refugiados oficiales de la UNRWA, con 10 en Jordania, nueve en Siria, 12 en Líbano y 19 en Cisjordania, incluida Jerusalén, y 8 en la Franja de Gaza.

No obstante, estos números no incluyen a los refugiados palestinos que no están registrados como tales en la base de datos de la UNRWA, ya que esta no comprende a los palestinos desplazados después de 1949 y de la guerra de 1967. Según los datos gubernamentales palestinos de 2017, los refugiados suponen el 43% de los palestinos que residen en los territorios palestinos.