Todas las semanas se emite por el canal de Youtube de Conclusión un ciclo que buscará acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, abordará diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo, Robby Glesile, migrante haitiano y activista por los DDHH, profundizó sobre los discursos de odio que se expanden a lo largo y ancho del planeta generando una profunda crisis subjetiva dándole paso a la violencia física. Una peligrosa manifestación de supremacismo que tiene el peligroso aditamento de ser amplificadas conscientemente por los distintos medios de comunicación que ofician de ariete para poder llegar a cada rincón del globo.

 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), define a los discursos de odio como “cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o conductual, que ataca o utiliza lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo sobre la base de quienes son. En otras palabras, sobre la base de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad.

Cabe destacar, que la crítica hacia un partido político no estaría relacionado a un discurso de odio, sino que forma parte del juego democrático siempre y cuando se respeten las bases del mismo. Para que exista un discurso de odio, debe existir una incitación a la violencia, y eso es lo que se viene palpando explícitamente en nuestro país y en otras partes del mundo.

A nivel internacional los discursos de odio están relacionados con minorías, pero las dos convenciones existentes, como lo son el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y la Convención Americana de Derechos Humanos, son más abarcativas respecto de los grupos de personas.