Si bien se cree que existía desde hacía siglos, la polio como enfermedad no llamó la atención de la comunidad médica hasta el siglo XIX, cuando la medicina comenzó a dividirse en especialidades.

En la segunda mitad de ese siglo comenzaron a surgir hospitales y clínicas dedicados a estas especialidades como la ortopedia, la neurología o la pediatría.

Fue en este contexto que empezaron a llamar la atención los enfermos de polio. En particular las casos de parálisis infantil que afectaban a niños menores de 6 años, sobre todo a varones.

Muchos de ellos empezaban a mostrar síntomas de manera repentina: en la noche iban a dormir perfectamente sanos, luego tenían fiebre y por la mañana se despertaban sin poder sentir sus piernas.

En la mayoría de los casos la parálisis era irreversible y el niño no volvía a recuperar el uso de sus piernas.

El mal fue categorizado como un problema neurológico, que afectaba a los nervios de la espina dorsal. Y la parálisis infantil —también conocida como parálisis matinal— adquirió un nombre oficial: poliomielitis.

La palabra, de origen griego, significa una inflamación de la materia gris —o polio— de la médula espinal.

La prensa estadounidense la apodó simplemente «polio».

 

Fuente: BBCMundo