Por Marcelo Chibotta

Si bien los informes científicos no dan cuenta del origen de la pandemia de coronavirus, se extendió la versión indemostrable que todo comenzó cuando un chino tomó algo así como una sopa de murciélago y el primer lugar de contagio fue un mercado de la ciudad de Wuhan.

Otras versiones más extrañas le echan la culpa de la transmisión a un exótico animal, el pangolín, que existe en África y Asia, tiene la capacidad de hospedar al virus y fue consumido por humanos.

Ambos argumentos, probablemente utilizados para desviar otro tipo de presunciones más vinculadas a las nuevas formas que toman las guerras en este siglo XXI, no soportan algunas simples preguntas: ¿acaso ambos animalitos no son ingeridos desde hace tiempo? ¿Y no hubo antes consecuencias como las actuales? Y si el virus muere a los 25 grados centígrados, ¿fueron comidos crudos?

Tal vez estas inquietudes expongan la ignorancia de quien esto escribe, que además recurre al más llano sentido común para desentrañar la génesis de este problema complejo.

En cambio, y todavía en el campo de las hipótesis, lo que efectivamente puede dar más que indicios de la súbita aparición de la novedosa pandemia, son las declaraciones y las acciones de quienes forman parte de las élites que ostentan el poder real en el mundo.

La acción más notable y sugerente fue un simulacro de pandemia que el 18 de octubre de 2019 se organizó en la ciudad de Nueva York alertando, justamente, sobre los estragos sanitarios y económicos que podía ocasionar la irrupción del coronavirus.

Bajo el nombre de Event 201, la actividad contó con la presencia de 15 líderes de gobierno, de empresas y del campo de la salud que debatieron y dramatizaron sobre la incierta situación que podía producir una emergencia de las características que el Covid-19 nos muestra por estos días.

El lugar del encuentro fue el hotel Pierre de la ciudad norteamericana de Nueva York y contó con una audiencia de 130 personas como invitados especiales.

¿Quiénes prepararon la actividad? El Centro Johns Hopkins (que ofrece el mapa en línea y en tiempo real de la evolución de la pandemia desde los primeros momentos), el Foro Económico Mundial y la Fundación de Bill y Melinda Gates.

Similar a los 3 ejercicios anteriores del Centro, Clade XDark Winter y Atlantic Storm, el Event 201 tuvo como objetivo preparar a los integrantes de la experiencia sobre los protocolos a seguir y hacerles comprender los desafíos urgentes a los que podrían estar expuestos a la hora de enfrentar la crisis.

Para sorpresa de muchos de nosotros, el simulacro realizado cinco meses antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara la emergencia global, ofreció precisiones sorprendentes ya que los participantes debían debatir sobre la conformación de una pandemia, exactamente de un coronavirus, pero no en China sino en Brasil, por la transmisión desde los murciélagos a los cerdos de granjas y de éstos a los seres humanos.

Las presunciones del evento continuaron el camino de manera casi idéntica a lo que hoy vivimos en la realidad: desde las primeras transmisiones entre personas, pasaban a barrios densamente poblados de alguna gran ciudad sudamericana y luego explotaba para pasar vía aérea a Portugal, Estados Unidos, China y demás países.

En el Event 201 no aparecieron vacunas durante el primer año, se contó con la posibilidad de usar un antiviral que ayudaba a los enfermos pero que no detenía la exponencial transmisión, se acumulaban muertes y dejaba consecuencias económicas y sociales graves después de 18 meses, con un saldo de 65 millones de muertos.

Finalmente, los participantes concluyeron en que se logró descubrir la vacuna que dejaba inmune a casi el 90 % de la población y el coronavirus quedaba reducido a una enfermedad endémica infantil.

En la ocasión, el científico, investigador y académico representante del Johns Hopkins, Eric Toner, dijo que la simulación no estaba enfocada principalmente “en el número de muertes” sino que “fue para señalar que podría haber consecuencias sociales y económicas de una pandemia grave y no solo consecuencias para la salud «.

Lo que vale hacer en este momento, es cotejar ese impresionante número con las previsiones del virólogo estadounidense, Antony Fauci, quien dijo este domingo que el peor escenario en la realidad que atravesamos, arrojaría un total de 200.000 muertos e indicó que nunca en su vida se llegó a ese peor escenario.

Otras sugestivas coincidencias

El camino establecido por la dialéctica hegeliana, que afirma que cada tesis tiene su antítesis y que de tal enfrentamiento surge una síntesis, parece ser el elegido en esta, como en otras tantas ocasiones.

Dicho de otra manera, es el método que aquellos que pretenden dominar y controlar situaciones, primero generan el problema, estiman cuáles serán las reacciones y finalmente ofrecen las soluciones que tenían planificadas de antemano; naturalmente, siempre favorables a sus intereses.

Sabido es que la élite que controla gran parte de los vaivenes de este mundo aplica habitualmente este mecanismo, tanto para generar guerras o crisis económicas y sociales.

La historia da cuenta de muchos de estos casos, y esta situación puede ser otra más, con el cada vez más afinado uso de los recursos que están reorientándose y que suplantan la fabricación de armas convencionales por la de las biotecnológicas.

Algunos casos que pueden ilustrar la afirmación

Más allá de la apócrifa frase atribuida a Christine Lagarde al respecto de que “los ancianos viven demasiado” que eso es “un riesgo para la economía global” y que hay que “hacer algo y ya”, lo cierto es que documentos y acciones del FMI insistieron sobre recortar jubilaciones y retrasar la edad jubilatoria, ya que “el coste de envejecimiento – que ya es enorme para los Gobiernos, las empresas, aseguradoras y particulares – aumentaría un 50 % en las economías avanzadas”, si la población vive tres años más de aquí al año 2050. Casualidad o no, el coronavirus se lleva principalmente la vida de los más grandes.

En tanto, Bill Gates durante una charla Ted de 2015 afirmó que “si algo ha de matar en las próximas décadas, probablemente sea un virus muy infeccioso más que una guerra.  No misiles, sino microbios”.

El creador de Microsoft y hoy hombre preocupado por las cuestiones de salud global, se quejó de “la gran inversión en disuasivos nucleares”, pero en cambio “muy poco en sistemas para detener epidemias”.

“No estamos preparados para detener epidemias”, consideró, para después comparar la situación actual con el brote de ébola que afectó al Congo en un tono sugerentemente profético: “La próxima vez podemos no tener la misma suerte, podría ser un virus con el que los transmisores no se sientan tan mal y puedan viajar en avión o ir al mercado”.

Gates fue un poco más allá cuando allí mismo afirmó que “la fuente del virus podrá ser una epidemia natural como la del ébola o puede venir del bioterrorismo”.

Por otra parte, del Event 201 también participó el gigante farmacéutico Johnson & Johnson que al momento en que el coronavirus se había llevado 100 vidas en China, anunció que ya estaban trabajando en el desarrollo de una vacuna.

La empresa tiene antecedentes comprometedores ya que fue condenada por el juez Thad Balkman, en agosto de 2019, a pagar 572 millones de dólares debido a que utilizó publicidad engañosa para vender analgésicos altamente adictivos.

También tuvo que desembolsar 344 millones de la misma moneda, tras la condena del juez Eddie Sturgeon, quien dictaminó que la compañía realizó una publicidad engañosa para la comercialización de una malla pélvica para mujeres, de la cual conocía los riesgos potenciales y los efectos secundarios antes de lanzarla al mercado.

Asimismo, sabida es la participación fundamental que las empresas aéreas tienen en la pandemia y la intervención de un directivo de la alemana Lufthansa estuvo orientada a la situación económica hipotética por la que transitaría su empresa.

En su caso afirmó que si recortan “un 20 % las reservas de vuelos durante un largo período, las compañías aéreas van a quebrar”.

La otra piedra angular de esta historia, la Fundación Bill y Melinda Gates expuso en el encuentro a través de su representante que “existe un complejo conjunto de problemas en un mundo muy interdependiente y la cadena de suministro tiene que funcionar a tiempo. Necesita especificidad y conocimiento que sólo tiene el sector privado. Las compañías saben dónde están los productos y cómo moverlos”.

A su turno, el vocero de la Fundación UPS, de la empresa internacional transportadora de paquetes que lleva el mismo nombre, también dejó sentada su postura en el Event 201: “No despreciemos el hecho de que la cooperación entre los proveedores de la cadena de suministro o negocios, que tienen grandes cadenas de suministro, puedan añadir mucha eficiencia en todo el proceso”.

El interés económico de UPS termina siendo validado socialmente por su fundación que reza en su sitio digital: “Vea cómo la Fundación UPS está respondiendo a las necesidades sociales, ambientales y humanitarias más apremiantes del mundo”.

Esta historia, indefectiblemente continuará…