Las maestras y maestros argentinos celebran su día -11 de septiembre- fuera de las escuelas, con festejos virtuales y extrañando a los alumnos, en un año marcado por la pandemia de coronavirus, en el que muchos patios donde se hacían los actos se convirtieron en lugares de acopio de canastos de comida que, cada 15 días, los docentes entregan a familiares de los alumnos de hogares vulnerables.

Maestros de distintas provincias señalaron que el desafío histórico que vivieron al educar a distancia durante el aislamiento servirá para «revalorizar el rol del docente y que la educación sea prioritaria», así como la conectividad que permitió a escuelas rurales y de parajes alejados no perder el ciclo lectivo.

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Si bien las y los educadores abrieron las puertas de sus casas para impartir las clases diarias por plataformas de internet, muchos de ellos confiaron que aunque «la tecnología es parte de lo cotidiano» en los chicos, para poder aprender la relación con «el maestro y la escuela son irremplazables».

Esta situación es un hecho inédito desde aquella primera vez, en 1943, que se estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro en la Argentina, en conmemoración al fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, allá por 1888.

La corriente historiográfica oficial considera a Sarmiento como el «padre del aula», “guía de la niñez argentina”, “Maestro de América”, “Sarmiento el soñador, -que- sigue soñándonos”. Por ella es que también se ha mandado y se manda a cantar “el himno a Sarmiento” a los alumnos primarios y secundarios y que está vigente la ley que declara el 11 de septiembre como el Día del Maestro.