Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Arturo Jauretche, un hombre supo ser un referente en el país, por su lucha a favor de los derechos de los trabajadores. Además, dejó un legado en los intelectuales.

El 13 de noviembre de 1901 nació en Lincoln, Buenos Aires, y fue el mayor de diez hermanos.

En su juventud militó en el Partido Conservador para luego enrolarse en el yrigoyenismo, y en 1930 fue protagonista de la lucha callejera contra los gobiernos de los generales José Félix Uriburu y posteriormente de Agustín P. Justo para ser luego parte de la fundación de Forja («Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina»), constituida bajo el lema «Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre».

Desde allí denunció junto a sus amigos el Estatuto Legal del Coloniaje, levantándose su voz en las improvisadas tribunas esquineras, erguido sobre cajoncitos de cerveza, apostrofando las entregas y los latrocinios de la llamada Década Infame.

Desde 1946 hasta 1951 fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires y, al producirse la Revolución de 1955, volvió a la lucha política «en defensa de los diez años de gobierno popular».

Por esa misma lucha, es hoy un referente para muchos en el país. No sólo para intelectuales, sino también para obreros y trabajadores, que ven en su figura la de un luchador por los derechos de todas las personas.

Tal es así que, el día 13 de noviembre se conmemora por ley, el «Día del Pensamiento Nacional», en homenaje a su nacimiento.

La prosa de Jauretche se emparentaba con la antigua tradición de los Hernández, Sarmiento, Mansilla y Balestra, entre otros. Era una prosa «hablada», pues no solía escribir, dictando sus artículos después de imaginarlos. Ese estilo será el que satirizará y demolerá, política y estéticamente, a la petrificada cultura aristocrática, logrando cautivar a importantes sectores de las clases medias.