Por Alejandro Maidana

Indisimulable, esa es la palabra que puede resumir el impacto ambiental que viene padeciendo el arroyo Ludueña junto a la biodiversidad que lo rodea. Una agresión constante, un desprecio sumamente explicito sobre la vida de un lecho de agua que supo cobijar a distintas generaciones que disfrutaban de sus bondades. La naturalización de su proceso contaminante, sigue encontrando una férrea resistencia por parte de aquellos que no se resignan.

A la falta de respuestas políticas, a esta altura de la historia nada que sorprenda, se le suma la desidia de empresarios a los que le resulta más cómodo pagar una multa por mala administración de residuos, que invertir para poder operar como corresponde. La educación ambiental vapuleada de manera incesante, al igual que los reclamos de aquellos que no claudican ante tamaña demostración de desprecio por la vida.

La realidad sigue mutando ante la mirada impertérrita de quienes la padecen, y la opulencia de quiénes han consolidado un paradigma tan destructivo como incomprensible. Para recordar el disfrute familiar de las portentosas cataratas del Arroyo Saladillo, y las bondadosas aguas del Ludueña, deberíamos remontarnos décadas atrás, momento en que poco se pensaba de lo que era capaz el “progreso”.

Te puede interesar: Las aguas del Arroyo Ludueña no envidian a las de Chernobyl

Los veranos del Arroyo Ludueña se repiten daño y abandono una y otra vez, ya que el mismo a no tener correntada, permite visibilizar el profundo impacto que tienen sus aguas producto de la acción de la especie mas destructiva del planeta, la humano. El arroyo oficia concretamente de “reservorio de mierda”, así tajantemente lo definen aquellos que habitan en cercanías del mismo, ya que distintos caños, hoy visibles por la bajante, han dejado ver explícitamente la finalidad para lo que fueron colocados.

Aquí tenemos una casilla de aguas que también se suelen ver en otros lugares de la ciudad, que supuestamente licuan el agua de las cloacas, el que se encuentra en Mendoza y el puente cuando se rebalsa el sistema y ya no puede llevar adelante su actividad, a través de un caño decanta en el arroyo. Esto es lo mas visible y algo que he podido comprobar personalmente, ya que tiene relación directa con la formación de las aguas blancas que suelen ganar terreno en el arroyo Ludueña”, indicó Marcelo Ferraro. Un vecino que no se resigna ante tamaña demostración de desidia en dialogo con Conclusión.

Quiénes asisten cotidianamente a lo dantesco del panorama, no dudan en afirmar que, si bien se ha podido detectar el mencionado accionar durante la mañana, por las noches y gracias al cobijo de la misma, es donde se vierten la mayor cantidad de desechos. Desde camiones atmosféricos a decenas de caños provenientes de distintos barrios, hacen que la vida de uno de los cursos de agua más disfrutables tiempo atrás, hoy se vaya apagando paulatinamente ante el desinterés manifiesto de quienes deberían velar por preservación.

Te puede interesar: Arroyo Ludueña: la agonía de un curso de agua urgido de control y preservación

Macelo Ferraro tomo el toro por las astas y se encargó de hacerles llegar al ministerio de medio ambiente tanto municipal como provincial, distintas carpetas con material contundente que fueron desestimados al poco tiempo. “Lo único que hicieron fue autorizar la limpieza de las costas, algo con más tinte propagandístico que otra cosa, la parte política lo sabe, la judicial también, por ello denunciamos que han abandonado a su suerte al arroyo. Lo mismo sucede con el Saladillo, lamentablemente podes arrojar en los mismos desde un cuerpo hasta ácido, sin que nadie intervenga. Los ministros de medioambiente no conocen los arroyos, jamás los han caminado, imagino que solo los han visto cuando les toca circular por los puentes que los atraviesa”.

La problemática del agua blanca y el hedor que la acompaña, viene siendo materia de denuncia verano tras verano, si bien la respuesta estatal aún brilla por su ausencia. “En lo particular ya no se mas que hacer, todos lo saben y se hacen los desentendidos. Hoy por hoy lo más preocupante y visible tiene que ver con el accionar de Aguas Provinciales, algo paradójico, ya que ellos deberían velar por la seguridad de los cursos hídricos. Sostengo que, si no les interesa el arroyo, tápenlo, o declárenlo como zanja. No puede ser que en esta ciudad se naturalicen las muertes, la mugre, las veredas rotas y los pozos, y daría la impresión que la única solución aportada por el municipio es poner cámaras para hacer multas”.

Te puede interesar: Algo huele mal en barrio Puente Gallego y alrededores

No solo no hay ideas que puedan ser traducidas en acción para torcer la esquiva realidad de los cursos de agua y la creciente contaminación de los mismos, tampoco hay vocación política para llevarlo a cabo. “Es un disparate lo que estamos viviendo, mientras que los rosarinos tenemos dos arroyos maravillosos que han sido devastados, pagamos una fortuna de dinero para poder ir a mojar las patas a uno de Córdoba o de otra provincia. Quiero lograr poder llevar a mi hijo al arroyo para que pueda ver pescaditos, tortugas o aves acuáticas, no volver de cada visita con bolsas repletas de mugre. Este es un problema político de todas las banderas, a ninguno le importa un carajo, solo que su prensa le saque una fotito mientras para la tribuna junta un poquito de basura del arroyo. La clase política que puede pedirle a la sociedad, si desde arriba se baja la línea de la corrupción, la desidia, el desinterés, la farsa y la especulación”.