Por Gisela Gentile

Desde 2014 “La hoja” se conformó como Cooperativa y es llevada a adelante por sus trabajadores, luego de que la justicia decretara, en 2008, la quiebra de la empresa rosarina de Martin y Cía.

Una historia plagada de lucha y resistencia que debe ser contada por sus protagonistas, aquellos que no claudicaron y se organizaron para conservar sus puestos de trabajo y hacer más grande una marca rosarina conocida en el país y el mundo.

Esta causa tramita el Juzgado Civil y Comercial Nº 12 que era un juzgado que al momento de quebrar Martin y Cía. estaba bajo la órbita de un juez que a los pocos años fallece. Dicho Juzgado queda bacante durante años, hasta que nombran al doctor Fabián Belicia.

La quiebra era un tanto desordenada, había otras empresas que llevaban a cabo la explotación de los yerbales, por lo cual este juez decide ordenar esta situación. Al principio decidió rematar todos los bienes, siendo allí, donde todos los trabajadores se juntan para pedirle que no lo haga, ya que se creían capaces de llevar adelante como cooperativistas la explotación. Necesitaban realmente esa oportunidad, ya que ellos sabían cómo hacerlo.

«El juez ante de autorizar a la Cooperativa a explotar los activos de la quiebra viaja a Misiones, ya que le habíamos contado que esto no era solamente mantener fuentes de trabajo ya que había toda una vida socio-cultural, que de hecho la hay aún», remarcó la abogada Marcela Macelari en diálogo con Conclusión.

Los activos de la quiebra incluyen campos de yerba de 900 hectáreas dispersos en un total de 2600 hectáreas de selva. «Dentro de esa selva están las tierras de plantación, en donde habitan tres comunidades de Guaraníes que son preexistentes, y conviven con los trabajadores de la Cooperativa. A lo que se le suma, dos escuelas bilingües construidas por el mismo fundador de Martin y Cía. que siguen funcionando».

La Cooperativa brindó de esta manera una solución socio-cultural que no habría sido posible si un tercero intentaba comprar la quiebra, ya que los habitantes de esas tierras no fueron expulsados. «El juez estuvo una semana, recorriendo, observando y cuando volvió autorizó a la cooperativa a explotar estos bienes, fijando un alquiler que desde el 2015 se viene pagando. Martin, hace más de 40 años sacó un crédito muy grande que nunca pagó. Los trabajadores en su momento, para frenar el posible remate, hablan con la entidad bancaria, llegamos a un arreglo y se le terminó de pagar el año pasado».

Las cuentas estaban claras, las deudas adquiridas por sus fundadores se habían pagado y estaban por escriturar. «Cuando íbamos a escriturar esos derechos que tiene el Banco Nación reaparecen los herederos de Martin y Cia. Como por la Justicia Civil no había por donde entrar, porque todo fue hecho de manera prolija y trasparente, se dirigen a la Justicia Penal para recuperar la empresa que sus antepasados quebraron; diciéndole que la Cooperativa destruía los campos de yerba para comprarla a precio vil y después rematarla. Una completa locura ya que los trabajadores jamás irían sobre su principal sustento, la yerba».

Esta presentación vino a ralentizar una operación de compra que estaba por realizarse. La quiebra también incluye 1900 hectáreas en Santiago del Estero, que no son explotadas por la Cooperativa. «Viajamos hasta allí, fuimos a ver las tierras y comprobamos que las mismas estaban habitadas, allí hay censadas comunidades Tonocotés y Diaguitas. Por ello, le remarcamos al juez que si va a vender todo; la Cooperativa también compraría esas tierras y se las donaría a estas comunidades para que no puedan ser desalojados de allí» concluyó la representante legal.

«Para nosotros fue todo muy nuevo, fueron pasando los años y realmente entendimos que era una Cooperativa y el valor de la misma. Acá somos todos socios, si bien hay un Consejo de Administración, un Síndico por cuestiones de organización, todos tiramos para el mismo lado. Desde los que trabajan en el campo hasta los que están en la oficina” enfatizó Fernando Córdoba síndico de la Cooperativa “La hoja”.

En todos estos años se mejoró la calidad y producción, «estamos orgullosos de lo que hacemos, cuando la tomamos vendíamos 200.000 kilos por mes y hoy estamos en 800.000. Cuando quiebra Martín y Cía., Rosario no estaba habilitada, cuando comienza a estar en manos de sus trabajadores se puso todo en su lugar y al día».

«La Cooperativa es un gran esfuerzo, confiamos en el juez que sabe y siente lo que estamos llevando adelante porque lo vio. Saben de dónde venimos, como estábamos, y como es nuestro presente” concluyó el trabajador.