Por Alejandro Maidana

Las quemas de los humedales gozan de absoluta impunidad, mientras que quienes deben brindar respuestas continúan impertérritos ante la dantesca realidad, el ecocidio avanza al igual que las enfermedades respiratorias. El escenario es desolador, las respuestas son tan escasas como el agua que no llega gracias a los efectos de “la niña”. Mientras tanto, distintas organizaciones preparan para los próximos días (3 y 4 de septiembre) un corte en el Puente Rosario – Victoria que incluirá una vigilia y posterior movilización.

Si bien circulan los nombres de quienes serían los empresarios vinculados a las quemas en las islas, la justicia parece encontrar permanentes escollos para poder avanzar contra los mismos. Situación que se repite una y otra vez cuando son los de arriba quienes deben ser interpelados por una justicia adicta al poder económico. Donde hubo fuego cenizas quedan, donde hubo fuego hay responsables, si bien parece ser que la cadena de complicidades es tan amplia cono transversal.

En los últimos días, distintas versiones instalaban una de las muchas hipótesis que se encuentran pululando en los distintos medios, incluso en el imaginario público. A la quema productiva que busca que las pastura crezcan frescas y saludables para el animal, se le suma la de las quemas intencionales por parte de aquellos que deberían velar por la integridad y seguridad del pueblo. Allí las “órdenes” de más arriba empujarían a tomar decisiones alejadas a las racionales para sembrar más dudas y alejar las certezas.

Daniel Buelink Tulian es brigadista forestal, desde muy pibe debió enfrentarse a los impiadosos incendios que suelen azolar las sierras cordobesas. Criado y curtido en el monte punillense, Daniel conoce lo que es medirse con el fuego luchando contra el mismo con lugareños, indígenas y bomberos. Días atrás aprovechó su estadía en la ciudad de Rosario para acompañar a brigadistas del Paraná a combatir un foco ubicado en el kilómetro 15 camino de Rosario a Victoria. Allí se escribiría una nueva historia que invita a seguir escudriñando en el origen del infierno que se expande desde el vientre de las islas.

Cuenta el brigadista cordobés en dialogo con Conclusión, que en el lugar había aproximadamente 10 bomberos entrerrianos, por ello solicitó la posibilidad de trabajar en conjunto. “Uno de ellos dijo que sí, mientras nos aconsejó que aguardáramos del otro lado del alambrado ya que iba a intervenir un avión hidratante. Dicho esto, ratificó que luego de ello podíamos realizar el trabajo de perímetro en conjunto. Hicimos lo que nos dijeron, pasó el avión, íbamos a hacer perímetro y apareció un jefe no identificado (decían ser bomberos de Colon Entre Ríos) diciéndonos que nos retiremos porque iban a hacer contrafuego”.

El brigadista sostuvo que el foco era tan pequeño que se podía apagar incluso con chicote, no tenía la magnitud para realizar un contra fuego, ni siquiera para usar mochilas con agua, menos aún un avión. “Impulsivamente tomé la valentía y con mi compañero Facundo apagamos en conjunto los foquitos, pero cuando terminamos la tarea, atrás nuestro se inicia el contra fuego gestionado por los bomberos. Ahí nos dimos cuenta de que prendían fuego por prender, me acerqué a uno de ellos, hubo un tironeo, ellos reconocieron que estaban equivocados, que no era el trabajo que deberían hacer, pero que seguían órdenes de las autoridades. Volvimos a la base para reunirnos y tomar una decisión, ya que los bomberos nos estaban echando, luego llegó gendarmería con órdenes de sacarnos del lugar, y entre charla y charla también reconocieron que los focos son intencionales y que el trabajo que se estaba realizando era incorrecto”, enfatizó.

Una situación sumamente engorrosa que desnuda una telaraña de complicidades que hacen más difícil enhebrar una teoría sin caer en saco roto. “Lo extraño y preocupante, es que, si bien gendarmería nacional reconoció lo antes mencionado, igualmente decidió apartarnos del lugar, anulando así la posibilidad de poder ir a apagar el fuego. Todos cumplían órdenes, se encargaron de reafirmarlo una y otra vez. Gente de Rosario y del Delta del Paraná, por favor, les pido que despierten y tomen conciencia que se está quemando su casa y los que la queman son los mismos que responden a sus autoridades. Esto es un ecocidio, fuego intencional con un trasfondo difícil de comprender, ya que hay poderosos tapando la realidad y con intereses mayores que atentan contra la vida. Unirse a los brigadistas podría desenmarañar lo que se viene tramando, este es un humo político y está alimentado por intereses oscuros”.