Desde ayer la comunidad judía celebra durante dos días la llegada del Año Nuevo Hebreo o el Rosh Hashaná. Se trata del comienzo del año 5776 y además con Rosh Hashaná empiezan los 10 días de Teshuvá (reflexión, arrepentimiento y volver al camino), que duran exactamente hasta el Día del Perdón (Yom Kipur).

Luego del Pesaj -Pascua- esta es la segunda fiesta por excelencia que 250 mil argentinos que practican esta religión en el país celebran en templos y con familia, siendo así, una de las comunidades judías más importantes del planeta.

Entre los festejos, varias entidades judías envían al Interior del país a jóvenes seminaristas para el Mitza (hacer el bien) en las ciudades o pueblos con escasos religiosos, ya que no se puede hacer un rezo si no hay diez personas.

“Tengamos todos un Rosh Hashaná profundo, de superación, de renovación, donde recibamos todas las bendiciones cada uno individualmente de su familia, su comunidad, su país y el mundo entero, para poder realmente tener el privilegio de poder cumplir con esta misión que tenemos en la vida”, dijo el rabino Tzvi Grunblatt, director de Jabad Lubavitch, la organización que también tiene sede en Argentina.

Durante la cena de esta celebración se comen alimentos simbólicos, como la manzana con miel, que señala un comienzo de año dulce; la jalá agula (el pan redondo) que indica el cierre y comienzo de una nueva etapa; y la cabeza de pescado, para iniciar por la “cabeza” y no por la cola.

Otras comidas que pueden saborearse en nuestro país, por ejemplo, son falafel, jala, budín de dátiles y nueces, mielitas y lajmayin de verdura. También se come puerro, remolacha, espinacas, zanahorias y calabaza. Entre las frutas, manzanas y granada.