Por Alejandro Maidana

Sensaciones atravesadas de manera constante por una ambigüedad que suele ganar terreno cada vez que el cielo comienza a tronar. De esta manera transcurren los días de aquellos visitantes de un paraje encantador que entremezcla de manera exquisita, las bondades del balneario con la actividad pesquera.

Poco más de 90 kilómetros separan a Rosario de este terruño ideal para abandonar al menos por un rato, los males que acarrea la vida citadina. Su arroyo, siempre generoso para quienes llegan hasta él para “mojar” anzuelos o disfrutarlo desde arriba de un kayak surcando sus seductoras aguas. El río Coronda, aquel que acaricia con frescura la humanidad de los bañistas, se erige como un verdadero faro que ilumina la vida de distintas especies de animales.

Pero toda rosa carga con sus espinas, y la Boca de Monje encuentra en su camino de tierra, una trampa letal para todo aquel o aquella que intente atravesarlo cuando la lluvia dice presente. Cabe destacar que el camino cuenta con alrededor de 8 kilómetros de longitud, desde el cruce con Ruta Nacional 11 y Ruta Provincial 65 hasta el ingreso a la costa.

Si bien es preciso destacar que en distintas oportunidades el presidente comunal de Monje, Pedro Severini, expresó la necesidad de solucionar el problema que origina el ingreso a la costa, hasta el día de la fecha no hubo avance alguno. El ripiado es una necesidad imperiosa tanto para los moradores, más de 300 personas, y los miles que eligen a La Boca todos los fines de semana. Por ahora, las promesas siguen navegando en el mar de las falacias.

Para precisar los detalles de lo angustiante de la situación, Conclusión dialogó con vecinos y visitantes del lugar que no dudaron en brindar sus posiciones. Alejandro Forconi es el propietario del <Quincho de pescador>, parada obligada para los amantes de la pesca y la navegación, sobre lo karmático de la situación sostuvo, “Este es un problema histórico que queremos erradicar, cuando el pronóstico de lluvias llega a La Boca, la angustia e incertidumbre se apodera de nuestros días”.

Una engorrosa situación oficiaría de disparador para profundizar los reclamos. “Semanas atrás subí un video que explicitaba el mal momento vivido junto a mi hijo Damián debido a lo intransitable del camino. Puesto a que nos quedamos sin carnada en el local y muchos de los clientes estaban aguardando las mismas, tuvimos que llegarnos con la camioneta al pueblo para retirarlas ya que llegar a este lugar después de una lluvia es una odisea”, comentó.

Es imposible no traer a colación el feo momento que me tocó pasar cuando nuestro vehículo se sale de la huella, allí mi hijo baja a empujar la camioneta de costado cayéndose al lodazal. Es en ese preciso instante yo lo pierdo de vista creyendo que se había caído debajo de las ruedas, sinceramente imaginé lo peor que por suerte no ocurrió”.

Una encerrona que perjudica a los vecinos del lugar y a quienes deciden visitarlo, “los chicos después de una lluvia no pueden llegar a sus escuelas, los turistas que se alojan en los complejos de cabañas suelen caerse a la zanja lateral del camino. Si bien la Comuna le presta auxilio con su tractor, si el incidente sucede en altas horas de la noche, los damnificados deberán esperar hasta el otro día. Las ambulancias y la policía (La Boca no tiene efectivos propios) no ingresan al balneario cuando el camino se encuentra de esta manera, han existido casos de mujeres embarazadas que estuvieron a punto de perder su bebé, y urgencias que lamentablemente han terminado de la peor de las formas”, enfatizó.

Ser comerciante en un lugar inestable en torno a la afluencia del turismo, “en mi caso cuando el camino impide el ingreso de visitantes, lo cotidiano se me hace cuesta arriba, ya que los impuestos son muchos y se hace muy difícil abonarlos. Por ello solicitamos una solución definitiva para una problemática que data de muchísimos años”, concluyó Forconi.

Jonathan Vergara es habitante de La Boca de Monje, y dueño de una voz calificada a la hora de la crítica. “Soy nacido y criado en este lugar, en cuento al camino, los días de lluvias lo convierten en intransitable, situación que genera que el turismo elija otro destino. Muchos de los chicos que viven acá, han tenido que dejar sus estudios ya que les resulta imposible llegar hasta la escuela que se encuentra en el pueblo.”

La lucha por el ripio, la clase política, un fin colectivo. “No buscamos parecer revolucionarios, pero lo cierto es que buscamos una solución definitiva al tremendo inconveniente que representa el camino. No estamos exigiendo una pavimentación, pero si una mejora que posibilite el ingreso y egreso al balneario. Estamos cansados de oír promesas en tiempos de campaña política, han pasado muchos dirigentes con un eslogan repetitivo que todavía no se pudo plasmar en hechos concretos”.

Quién también brindó su punto de vista fue Ramón Chavero, rosarino y asiduo visitante de La Boca. “El camino rural que debemos hacer con mi familia cada vez que decidimos viajar a Monje, se convierte en una verdadera trampa cuando llueve. Desde 1986 visitamos este hermoso lugar, derrotero que nos ha encontrado padeciendo muchas dificultades. A mi padre le tocó caerse con su vehículo en la zanja de que acompaña el camino de tierra, teniendo que pasar la noche en el auto debido a una severa tormenta y la imposibilidad de la Comuna en prestar auxilio. Cabe precisar que junto a mi madre y mi hermana que era muy pequeña, tuvimos que caminar unos 4 km para llegar a destino”, comentó.

Conocemos casos de muertes evitables debido a la imposibilidad del ingreso de ambulancias, y del egreso de vehículos. Como turistas queremos exponer nuestras experiencias, ya que genera mucha incertidumbre preparar un viaje hacia La Boca cuando lo climático amenaza con lluvias. En abril del año pasado mis padres tuvieron que quedarse una semana más de lo previsto, ya que no podían abandonar el lugar por el estado del camino después de 15 días de lluvias”.

Un paraje bellísimo con gente muy amena, “amamos este lugar, a nosotros nos gusta mucho la pesca, el aire libre, pero tristemente el camino nos impide disfrutar más seguido. Solo una 4×4 te garantiza no quedarte a mitad de trayecto, pero después la otra realidad también golpea duro, ya que una vez que la tierra se seca, las huellas que dejan estos vehículos, deterioran a los autos que deben transitar el mismo camino”.