La Tierra perdió un área de selva tropical virgen equivalente a un campo de fútbol cada 5 segundos en 2022 y, más de la mitad de esa destrucción ocurrió en Brasil y Bolivia. Así lo revela un estudio de la publicado este martes por el Instituto de Recursos Mundiales.

El área total quemada o talada, es de 41.000 kilómetros y equivale a las superficies de Suiza o Paises Bajos. Además el estudio afirma que se tratan de árboles maduros y autóctonos y que el total deforestado en 2023 se incrementó un 10% en relación al año anterior.

El informe fue elaborado a partir de imágenes satelitales, obtenidas a través de su plataforma de información satelital dedicada al control de la deforestación, Global Forest Watch (GFW). El mismo alerta, particularmente, sobre la situación en la selva amazónica. Las pérdidas en Brasil representaron el 43% del total y en Bolivia el 9%. En tanto, la República Democrática del Congo perdió 13%.

En el caso de Brasil, la deforestación aumentó un 15% en 2022 y, en ese sentido, vale recordar las duras críticas recibidas por el gobierno de Jair Bolsonaro por sus escasa políticas medioambientales.

Ahora, se espera que el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva cumpla sus promesas de defender la Amazonia, uno de sus ejes de campaña

Los defensores del desarrollo económico del gigante sudamericano aducen que buena parte de esa deforestación ocurre en tierras privadas.

Los científicos advierten que, si la cuenca amazónica se transformara en sabana, es decir, en una superficie sin árboles, se desconoce las consecuencias para el planeta, ya que la Amazonía retiene en sus selvas unas 90.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que representa dos veces las emisiones anuales mundiales.

En el caso de Bolivia, la pérdida de selva tropical fue equivalente a unos 4.000 kilómetros cuadrados, un incremento del 32% respecto a 2021.

«La mayor parte de la pérdida ocurrió dentro de las áreas protegidas, que cubren las últimas regiones de bosque primario en el país», explica el informe, que da cuenta de que la producción de cacao, la extracción de oro y los incendios fueron los principales causantes de esa quema o tala.

La directora del GFW, advirtió que «estamos perdiendo una de nuestras herramientas más eficaces para combatir el cambio climático, proteger la biodiversidad y proteger la salud y los medios de subsistencia de millones de personas»,

Los bosques tropicales destruidos el año pasado liberaron 2.700 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, equivalente a las emisiones de combustibles fósiles de India, la nación más poblada del mundo, según GFW. El 2022 fue el cuarto año más devastador para los bosques primarios en dos décadas.

«Desde el cambio de siglo, hemos visto una hemorragia en algunos de los ecosistemas forestales más importantes del mundo, a pesar de años de esfuerzos para revertir esa tendencia», advirtió Weisse.

A nivel mundial, la vegetación y el suelo absorbieron regularmente alrededor del 30% de la contaminación por CO2 desde 1960, pero estas emisiones aumentaron. «Detener y revertir la pérdida de bosques es una de las opciones de mitigación más rentables que tenemos disponibles hoy en día», remarcó  Frances Seymour, principal investigadora de WRI sobre los bosques.

La situación en República Democrática del Congo, uno de los países más pobres del planeta, ilustra la complejidad de la lucha. Los principales motores de la deforestación son la agricultura de subsistencia y la producción a pequeña escala de carbón vegetal. Más del 80% de la población no tiene acceso al suministro de electricidad.

En la lista de los diez países que más selva han perdido también están Indonesia (5%), Perú (3,9%), Colombia (3,1%), Laos (2,3%), Camerún (1,9%), Papúa Nueva Guinea (1,8%) y Malasia (1,7%).

El resto del mundo combinado representó poco menos del 15% de los bosques perdidos en 2022.