Por Alejandro Maidana

Sin escrúpulos ni piedad, de esta manera se manifiesta el modelo agroindustrial junto a su paquete tecnológico. La siembra directa, el monocultivo y las fumigaciones con agrotóxicos, vienen construyendo hace décadas una ruralidad al servicio de un puñado de desprejuiciados que se aferran solo a sus ganancias, sin importarles las formas y los profundos impactos socioambientales.

Un modelo enemigo de la agricultura familiar y campesina, que sigue en su frenética carrera de impulsar incesantes migraciones internas, fraudulentos desalojos, concentración y una explícita contaminación. Rehenes de la especulación, de ese puñado de familias que no titubean a la hora de retrasar la liquidación de las cosechas con el único fin de provocar la tan dañina devaluación. Los dueños de la pelota, de una herramienta extorsiva que sigue erigiéndose como ariete de distintas tropelías que encuentran el peligroso aval de los medios dominantes de información.

La Argentina fumigada, la de la ciencia digna resistiendo desde la barricada ética los embates de aquella que, subordinada al poder, busca desmitificar lo que los cuerpos y la tierra vienen demostrando en carne viva. Los venenos del agro y su blindaje, ese que les permite actuar con la impunidad necesaria para no tener que brindar ningún tipo de explicaciones incluso doblegando la apuesta. Las ganancias por encima de la salud y la vida, la hipoteca de los sueños de las generaciones venideras, un callejón sin salida.

Bajo la sombra de los agrotóxicos

Muchas son las historias de dolor, resistencia y lucha que han encontrado en Conclusión un pilar en donde poder apoyarse para sacar la voz. Casos como el de Ludmila Terreno, una pequeña de Bernardo de Irigoyen (Santa Fe) que, en el mes de noviembre de 2017, estuvo internada 30 días debido a su pérdida de peso y deshidratación, ya que un cuadro de vómitos severos la invadió. Esto alertó a sus familiares que rápidamente la trasladaron hasta el S.A.M.CO de Barrancas, para terminar en el Hospital de Niños de Santa Fe, allí los pediatras de la Institución le diagnosticarían Glifosato en sangre.

Ludmila estuvo muy cerca de contraer leucemia producto del profundo impacto a su salud que habían generado los agroquímicos, esta niña fue pionera en el uso del barbijo, ya que esa era la única manera de poder disfrutar del aire libre sin respirar el veneno que llegaba del depósito de pesticidas lindero a su hogar. Aquí la historia tuvo final feliz, ya que Ludmila pudo revertir su cuadro y la justicia hizo su trabajo instando a que el empresario que ostentaba el acopio de agrotóxicos, deba mudar el mismo hacia un lugar alejado del ejido urbano.

Otro caso que cobró relevancia en la provincia de Santa Fe, sin dudas fue el de Julieta Fedeli, vecina de Pueblo Andino que el 10 de marzo del 2020 se realizó un análisis de orina en el reconocido laboratorio «FARES TAIE» de Mar del Plata, para poder detectar la presencia de glifosato. El resultado entregado por el laboratorio el día 27 de mayo, reveló la presencia del herbicida en su orina en 2.5 ppb, una dosis demasiado alta para quién no tuvo contacto directo con el producto, pero que despeja dudas de manera más que clara que las distancias en las que hoy en día se fumigan en Pueblo Andino, no son las adecuadas para cuidar la salud de su población.

En Campana, provincia de Buenos Aires, los habitantes del barrio Los Pioneros decidieron organizarse para poder unir fuerzas y dar una batalla sumamente desigual contra el poder económico que todo los subordina.  El primer llamado de atención se forjó un año atrás y a través de una mamá que tuvo que llevar a su niña para que sea atendida con su médica pediatra por una erupción en la piel. Allí reciben un diagnóstico que transformaría los días no solo de la familia, también de los lugareños, ya que la dermatosis en cuestión era producida por algún tipo de tóxico. Impulsados por esto, comienzan a generarse una serie de preguntas con anclaje en el lugar de residencia, si se encontraban cerca de alguna fuente de contaminación, o si habían utilizado algún tipo de veneno en el hogar.

Es allí cuando Verónica Betti, la mamá de la niña, le describe el barrio a la facultativa médica, acto seguido, la profesional de la salud sostiene que es muy probable que, al estar rodeadas de campo, la erupción podría ser generada por la acción de algún agrotóxico como, por ejemplo, el glifosato. Debido a esto la mamá envía un mensaje al grupo del barrio comentando la situación, y alertando que iba a hacer analizar una muestra de agua por recomendación de la profesional de la salud. «En lo particular tenía conocimientos sobre el peligro de los agrotóxicos, situación que me llevó a no dudar en absoluto en unirme al reclamo y acompañar la decisión de tomar la muestra de agua”.

El primer estudio que impulsaron un puñado de vecinos, fue enviado a la Facultad de Agronomía de Buenos Aires, allí fueron cinco muestras de agua, a su regreso, todas dieron positivo de glifosato y AMPA. “El shock que sufrimos fue tremendo, situación que empujó a fortalecer la organización y la investigación que llevamos adelante. Nosotros somos del Partido de Campana, del barrio Los Pioneros que se encuentra sobre ruta 6, el nuestro es un barrio periurbano rodeado por campos con soja, maíz y trigo, y de quintas hortícolas, todos ellos utilizan agroquímicos para sus producciones”, sostuvo Lucía Orlando en diálogo con Conclusión.

Al comenzar a investigar pormenorizadamente, se informan que Campana cuenta con una ordenanza del año 2011 que establece 1.000 metros de exclusión para las fumigaciones terrestres, pero que, en 2012 a través de una medida cautelar, los productores solicitaron poder fumigar a solo 30 metros. Cabe destacar que fue el Juzgado N°1 en lo Contencioso Administrativo en la figura de Mónica Ayerbe, les otorga dicha cautelar que se sostiene impunemente hasta estos días.

En la zona existen dos grandes productores, uno de ellos se encuentra en la Estancia Santa Susana, y el otro que parece ser que en el año 2013 tuvo un conflicto con un vecino debido a que su siembra se extendía incluso a las banquinas, situación que generaba que sea solo una calle la que separase a la fumigación de la casa del denunciante. “En aquel momento, la misma jueza que otorgó la cautelar, a este productor se la quita en todas sus parcelas, sin embargo, este productor siguió fumigando. Cuando le solicitamos al municipio la información pertinente de quienes producían y eran autorizados a fumigar, el mismo figuraba como habilitado. Destacando que el propio municipio desconocía de la existencia de la cautelar que le prohibía a este productor fumigar a corta distancia, algo que refiere a la poca atención que se le presta al tema”, enfatizo la vecina del barrio Los Pioneros.

Luego del primer análisis que realizaron en la Facultad de Agronomía, se sumaron a la causa otros vecinos para terminar agrupados en la organización “Pioneros por el agua”. Desde allí confluyeron con otras agrupaciones que transitaban la misma problemática, para de esa manera poder profundizar los análisis del agua, pero en esta oportunidad, a través del INTA Balcarce y del laboratorio de plaguicidas de Virginia Aparicio. Fueron varias las muestras de agua, tomadas de distintos pozos y profundidades; al igual que las obtenidas de la red potable y tierra.

“Los resultados fueron muy explícitos, en el agua se detectaron 13 moléculas de agrotóxicos distintas, siendo el peligroso 2,4D el químico que predominaba en cantidades superiores a la permitida por la organización internacional, ya que la nacional es absolutamente obsoleta y materia de burla por parte de la mayoría de los científicos afines al modelo de siembra directa y su paquete tecnológico. Con respecto a la figura del productor que mencionamos con anterioridad, y que violaba la prohibición de fumigar a corta distancia, se encontraron un importante número de agroquímicos, siendo el glifosato y en dosis muy altas el preponderante”.

Al mismo tiempo, y aprovechando la visita al INTA Balcarce, los vecinos se acercaron a Mar del Plata para entregar diez muestras de orina, con la premisa de conocer el impacto del glifosato en la salud de los mismos. «Allí el laboratorio Fares Taie fue el que arrojó como diagnóstico que, de las 10 muestras analizadas, tres convivían con glifosato. Lamentablemente mi hija Carmela que en aquel entonces tenía 3 años, mi pareja Esteban y Jimena, una vecina y amiga personal que había sido mamá hacía muy poquito tiempo, es decir, que la molécula de glifosato que no tiene inconvenientes de trasladase a través de la leche materna, con seguridad también había llegado a su criatura. No fue nada grato enterarnos que llevábamos el veneno en nuestros cuerpos, si bien las tres personas que dieron positivo de glifosato en orina no presentan ninguna patología, se encuentran en observación por parte del área de toxicología de la Universidad Austral».

Cabe destacar que solo 10 personas del barrio se realizaron estos estudios, es decir que el porcentaje de afectados podría ser mucho mayor, ya que un importante número de vecinos han presentado cuadros de dolencias gastrointestinales y cuadros dermatológicos extraños y poco habituales. “Nosotros vivimos a poco más de 1.000 metros de los campos fumigados, y sin embargo mi familia ha dado positivo de glifosato, sentimos los fuertes olores, perdimos gran parte de nuestra huerta gracias a la fitotoxicidad, a una vecina se le han muerto las abejas y la escuela rural que se encuentra sobre la ruta 6 está rodeada de campos que asperjan a no más de 40 metros de distancia. Nosotros hemos realizado una denuncia federal con las pruebas que hemos mencionado anteriormente, solicitando que se investigue. Junto a esto, tenemos un expediente abierto en el municipio, que, si bien en su momento se mostraron interesados, no han hecho absolutamente nada en torno a la causa judicial y a su rol de controlador”.

Los vecinos organizados le recomendaron al estado municipal que lleve adelante una investigación consciente sobre el impacto de los agrotóxicos tanto en la tierra, como en el agua, incluso le acercaron el laboratorio que se encarga éticamente y profesionalmente de los análisis, pero se negaron, ya que consideraron que la única posibilidad era realizarlos en un laboratorio de Campana que no cuenta con la capacidad de medir estos impactos por su grado de complejidad. “Lamentablemente no podemos tener novedades sobre la realidad de la escuela rural, particularmente iniciamos un censo barrial, pero al ser el mismo muy amplio, le solicitamos colaboración al municipio, recibiendo como respuesta el silencio, ya que alegan desde el área de medioambiente que no cuentan con poder de policía ni capacidad para investigar, solo para fiscalizar. Lo que denunciamos en septiembre del 2021, la jueza Mónica Ayerbe, decidió no darle asidero quitándole la cautelar a todos los productores, hasta que se investigue rigurosamente el impacto que producen a la salud y el medioambiente las fumigaciones. Un ejemplo concreto y sumamente explícito, es lo que llevó adelante el productor de la Estancia Santa Susana, que luego de vencida una cautelar que presentó, y ante la imposibilidad judicial de seguir fumigando, continúa haciéndolo ilegalmente por las madrugadas. La lucha la estamos dando en absoluta soledad, ni el municipio de Campana, ni los partidos políticos acercan su ayuda para encontrarle una solución a una problemática aterradora”, concluyó Lucia Orlando.