La comunidad de San Ignacio, un paraje neuquino ubicado a 60 kilómetros de Junín de los Andes, conmemoró el fin de semana del 11 y 12 de noviembre el 16° aniversario de la beatificación de Ceferino Namuncurá, y realizó una fiesta en honor al beato en el kultrum donde descansan sus restos.

Con el lema “Con Ceferino, manos tendidas de Dios para todos”, jinetes y cientos de peregrinos llegaron al cementerio donde descansan los restos de Rosario Burgos de Namuncurá, la mamá de Ceferino.

El padre Natalino Freitas SDB, de la comunidad salesiana de Junín de los Andes, presidió la misa en el altar del cementerio, y en la homilía, invitó al centenar de personas a tomar del joven mapuche el ejemplo de ser útil a los demás.

Por la tarde, los peregrinos continuaron llegando al kultrum para pedir y agradecer al lirio de la Patagonia. A las 20, y con una nieve inusual para la época del año, se dio inicio a la misa de los jóvenes. Fue presidida por el padre Honorio Caucaman SDB, de la comunidad salesiana de Trelew, y concelebrada por los padres David García SDB, Carlos Gómez SDB y Natalino Freitas SDB.

En la homilía, el padre Caucaman expresó: “Muchas veces no hacemos experiencia de Dios porque le ponemos barreras. Ceferino fue una persona sencilla, que nunca le puso barreras a Dios”. Y pidió: “Seamos humilde como Ceferino, que siempre buscó hacer experiencia de Dios”.

Acto seguido, se realizó la peregrinación de antorchas hacia la cima del cerro Ceferino. Una vez arriba, los peregrinos rezaron frente a un busto del joven mapuche. Al bajar, se realizó la bendición del fuego y de las luminarias exteriores del kultrum, como un gesto ya que San Ignacio estaba celebrando también la llegada del tendido eléctrico al paraje.

La misa fue presidida por el obispo de Neuquén, monseñor Fernando Croxatto, y concelebrada por un grupo de padres salesianos y algunos sacerdotes del clero local. En su homilía, el obispo insistió: “Cuando entremos al kultrum hagamos una súplica a Dios diciéndole ‘Señor, ¡queremos que lo santifiques ya!’. ¡Qué lindo poder decir ‘San Ceferino Namuncurá!’”.

Y agregó: “Sabemos lo difícil que es la situación de la patria hoy. Nos está faltando luz. Nos falta renovar la esperanza. Por eso, hoy en este altar, pidámosle a Dios que nos de sabiduría como personas, nos de sabiduría como familia, nos de sabiduría como comunidad. Ceferino está donde está porque alcanzó esa sabiduría de los que buscan al Señor, de los que buscan la verdad, de los que buscan la justicia. El que busca con sinceridad de corazón, llega a la sabiduría.”

“Ceferino fue sabio porque comprendió que su vida tenía que valer para los demás.  ¿Mi vida, tu vida vale para los otros? Desde pequeño Ceferino tuvo conciencia de que su vida tenía que valer para los otros. Su vida ya estaba cargada de ese amor por los demás. Cada elección cotidiana la hacía pensando en los otros, pensando en nosotros. Por eso, estamos hoy acá. Esa es la sabiduría que viene de Dios”, destacó el obispo.

Haciendo referencia al Evangelio del día, el prelado expresó “pensando en las novias necias del Evangelio, vivían tan improvisadamente que cuando llegó el novio no tenía cómo alimentar sus lámparas. En seguida empezaron a pedirle aceite a las otras novias, pero ellas les dijeron que no podían compartir. No se puede compartir el amor del corazón; cada uno tiene que poner lo suyo. No se puede vivir a expensas de los demás, no podemos vivir esperando que los otros hagan por mí, no podemos esperar que el Estado haga todo por nosotros. Cada uno, tenemos que poner lo mejor de nosotros para los otros.”

“La sabiduría de Ceferino estaba en que su vida tenía que valer para los demás, tenía que dejar huella”, concluyó.