Por Alejandro Maidana

Los pueblos que resisten los embates del poder fáctico más implacable, son aquellos que entienden que el único estandarte inquebrantable se llama dignidad. La propiedad privada que avanza sobre todo aquello que ose interponerse en su camino, no es otra cosa que una constante que se repite con el paso de las décadas.

Aproximadamente desde el año 2000 la gran mayoría de los gobiernos sudamericanos han consolidado al extractivismo como el centro de sus estrategias de desarrollo. Conservadores y progresistas comparten su devoción por estas prácticas que suelen tener un mismo impacto ambiental, si bien las rutas ideológicas no se cruzan, la dependencia del Estado para con estos monstruos transnacionales es inevitable.

“Algunos países buscaron captar más excedente, tal como ocurrió con el petróleo en Bolivia, Ecuador y Venezuela, y los legitiman como necesario para atacar la pobreza. El problema es que a medida que se los examina con detalle se encuentra que no todo el dinero captado a los extractivismos va a los pobres, ni siquiera que sea el aporte fundamental para sostener a las economías nacionales, y además, que en verdad el propio Estado termina subsidiando esas actividades y a las empresas”, argumentaría Eduardo Gudynas, ecólogo uruguayo y miembro del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES).

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La dependencia es imposible de gambetear, el único derrame que se va a palpar será el contaminante, el económico es una remake de aquellos espejitos de colores que llegaron a las “indias”.

Famatina, tierra de valientes

Mujeres valerosas, habitantes de un pueblo que hasta ese momento sólo abrazaba los susurros cotidianos de la naturaleza viva, escribiría una de las páginas de resistencia más estoicas de nuestro país. El 8 de mayo del 2006, más precisamente 12 años atrás, Famatina elegiría como vivir.

Los rumores de desembarco de una minería de la cual no se conocía mucho, encendieron el alerta de un pueblo agrícola que veía como un desfile de camionetas iban y venían husmeando qué riquezas se podrían explotar. Fueron las docentes las que comenzaron a interpelar esta práctica que se vendía como amistosa, un camino sinuoso en donde el acceso a la información no era tan explícito como en la actualidad. Encuentros en un ciber rogando por una buena señal, llamadas telefónicas para asesorarse con otras asambleas, un punto de inflexión de una lucha que se haría sostenida y encarnizada.

Si bien el número de asamblearios en el comienzo era muy bajo, no superaban los 4 o 5, la masividad que fue logrando sólo puede responder a un fenómeno hermano de la conciencia solidaria. Claramente algo nuevo y renovador en Famatina, pero claro, esto contrastaba con la participación de otros moradores en la inspección del cerro para su futura explotación. Las respuestas falaces en algunos casos y timoratas en otro, en torno al verdadero peligro que significa la práctica minera a cielo abierto, encendió una mecha que no pudieron apagar ni los intereses más oscuros.

Famatina tiene poco más de 7.000 habitantes, de los cuales 3.000 viven en la cabecera, y el resto está disperso en pequeños pueblitos que se encuentran a no muchos kilómetros de distancia. Fueron éstos quiénes se sumaron a las diferentes charlas que intentaron brindar los emisarios de la Barrick Gold, claro, jamás pensaron éstos que enfrente tendrían una población muy informada sobre lo destructivo que resultaría la actividad minera para el  lugar.

La resistencia de los habitantes del lugar se intensificó ya que Barrick Gold no abandonaba el proyecto. La decisión de cortar la única ruta que conduce al cerro, fue la única alternativa que tuvo al alcance de su mano este pueblo bravo. Una mina de oro que fue explotada por los ingleses hasta 1920 volvería a ser un botín más que tentador  para la empresa de capitales canadienses, apadrinada por muchos políticos de diferentes banderas en nuestro país.

Si bien han pasado ya casi 100 años, la obra de ingeniería que supo montar la empresa británica fue extraordinaria para la época. Un cable carril sigue uniendo Chilecito con el cerro Famatina, recorriendo unos 25 km. La mina se llama “La Mejicana”, a través del socavón bajaban el oro para después de un largo periplo hacerlo desembarcar en Inglaterra.

“Cuando uno dialoga con las mujeres de mayor edad del pueblo, escucha una y otra vez que la explotación minera solo dejó pobreza y viudas, debido al trabajo insalubre que debían llevar adelante en el socavón. Es evidente que el progreso no quedó ni en Famatina ni en Chilecito”, de esta manera iniciaría la charla con Conclusión Carlos Daniel Herrera, habitante de un lugar que sigue rugiendo.

Hipotecar el patrimonio natural para contraer deuda, una vieja actividad que sigue oliendo a nuevo. “En el gobierno de Rivadavia se tomó deuda y como garantía se puso los recursos naturales, en esa época se instaló una sucursal del Banco Nación, algo que habla a las claras de la magnitud de esos negocios. Cabe destacar que en Famatina y Chilecito nada ha quedado para la gente, el derrame como se lo conoce nunca cae para el lado del pueblo”, sostuvo Herrera.

La única verdad es la realidad, ni Chilecito ni Famatina han progresado económicamente debido a la actividad minera, solo saqueo y destrucción de su patrimonio natural. “No nos han dejado ni el ferrocarril, para de esa manera poder reducir el costo de las materias de producción como el vino, la nuez, la manzana o la pera. Todas las construcciones de ingeniería solo se montan para que puedan ser utilizadas para la explotación, nada le queda al pueblo”.

Lídoro Leiva quién supo ser intendente de Famatina hasta 2007, construyó en un lugar conocido como “Peña Negra”, sobre el camino que conduce al cerro, una garita de control en donde los habitantes agregaron una barrera para impedir el paso de los predadores. “Este es un lugar histórico en donde la gente se reunía para impedirle el paso a la Barrick Gold, esa fue la primer victoria, pero rápidamente llegaron los chinos”, relató el vecino.

Con la llegada de capitales asiáticos a través de Shandong Gold Mining, se abría un nuevo foco de resistencia, “ellos fueron más vivos, al percatarse que aún existía una dura resistencia, no terminaron de desembarcar y tomaron la decisión de retirarse. Con Barrick la cosa fue distinta ya que que ellos “compraron” muchas voluntades dentro del arco político de la provincia de la Rioja”.

Osisko Mining y el tercer intento de explotación minera.

Allá por el 2012 el intento es de una nueva empresa canadiense, Osisko Mining. “Nos enteramos que el gobernador había vendido el Famatina para que este pueda ser explotado por las empresas extranjeras porque así lo dictaba la ley de minería. Allí mismo decidimos utilizar nuestra mejor herramienta, que no es otra que el corte de ruta a la altura de Alto Carrizal en donde finaliza el camino urbano, allí instalamos nuestra barrera, en un punto verdaderamente estratégico”, enfatizó el asambleísta.

El corte duró poco más de un año y medio, la pueblada volvió a torcerle el brazo a un monstruo transnacional. Las órdenes de desalojo iban y venían, pero el gobierno no se animó a ejecutarlas producto de que miles de dignos habitantes eran los que habían tomado nuevamente el toro por las astas. “Medios de comunicación de todo el mundo, solidaridad que llegaba desde cada rinconcito del globo terráqueo, sumaban empatía hacía nuestra resistencia. Nosotros elegimos como vivir”.

La cuarta amenaza, ahora la misma sería con bandera nacional.

En el 2015 una persona ligada al gobernador de Salta habría acercado una propuesta de llevar a delante un proyecto minero ecológico. El mismo no tocaría los cursos de agua y se haría a 35 km de Famatina en un pueblo llamado Angulos.

“Mientras nosotros fuimos mejorando nuestras herramientas de lucha, ello también, hablo de las empresas megamineras. Lo primero que hacen ellos es buscar la contaminación social, peleas entre familiares y amigos generadas por la toma de posesión de un lado u otro. En este lugar la militarización y la judicialización fue muy álgida, la provincia le había cedido 1.000 hectáreas hacia adentro, era falaz el argumento de no alterar los cursos de agua y del cuidado ecológico”, indicó Carlos Daniel Herrera.

Midais fue la empresa que también buscó sin suerte instalarse en esas tierras de valerosos moradores. La lucha abrazó una nueva victoria, si bien ésta fue la más dura en torno a las presiones provenientes del mismo estado y justicia, la organización y el estoicismo con un mismo puño, volvieron a golpear a los intereses oscuros de los miserables.

La presencia de una consultora vuelve a inquietar a los habitantes de Chilecito y Famatina.

Personas realizando encuestas tendenciosas por las calles de Chilecito encendieron nuevamente las alarmas. Buscando torcer la conciencia ganada por los pueblos a través de esta práctica, se fue materializando la presencia de Seargen, una nueva empresa que pretende explotar el cobre.

“La excusa es el cobre, éste es su caballo de Troya, ya que van por otros minerales y por darle paso nuevamente a empresas enormes como Barrick Gold o Shandong Gold. Esta empresa llegó a Chilecito y quiso explorar por Famatina, nosotros no se lo hemos permitido. Si bien no mantenemos la rigurosidad horaria que llevábamos adelante en cortes anteriores, nuestra guardia es constante. Personas de la universidad pretendieron subir al cerro pero no supieron explicarnos para que, en base a amenazas de judicializarnos en caso de no abrirles paso. Casi el pueblo completo de Famatina está judicializado por oponerse a la megaminería, no le tememos a nada ni a nadie”.

Debido a esta nueva e inquebrantable resistencia, la empresa minera a través de su sitio web anunció que seguiría con su actividad en Chilecito. “En consecuencia a esto decidimos continuar con el corte en Guanchín, seguimos llamando al despertar de la conciencia del pueblo en su conjunto.”.

Las comunidades siguen unidas y despiertas, la autodeterminación de las mismas es un derecho vital para su subsistencia. La persecución de una identidad profanada va necesariamente de la mano de la preservación de los recursos naturales indispensables para la vida humana.

“Gobierne quien gobierne vamos a seguir resistiendo la política extractivista, antes con el kirchnerismo y hoy con el macrismo lo seguimos padeciendo a nivel país. Este hermoso lugar tiene la suerte hasta de tener un párroco que se puso la camiseta del FAMATINA NO SE TOCA, con la importancia que ello significa, ya que en Catamarca y en otras provincias la Iglesia ha hecho oído sordo y decidió mirar para otro lado.
Omar Quinteros, el cura párroco de Famatina, no dudaba en hacer sonar las campanas de su ministerio para llamar a la “sublevación” del pueblo. Allí mismo los habitantes se congregaban en la plaza para poder llevar adelante las asambleas, por esto, Quinteros carga sobre sus espaldas cinco causas penales por el hecho de oponerse a la megaminería.
“Un día Omar nos dice en total confianza que los únicos que lo bancábamos y respaldábamos éramos los ambientalistas, aquellos que no íbamos a la Iglesia ni compartíamos su fe religiosa, sin embargo, el elegía juntarse y confraternizar con nosotros. Eso fue una demostración de grandeza maravillosa, ya que para nosotros Omar es un hermano de lucha y la religión no será motivo alguno de división”, concluyó Herrera.

Para el poder no hay peor enemigo que un pueblo consciente, y como muestra de ello, está Famatina
¡NO PASARÁN!