De perfil bajo pero palabras firmes, así es Norma, tiene la grandeza y generosidad de los humildes y la templanza de la mujer de campo. Rodeada de animales y plantas, sólo persigue un sueño, el de poder contemplar el atardecer sin venenos a la vista.

Su lugar en el mundo es Cañada de Gómez, una ciudad que se ha visto convulsionada debido a lo últimos sucesos que la tuvieron como protagonista. Las reiteradas fumigaciones, acabaron con la vida de muchos de sus animales, el último fue Benito, un pavo real por el cual tenía una enorme debilidad.

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Las fotos y videos recorrían las redes sociales mostrando de manera explícita cómo la desidia del agronegocio acorralaba los días de una familia. Hoy Norma no goza de buena salud, su cuerpo le ha pasado una factura muy alta por la exposición a los agroquímicos, hoy los tratamientos médicos, algunos de ellos muy costosos, ocupan un lugar de preponderancia en su agenda.

Meses atrás no dudó en denunciar penalmente a Stella Maris Clerici, intendenta del lugar, por incumplimiento de los deberes de funcionario público. En el mismo escrito fueron denunciados también los señores Jesús Gilberto Mosca y Miguel Aranda, por delito de lesiones, daño agravado por la utilización de sustancias venenosas, contaminación del medio ambiente o atmosfera de un modo peligroso para la salud, agregándose para el caso de Aranda, una denuncia por delito de amenazas contra Norma Cabrera.

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El camino de una vecina fumigada, la resistencia estoica de una mujer que no se resigna y está dispuesta a discutirle al Estado y al privado en todas sus formas. Las historias contadas en voz baja, esas que sólo le pertenecen a los que han hecho un culto de la dignidad.