La norteamericana Alice Catherine Evans comenzó a trabajar como maestra rural en el año 1901 y después de conseguir una beca de la Universidad de Cornell, obtuvo el título de bacterióloga en 1909, siendo la primera mujer en conseguirlo.

Al año siguiente, la nacida en una granja de Pensilvania en el año 1881, logró especializarse en la materia y obtuvo un Máster en Ciencias en la Universidad de Wisconsin.

Apenas logrado el título, comenzó a trabajar en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, en el área de productos lácteos donde realizaba análisis bacteriológicos de la leche y de sus derivados, con el fin de mantener sus propiedades y mejorar el sabor de algunos productos.

Debido a su origen y a su especialidad, Alice estudiaba las enfermedades del ganado, especialmente por aquellas que podían transmitirse a los seres humanos.

Corría el año 1918 y fue allí que después de un tiempo logró demostrar que la ingesta de leche cruda de vacas infectadas transmitía la bacteria bacillus abortus que causaba brucelosis.

Tras insistir en sus estudios, estimó y propuso que la pasteurización de la leche sería el recurso válido para matar el agente patógeno y evitar de esa manera el contagio en los seres humanos.

La otra parte de su lucha consistió en convencer a médicos, agricultores, funcionarios de la salud pública y veterinarios de las ventajas de la pasteurización, tarea que le insumió un par de años debido a que por su condición de mujer y a no haber tenido un doctorado, sus interlocutores la desautorizaban sistemáticamente.

Producto de algunos estudios que llevaron adelante investigadores independientes a finales de la década del 20, en los que arribaron a sus mismas conclusiones, Alice pudo ver como la comunidad científica, el funcionariado y demás involucrados en la producción de leche, comenzaron a hacer lo que ella había propuesto años antes para evitar así la muerte de los seres humanos por haberse contagiado la bacteria.

Pero su historia no terminó allí debido a que por sus trabajos con el microorganismo, contrajo brucelosis en 1922 y tuvo que pasar por períodos de manifestación de la enfermedad durante el resto de su vida.

Más adelante trabajó para el servicio de Salud Pública de Estados Unidos y profundizó sus estudios sobre diferentes enfermedades infecciosas como la gripe española, la meningitis y las infecciones ocasionadas por estreptococos.

Después de haberse convertido en la primera mujer en presidir la Sociedad de Bacteriólogos estadounidense, se jubiló en 1945 y falleció en el año 1975 a sus 94 años.