La deforestación de la selva amazónica de Brasil fue en abril un 67,9% menor que en el mismo mes de 2022, en el primer registro a la baja que se detecta desde que asumió el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, según datos del gubernamental Instituto Brasileño de Estudios Espaciales (INPE).

El sistema satelital llamado Deter indicó que Brasil perdió en abril 329 kilómetros cuadrados de selva, contra los 1.026 kilómetros cuadrados del mismo mes del año pasado.

En el primer cuatrimestre del año se verificó una caída del 41% en la comparación interanual de la deforestación amazónica, pero un aumento del 14,5% en el Cerrado, el bioma conocido como la sabana brasileña, informó la oficina de prensa de la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva.

«No es posible, dada la escala del análisis y la nubosidad que interfiere con estas mediciones, asegurar que estos números sean definitivos. Sin embargo, constituyen una herramienta importante para planificar y mejorar las acciones para combatir la deforestación ilegal en estos biomas», señaló un comunicado.

Los principales estados más afectados por la devastación de la selva son Amazonas, Pará y Mato Grosso, estos dos últimos los principales productores de la industria de la minería extractiva de hierro y de soja, respectivamente.

La deforestación está vinculada a los permisos otorgados por los estados, al avance ilegal de la actividad agropecuaria, así como la minería.

Un ejemplo es el aumento de las inspecciones contra la minería ilegal.

Según el ministerio, hubo 121 multas por deforestación ilegal impuestas por el gobierno de Lula entre enero y abril de este año, contra 71 en la administración de Jair Bolsonaro en 2022, un aumento del 70%.

La lucha contra la minería en la Tierra Indígena Yanomami, invadida por más de 30.000 personas en busca de oro, quienes contaminaron con mercurio los ríos, fue uno de los focos de este inicio de gobierno.

Brasil tiene el 60% de la selva amazónica y promete terminar con la deforestación hasta 2030.

Sin embargo, la caída de abril debe verse con cautela, según dijo a la prensa local Romulo Batista, portavoz de la organización ecologista Greenpeace Brasil para la Amazonia.

“Si consideramos el período fiscal de deforestación que determina la tasa oficial publicada anualmente, que va de agosto de 2022 a julio de 2023, este acumulado hasta abril, en comparación con años anteriores, es el más alto de la serie histórica iniciada en 2015, registrando 5.977 kilómetros cuadrados de alertas de deforestación», aseguró.