Por Alejandro Maidana

“Las docentes rurales somos testigos privilegiadas del costo humano de este modelo basado en transgénicos y agrotóxicos”, Ana Zabaloy.

La avaricia le sigue ganando por goleada a los sueños de aquellos que se resisten a vivir de las migajas que caen al piso del enorme banquete que se dan los poderosos. No podemos aceptar la idea de mudarnos para ir en búsqueda de un ambiente sano, ya que estos sujetos están en todas partes esparciendo sus venenos y ambición.

La situación del planeta es catastrófica, casi irreversible, el estado, la justicia y por decantación la sociedad, persiguen y criminalizan a aquellos que luchan por el bien de la propia sociedad, por ello nos preguntamos una y otra vez si la humanidad merece el sacrificio de los seres altruistas.

Dolor, angustia, frustración y resiliencia, estos parecen ser los pasos obligados que deben transitar casi como un apostolado, quienes no tienen reparo alguno a la hora de definir a este modelo productivo como genocida ¿Cuáles son los límites que abrazamos como especie humana? ¿Somos sujetos vacíos que nos movemos solo por impulsos mezquinos? Podría seguir intentando preguntas con el fin último de calmar la intensa necesidad existencial de encontrar esas respuestas que puedan alivianar tanto desconsuelo.

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Pero claro, si los días de las mayorías han seguido su curso de manera impertérrita a pesar de la impúdica demostración de poder y falta de prejuicios por parte de los dueños de todo, la reflexión final debería estar hermanada al fracaso social y a la deshumanización de nuestra especie. Es por ello que consideramos menester seguir recogiendo distintos testimonios anclados en la dignidad, palabras que nacen desde las vísceras, reflexiones que buscan despertar la impavidez de un pueblo dormido e individualista.

Llevar el glifosato como estigma, la historia de Paola Krüger

Hace más de 15 años que Paola es docente rural en Baradero, actualmente se desempeña como directora de la escuela rural N°8, hace aproximadamente 6 años para aportar algo más de exactitud. El tiempo que lleva como docente, es compartido a la par por su lucha contra el uso irracional de los agrotóxicos, ya que las escuelas rurales son víctimas predilectas del actual modelo de producción.

En sus comienzos, y si bien era una rehén involuntaria del desconocimiento, al menos hasta ese momento, una aspersión con agrotóxicos llevado adelante en el campo lindero a la institución escolar, la pondría de frente a un atropello que hasta el momento sigue gozando de buena salud gracias al respaldo de todos los gobiernos. “Recuerdo que aquel día me tope de lleno con la realidad rural, ya que una fumigación en uno de los campos cercanos a la escuela, y por obra del viento, hizo que los venenos llegasen hasta nuestra humanidad. Aún tengo presente como las gallinas de una vecina comían los insectos que llegaban empujados por el viento, para minutos después caer muertas por los venenos que estos traían consigo”, indicó quién también integra la organización Acción Ambiental Baradero, de loable trabajo.

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Fue en ese preciso momento donde la docente empujada por la contundente manifestación de la realidad, tomó la decisión de avanzar con la investigación de los impactos a la salud del actual modelo productivo. “Así fue como comenzó este largo y espinoso camino del cual una obligadamente tiene que transitar. Somos esa voz de aquellos que no pueden hablar ni denunciar, ya que la mayoría de las familias de nuestros alumnos son peones, puesteros o caseros, y de llevar adelante algún tipo de queja, los podría dejar sin su trabajo e incluso sus hogares”.

En el fragor de la charla Paola va recordando las distintas e indigeribles situaciones que le ha tocado vivir como docente rural, un sinfín de atropellos a los derechos básicos que padecen aquellos que para quienes solo son movilizados por sus ganancias, solo significa un daño colateral al que no hay que darle trascendencia. “Un día nos encontrábamos en el patio disfrutando del recreo, cuando en le campo lindero se inicia una fumigación con un tractor y un tanque manual sin el mínimo reparo del viento que soplaba hacia nuestra institución. Así fue como el veneno llegó rápidamente a donde nos encontrábamos, situación que empujó a vivir momentos desesperantes, corridas y la búsqueda de resguardo para nuestros chicos. Después de ese percance nos comunicamos con la patrulla rural, hacer la denuncia y que nadie entienda o sepa que estás denunciando. Este tipo de acciones se han normalizado en Baradero, nadie respeta la ley y la Constitución Nacional, ya que ambas deberían protegernos.”.

El año pasado una nueva fumigación aparecería en escena en el mismo momento en que los alumnos se estaban dirigiendo a la escuela, lo que generó que muchos de ellos llegasen descompuestos, llegando incluso en uno de los casos, a tener que convocar a su familia para que sea trasladada para mejor control al hospital del lugar. “Todo esto es tan frustrante como complicado, ya que permanentemente y de manera sistemática, les atribuyen las consecuencias a otros factores. Si bien es preciso destacar que cuando llega la época de las fumigaciones, tengo a la mayoría de la matrícula padeciendo alergias, problemas respiratorios, cefaleas y descomposturas, a toda la sintomatología mencionada se la atribuyen a los distintos virus y al cambio de clima. Nosotros tenemos la certeza de que todo el padecimiento es debido a los venenos, ya que lo hemos podido demostrar con distintos análisis.”.

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Después de transitar y analizar este obligado camino, dos años atrás y con apoyo del RELEA (Red Local de Estudios Agroecológicos Baradero-San Pedro), a través de la concejala Silvana Sosa, se presentó un proyecto de ordenanza municipal para alejar las fumigaciones. “Este contemplaba el alejamiento de 500 metros tomando como referencia los establecimientos escolares, alejando progresivamente las aspersiones cada tres años. “La intención era alejar lo máximo posible los venenos de la vida que aquellos que padecemos sus consecuencias. Estudios concretos y serios que parten de la ciencia digna, a menos de 1.095 metros existe la posibilidad de que las derivas generen daño genético. Aquí tiene su anclaje el mayor de los problemas, ya que los venenos que permanecen en el aire, y gracias al accionar de las distintas marcas térmicas y la humedad, hacen que estemos respirando veneno y tanto el suelo como el agua, se vean considerablemente afectados”.

El proyecto mencionado fue cajoneado mucho tiempo hasta que, a principios de este año, desde el municipio se llamó a una mesa de trabajo en donde los distintos sectores se vieran representados. “Allí la sociedad rural, médicos, el comité mixto, la Red Federal de Docentes por la Vida y los concejales con excepción de Juntos por el Cambio, participaron del debate. En lo particular, con la idea de reforzar los estudios anexados que dejaban constancia del impacto a la salud por parte de los agrotóxicos, nos agrupamos distintas organizaciones para llevar adelante una campaña para poder reunir fondos que nos permitiesen realizar análisis, tanto de suelo y agua, como de orina y sangre en aquellos que estamos expuestos a las aspersiones. La campaña fue sostenida pura y exclusivamente con aportes de la sociedad, y se realizó en tres etapas. La primera consistió en enviar las muestras a La Plata al laboratorio de Damián Marino, la segunda contempló el envío de muestras de orina y sangre de la población afectada por las fumigaciones al laboratorio firestyle de Mar del Plata. Por último, se envió una nueva muestra de agua y suelo, pero en esta oportunidad al INTA de Balcarce”.

Todo se realizó bajo estrictos protocolos de cuidado que incluyeron la presencia de un escribano, a partir de esto se elaboró un informe, la idea siempre estuvo anclada en la necesidad de contar con los resultados para de esta manera, poder tener magnitud de lo que se enfrentaba. “Los químicos aparecieron en la mayoría de los estudios realizados, tanto el suelo como el agua se encontraban sumamente afectados, al igual que mi persona, ya que mi orina dejó ver los impactos del glifosato, al igual que el AMPA haciéndose presente en una de las alumnas. Lamentablemente cuando nosotros sostuvimos que íbamos a hacer público los estudios con sus respectivos resultados, la oposición aprovechando la licencia de la concejala que había presentado nuestro proyecto, ingresó una nueva ordenanza solicitando solo 50 metros de exclusión para las escuelas. Aquí el argumento esgrimido fue la utilización de químicos de banda verde como amortiguación a los impactos, a sabiendas que uno de los químicos mas utilizados es el glifosato, quien afecta de sobremanera nuestras vidas”.

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Al pretender mover la ordenanza que garantizaba la fumigación a corta distancia, cometieron un error, más allá del movimiento antidemocrático que llevaron adelante. “Es preciso comentar que a la ordenanza que habíamos presentado, primeramente, se le había sumado otra consensuada en la mesa de discusión convocada por el municipio que contemplaba 200 metros de exclusión y 500 de amortiguación. Debido a esta movida, lo único que pudieron a ver hecho es votar la ordenanza anterior, es decir, la nuestra, sin embargo, la desesperación fue el común denominador, ya que nos había llegado la información que se había votado por unanimidad. Claro, fueron tan desprolijos, que terminaron votando el proyecto de 500 metros, es decir, pasamos de la tristeza a la alegría en cuestión de minutos. Si bien el presidente del concejo intentó anular por decreto una de las audiencias, no lo pudo hacer, pero la realidad es que finalmente los distintos bloques generaron una nueva reunión para votar unánimemente una ordenanza que dictamina una zona de exclusión de apenas 120 metros, un verdadero golpe irresponsable a la razón, ya que los impactos a la salud se vieron garantizados”.

De más está decir que los informes presentados por las distintas organizaciones jamás fueron considerados ni puestos en discusión. “No les importó absolutamente nada, más que garantizar que un puñado de personas siga llenándose los bolsillos, esto está claramente a la vista. Sin dudas el que transitamos es un sendero muy espinoso, las amenazas de una sociedad rural sumamente violenta, Genera mucha tristeza, ya que nosotros no hacemos otra cosa que pelear y defender la salud, mientras que ellos jamás hicieron referencia a la misma, ya que permanentemente utilizan el ardid de que sin esos metros no podrán producir y muchas personas se van a quedar sin trabajo. La verdad es que nuestro país se forjo gracias al trabajo de nuestros ancestros que producían de otra manera, mucho más amigable con la naturaleza y la vida. Es de público conocimiento que se puede producir de otra manera, incluso acá en Bardero muchos productores ya están experimentando la agroecología, pero a muchos otros no les interesa en absoluto. Incluso las islas y por ende los humedales vienen siendo arrasados debido a que han trasladado masivamente la producción ganadera hacia esos lugares debido a la gran sojización de los territorios. Seguiremos resistiendo y combatiendo a este modelo”