Por Alejandro Maidana

Actualmente están en marcha discusiones muy intensas sobre la necesidad de abandonar estrategias de desarrollo dependientes del extractivismo. Alrededor de los emprendimientos petroleros y mineros persisten muchos problemas, tanto sociales como ambientales, y los pretendidos beneficios económicos son más que discutibles. Como reza un tema musical de “La Renga”, pobreza y dolor solo trajo el progreso.

El extractivismo tiene un futuro acotado, ya que está basado en recursos que son finitos y no se renuevan. No faltan quienes rechazan estos límites ecológicos al crecimiento económico, alegando que otros recursos reemplazarán a los que se agoten, o bien se hallarán soluciones científico-técnicas. La encerrona es concreta, sumamente explícita y se pasea desnuda ante la vista de aquellos que solo contemplan como el paisaje muta de sobremanera sin alarmarse y organizarse para decirle basta al actual sistema de producción.

Un modelo obsoleto que supo consolidarse bajo la promesa de una lluvia de dólares que cambiaría la realidad de un pueblo azotado por el doble discurso político y la llave maestra de las corporaciones. Dólares para el pago de una fraudulenta deuda, un boomerang que siempre regresa a la mano de quién maneja una ruleta en donde siempre ganan los mismos. Y allí, el modelo agroexportador basado en comoditties, debe ser puesto permanentemente en debate.

En este marco, Claudio Tomás, quién integra el Grupo de Estudios del Sur de la UNR, decidió avanzar utilizando como trampolín la ecología política, en un imprescindible trabajo que tiene su anclaje en la profunda reflexión y un disparador sumamente clave: “De la ecología política a las transiciones socioecológicas: el caso de la Agroecología”. La creciente conflictividad socioambiental en la que ha ingresado el planeta y América Latina específicamente, entrada la segunda mitad del siglo XX, nos invita a problematizar y rever estrategias.

La idea que se plantea tiene que ver con lo inevitable de las transiciones, ya que estas nunca son puras debido a su naturaleza. Transiciones que tienen una matriz esencialmente energética y de modo derivado en términos alimentarios. “Si no tenés energía no podés avanzar, eso está claro, y acá aparece la primera cuestión. Estamos hablando de una coyuntura extensa, ya que esto se viene planteando desde hace años, desde el primer informe de los límites de crecimiento del MIT, del Instituto de Massachusetts. Allí los hermanos Dennis y Donella Meadows jugando con modelos matemáticos, sostuvieron que, en 30 años, debido al crecimiento de la población y al consumo (abuso) de los recursos naturales, nos encontraremos atravesando una enorme problemática”.

EL contexto actual nos encuentra padeciendo el calentamiento global, que lejos está de ser una crisis, ya que, si se tratase de la misma, ya se hubiese salido. El calentamiento global es un estado natural, y aquí concretamente esta la médula de lo complejo. “Entonces, después de esta primera introducción que realizamos, la pregunta que se impone es una sola ¿qué hacemos? Ya que la denuncia y la toma de conciencia son vitales, pero el tema principal es la aplicación de políticas públicas, que de hecho no alcanzan por la monstruosidad del problema. Por eso planteo la necesidad de interacción, que no sé cuán viable es, de la densidad de la interacción entre Estado, políticas públicas, sociedad civil, empuje, asamblea, y el mercado a través de la responsabilidad social empresaria, que esta es la pata más débil por lejos. De esa densidad podríamos estar pensando en escenarios de transición hacia otra cosa”.

En estos arrabales del mundo se impone la mirada occidental, de país de capitalismo periférico, monoproductor y exportador. “A ese contexto no podés soslayarlo, porque tiene varios escenarios, el primero es el global, el otro nivel tiene que ver con lo cotidiano, a nivel mundial y latinoamericano, y ahora se le ha sumado el nivel local, y a nivel local, ya que se trata de una matriz propia de América Latina. Ahora bien, dentro de esa matriz, no hay homogeneidad, las resistencias y demás se dan el marco aún dentro del mismo paradigma, porque son resistencias por la apropiación, por el uso, y no deja de ser una mirada que, como dice ahí el maravilloso colombiano Giraldo, los conflictos se dan entre mundos. Digamos, no es tal cual pretendemos explicar nosotros dentro del mismo mundo, del mismo paradigma, de la misma visión, de la racionalidad occidental capitalista, sino que Giraldo plantea que esta cuestión de entrar a otro mundo, con ontología, es entrar a jugar con otros seres. Por eso la necesidad de empezar a pensar en el biocentrismo, y no en el antropocentrismo”.

El dato duro es que la Tierra, prescindiendo de las escalas, está aumentando a niveles que no debería aumentar, se habla de un grado y medio por encima de las mediciones preindustriales, de la revolución, y esto está pasando, entonces ¿cómo transicionamos antes que sea demasiado tarde? Debemos partir de dos grandes ejes cuando hablamos de transición, quienes trabajan muy bien una de ellas, que es la energética, son Maristella Svampa, Pablo Bertinat y Melisa Argento. Y claramente el otro eje contundente es la agroecología, que viene avanzando a pasos silenciosos y realmente agigantados, entonces ahí tenemos los dos grandes ejes, hacia dónde iríamos a los efectos de intentar mitigar todos estos efectos dañinos que están haciendo mella en la vida del planeta de tierra y, por ende, en cada uno de los habitamos este maravilloso mundo”.