Las cárceles existen desde hace cientos de años, una metodología disciplinadora que intenta cobrar mediante el encierro, un daño causado a la sociedad. Paradójicamente la aparición de las mismas es coincidente en términos históricos con la aparición de otras instituciones de encierro como los psiquiátricos o los hospicios.

Muchos sociólogos entienden que el sistema carcelario no nace en respuesta a la delincuencia, sino que se enmarca dentro de cambios más profundos en la forma de entender y gestionar los problemas sociales, principalmente relacionados con  la pobreza. En términos contemporáneos, la cárcel surgió como una respuesta de política social.

Sabido es, y basta con hablar con personas que hayan estado allí, que las cárceles bajo ningún punto de vista sirven para resociabilizar, y que muy por el contrario, funcionan como meras máquinas de castigo. Conclusión dialogó con Karina “La Galle” Germano y Alfredo Cuellar, militantes contra las políticas de encierro y el sistema carcelario que se abastece de las clases sociales más vulnerables.

“El 1° de febrero de 2002, caí en San Pablo, Brasil, junto a cinco compañeros acusados de un secuestro. Nos condenaron en primera instancia a 16 años, pero gracias a la apelación por parte de la fiscalía nos aumentaron la pena a 30 años de prisión. No sólo se trata de una causa llena de irregularidades técnicas legales, sino de una farsa circense típica de los poderes judiciales, para encarnizarse con luchadores populares y ni siquiera reconocernos como presos políticos, que es lo que somos”, palabras de Karina Germano, quien conoció en profundidad el funcionamiento y rol de las cárceles.

Tuvo la oportunidad de interiorizarse con el régimen penitenciario paulista en Brasil durante casi cinco años, y luego consiguió trasladarse a su país natal para continuar cumpliendo su condena en la Unidad 3 de Ezeiza. “En ambas circunstancias sentí a flor de piel los padecimientos de muchas mujeres privadas de su libertad que me continúan rodeando en la convivencia cotidiana”, sostuvo.

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“Es una realidad que nos atraviesa a todos, ahora mismo están pasando cosas adentro de los penales, e intentamos desde nuestro lugar y mediante la comunicación quebrar ese aislamiento”.

Detrás de cada persona dentro de un penal existe una maquinaria económica que lejos está de llegar en beneficio de quien está privado de su libertad. “Por cada presa federal el estado le otorga más de 40.000 pesos al servicio penitenciario, dinero que no se ve reflejado en lo más mínimo, ya que como mujer no te dan ni un paquete de toallitas femeninas”.

“Soy una liberada, después de 10 años he conocido de punta a punta el sistema de acá y Brasil, pero lo peor es que el afuera no se hace cargo, te mantienen en un sistema de aislamiento terrible, literalmente te sacan de la sociedad, vos no contás”.

La lucha de las mujeres no conoce de límites y atraviesa las rejas, “el patriarcado ingresa desde las leyes criminológicas, resulta incomparable lo que sucede en una situación de encierro, si la privación de la libertad es para un varón o una mujer. Nosotras somos <Ni Una Menos> en las cárceles, más allá de que no le guste a todas las que integran el colectivo. No somos un producto de oferta y demanda”, enfatizó.

Después de un tiempo de estar en el sistema de encierro, las posibilidades del afuera se hacen cada día más oscuras y difíciles, “la readaptación es una mentira, ya que te marcan con un sello virtual, no teníamos posibilidades de nada antes de entrar, imaginate después de estar encerradas. Igualmente hay voluntades, cooperativas de liberados que ayudan para no caer en ese círculo perverso y vicioso de la reincidencia”, concluyó “La galle” Germano.

Un padre que perdió a su hija en manos del sistema carcelario

“Soy papá de Florencia ‘La china’ Cuellar, asesinada en 2012 dentro del penal de Ezeiza. Lamentablemente existe un desinterés político y social por el sistema penitenciario, lo único que se hace es encerrar a nuestros chicos bajo cualquier pretexto. Luchamos por evitar las causas armadas, las torturas y muertes en las mismas. Es un sistema penal que destruye y no construye, no son sólo consecuencias de un sistema injusto sino que es uno de los pilares fundamentales donde se sustenta el estado. A pequeña escala es la representación más cruel de la sociedad”.

Una muerte que quisieron hacer pasar por suicidio, “mi hija sabía que la iban a matar, yo como papá también lo presentía. Era un grupo de mujeres jóvenes, “la Galle” compartió celda con ese grupo de mujeres asesinadas. Ellas eran rebeldes porque estaban en contra de las situaciones de humillación, maltrato, violaciones y golpiza a las cuales estaban expuestas. Se enfrentaron al sistema de represión penitenciario. Eran jóvenes que incendiaban colchones, hacían reclamos en pos de ganar derechos para todas las encerradas”, relató.

El artículo 18 de la Constitución Nacional sostiene: las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.

“En la práctica no existe eso, se le deben dar posibilidades a quienes están presos. No se combate al sujeto se lo envía a prisión para que no moleste”.

En las cárceles de mujeres se violan los derechos constantemente, “el atropello es tremendo, nos chocamos con una corporación mafiosa. Soy un padre de familia que lucha para que no hayan más Chinas en las cárceles, llevarla adelante me costó que me presionen, hostiguen, amenacen, secuestren y casi maten”.

Muchos son los familiares que no se quedan quietos y hacen escuchar su voz. “Hacemos jornadas anticarceleras en la vía pública para que la gente vea desde qué lugar trabajamos. Juntos luchamos para que no sea moneda corriente las violaciones a los derechos humanos en las cárceles”, concluyó Alfredo Cuellar.