La muerte parece que se lo lleva todo, pero sólo parece porque su poder no es absoluto, hay cosas que no se puede llevar. No se puede llevar el recuerdo, la admiración, las obras de aquel que parte.

La muerte se ha llevado hace ya nueve años la presencia física de un artista rosarino inigualable, y nunca mejor expresado el término “inigualable”: Roberto Fontanarrosa.

¡Oh, sí querido lector! Se ha llevado su presencia, y nada más, porque  no se pudo llevar lo más valioso: su espíritu que flota aún entre nosotros en Inodoro, en Mendieta, en sus personajes hechos dibujos y hechos cuentos. No se ha podido llevar el recuerdo, la admiración no sólo de los rosarinos (aclárese debidamente) sino de los argentinos y de muchos ciudadanos del mundo. Es que el genio no sabe de fronteras.

La muerte no puede contra el espíritu; ni contra el corazón bueno, cuyos efectos no son más que buenas obras. Por eso a Fontanarrosa hoy lo recuerdan todos, sus amigos “canayas”, ¡por supuesto!, pero también sus amigos leprosos y todo el “equipo” social.

Es que hay cosas que están más allá de las ideas, de las creencias. Un talento y su obra no puede ser tapado por una facción… a menos que esté loca de remate.

A ver: ¿quién puede no estar de acuerdo con las Memorias de un wing derecho?

“Y aquí estoy. Como siempre. Bien tirado contra la raya. Abriendo la cancha. Y eso no me lo  enseñó nadie. Son cosas que uno ya sabe solo. Y meter centros o ponerle al arco como venga. Para eso son wines. No me vengan con eso de wing “ventilador” o wing “mentiroso” o las pelotas. Arriba y contra la raya.

“Abriendo la cancha para que no se amontonen los forwards en el medio. Nada de andar bajando a ayudar al marcador de punta ni nada de eso. Si el marcador de punta no puede con el wing de él… ¿para qué m… juega de marcador de punta? Lo que pasa es que ahora cualquier mocoso le sale con esas teorías nuevas y nuevas formas de juego o te viene con la “holandesa” o la brasileña y otras estupideces…”.

¿Será que alguno de nosotros estamos chapados a la antigua? ¿O que cualquier tiempo pasado fue mejor? Bueno, no importa eso lo que importa es que como usted dijo, maestro: “No es que uno sea un sabio. Escúcheme, usted ve un tipo cómo se para en la cancha y ya sabe cómo juega al fútbol”.

Claro. Y eso vale para todos los aspectos. Cuando uno ve a un tipo cómo se para en la vida, ya sabe cómo la va a jugar. Y usted, Roberto, siempre estuvo en el lugar justo, y cuando no hacía goles tiraba un centro para que otro la rompiera. La muerte no puede contra eso.