Por Gisela Gentile

Florencia es mamá de tres hijos, ella y su familia no solo permanecen encerrados en su domicilio por la amenaza del Covid-19, sino por algo aún más peligroso, el violento ex novio de su hija de 17 años que  los amenaza constantemente, y tiene aterrada a toda una familia.

Esta mamá además de ponerle el cuerpo a esta lamentable situación, debe luchar cuerpo a cuerpo con un cáncer terminal. Situación más que compleja que invita a reflexionar sobre el desamparo que viven las víctimas de violencia de género.

Ellos violan perimetrales, amenazan, y manipulan realidades para que sus víctimas tengan miedo y así poder ejercer el más perverso maltrato, que según su óptica machista, lo merecemos por ser mujeres.

Conclusión accedió al diálogo con esta mamá que no descansa en pos de poner a resguardo la vida de su hija y la de su familia, perdiendo inconscientemente de vista, el deterioro que viene sufriendo su salud. “Estoy padeciendo un tema de violencia de género con mi hija, estamos bajo amenaza. Si bien hicimos la denuncia, queremos visibilizar el caso porque considero que es la única manera que tenemos de protegernos, cuanto más calladas estemos, peor será”.

Los audios que recibe su hija de 17 años son realmente estremecedores y se encuentran plagados de un irracional odio machista. Las amenazas son explicitas y manipula a la joven a través del cáncer de su madre, situación más que desagradable. “Es tremendo escuchar esos audios, sumado a que ella estaba amenazada y no me lo contaba por mi estado de salud, soy paciente oncológica en estadio 4 (avanzado) por lo cual ella estaba entre la espada y la pared. No quería transmitirme ese terror y a la vez se lo callaba”, comentó angustiada.

Esta familia está a la espera de la perimetral que se efectivizaría esta semana a consecuencia de la denuncia que realizaron en la Comisaría de la Mujer. “Al momento él ya cuenta con otra perimetral por parte de una amiga de mi hija, que casi fue agredida por este sujeto en la vía pública, afortunadamente no lo logró porque unos amigos de ella lo impidieron”, enfatizó.

El comienzo de una relación que prontamente le abriría paso al infierno más abrasador. “Mi hija comenzó a salir hace 2 años con una persona apodada <el Tucu>, en el transcurso de esa relación tuvimos algunas confrontaciones con esta persona debido a que intentaba romper la relación de ella con nosotros, con el fin de aislarla de su familia”. 

La primera situación de gravedad fue cuando les llegó un aviso de que el novio de su hija podría estar consumiendo drogas, “por ello lo confrontamos y él dedujo cuál de sus amigas nos había advertido de tal situación, acto seguido la increpó en la calle, la insultó e intentó pegarle. Por fortuna, amigos en común lo detuvieron y no consiguió agredirla físicamente. Esa chica fue quien mantiene vigente la perimetral luego de haberlo denunciado”, agregó.

Amenazas y hostigamientos, un calvario sostenido que debe decididamente encontrar eco en la justicia. “Lamentablemente, mi hija quien estaba y está bajo amenaza, continuó conectada a través de redes sociales y whatsapp, medios por los cuales la manipulaba y hostigaba permanentemente”.

 

La enfermedad que padece su madre hizo que la joven se silenciara, “estoy en un estadio avanzado de cáncer y no tengo opciones de curación, sino de mantenerme estable la mayor cantidad de tiempo posible, de eso también depende mi energía vital y estado de ánimo. De más está decir que esto me aniquila, como para referenciar, te cuento que tuve una aplicación la semana pasada por lo cual debería descansar de una manera óptima para regenerar células, ya que mi estado no es bueno. Se me acalambra todo el cuerpo, la estoy pasando muy mal ya que mi marido se va muy temprano a trabajar y quedo junto a mis tres hijos en casa, situación que nos genera miedo e incertidumbre”, manifestó Florencia.

El agresor siempre supo sobre la patología de Florencia, pero lejos de tener reparo alguno, actuó conscientemente en torno a ello.  “La manipuló siempre desde ahí, diciéndole que si no la atendía vendría a mi casa, ella temía que pudiera ocasionarme un mal momento y trataba de no <hacerlo enojar y que así despertara su ira>. Desde ese lugar se sentía totalmente poderoso y la manejaba a su gusto”.

Una mamá que nunca se victimizó por su enfermedad, y siguió adelante con su vida pese a su grave enfermedad. “Siempre seguí trabajando tratando de mantener la vida que teníamos, pero esta situación me tiene desbastada y necesito que mi familia esté salvo”, concluyó.

Toda una familia rehén de un sujeto violento que cree que puede decidir sobre los días de una joven y su familia. Necesitamos un Estado presente y una justicia que actúe a tiempo en resguardo de la vida de las mujeres víctimas de violencia de género.