«Cuando decimos que el ideal es imposible, ni siquiera es que hay un ideal del cual muchos y muchas somos excluidos, sino que lo que muestra es que el ideal de la belleza es la frustración, porque lo imposible es lo que nunca vas a conseguir, entonces no es que sólo te imponen determinados estereotipos, sino que la imposición de esos estereotipos es para tenernos básicamente, a las mujeres frustradas».

Esa contundente y rica definición fue vertida por Luciana Peker, y es uno de los temas que tocó en la noche de este jueves en la charla «Salir del ideal de los ideales de belleza», realizada en el Auditorio de la Asociación Médica de Rosario. Fue el segundo de los encuentros para Peker, periodista, escritora y referente del movimiento feminista en Argentina. «El eje está puesto en cómo salir de esos ideales como frustración y recuperar la idea de belleza que es diversa, que es nómade incluso en las propias personas, es decir que uno va cambiando de esa idea sobre lo que le gusta o no le gusta y como pasar de esa idea a disfrutarla más que a padecerla», relató a Conclusión en la previa.

«Precisamente, un ideal es imposible, y la imposición de esos estereotipos genera mujeres frustradas, -retoma la escritora de La revolución de las hijas y Sexteame. «Porque lo que veo, de hecho, es que muchos varones que llegan ahora a cuidarse más, a cuidarse con las comidas, a hacer más gimnasia, lo disfrutan. Por lo cual, no es tanto el ideal, sino la presión que se ejerce y la frustración que se genera como motivador de ese ideal. Nunca vas a ser lo que tenés que ser, entonces esa frustración genera sumisión».

Otro punto que repasó Peker en la entrevista con este medio es la exacerbación de esa «dictadura de la belleza» que se ve en Argentina. «Incluso lo muestran algunas cifras que dejan en claro como la Argentina está puntera, en el mundo, en cantidad de enfermedades con trastornos alimentarios. Esto es un indicador que se suma a muchos otros y a una percepción muy certera que en la Argentina el modelo de belleza es una forma de opresión y de dolor muy fuerte,  más fuerte que en otros países».

En ese sentido, Luciana Peker hizo una aguda lectura, ya que señaló que en nuestro país, ese ideal está especialmente estipulado en relación a la delgadez. «Y a una delgadez que tiene que ver con no puedo, no debo, estoy enclaustrada… Entonces cuando decimos ‘me doy un permiso’, es como un permiso que estás encerrada y que te permitiste salir, o comer siempre con culpa. Yo creo que frente a mujeres particularmente independientes y de avanzada que hay en el mundo, la idea de la obsesión por la delgadez que hay en Argentina, no causa más sana, sino que causa gente más expulsada y que llega a la comida de manera mucho más desesperada, porque está siendo expulsada y que ese modelo es un modelo de uniformidad y de constante culpa sobre abrir la boca se traduce en que, finalmente, lo que no quieren es que las mujeres abramos la boca… y las piernas».

En relación a ello, la periodista y escritora citó a Naomi Wolf, escritora de El mito de la belleza. «La dieta fue el sedante político más fuerte de las mujeres, al final del siglo 20 y en el 21. Es cerrá la boca, callate, quedate calladita, calladas se ven más lindas y bonitas, porque es algo que tiene que ver con estereotipos». Y remarcó. «Estereotipos que no son sólo de los sectores conservadores de la sociedad, sino de todos los sectores supuestamente progresistas y que, además, las mujeres nos terminemos autoimponiendo. Por supuesto que no me interesa criticarlos desde una actitud superada, sino asumiendo que nos duele mucho, que duele si una no encaja, que hay nuevas formas de buscar belleza y también placer en la belleza o en muchos rituales de belleza y que cada cual pueda elegir cual le gusta y cual acepta».