Por Marina Vidal

Hablar con Margarita Barrientos, impulsora y alma mater del comedor Los Piletones, es como hablar con una flor de esas de las que Saint Exupéry dijo que si no existiera más que un ejemplar entre millones y millones de estrellas, sería suficiente para ser feliz mientras se las mira.

Es única, es un milagro hecho mujer, es un libro de lecciones de vida que día a día educa con su ejemplo. Margarita es madre de miles, creadora de la Fundación que lleva su nombre que lleva adelante un comedor solidario llamado “Los Piletones” ubicado cerca de Lugano, en medio de Villa Soldati en el Bajo Flores de Buenos Aires.

Nació un 12 de octubre de 1961 en Añatuya, provincia de Santiago del Estero. La crio la pobreza y el desamparo, pero salió adelante con la premisa de ayudar a otro sin recibir nada a cambio y embanderada con la solidaridad que marca su historia, su vida, en la que nunca le sobró nada, y le faltó todo.

marga 3Margarita atendió a Conclusión como si fuera un conocido de siempre. La paz en su voz hizo de la entrevista una charla cálida y conmovedora.

En 1996 se mudó a Los Piletones luego de varios años de vivir sucesos personales desoladores y que dejaron huellas en su alma. Con la lucha y la bondad como valores fundamentales,  decidió intervenir en el mundo de pobreza y fundar un comedor social junto a su esposo y sus doce hijos (“nueve biológicos y tres del corazón”)

La Fundación recibe chicos, madres y abuelos que necesitan ayuda. Atiende el comedor Los Piletones, la Guarderia San Cayetano, el Centro de Salud «Angela Palmisano», y también un Centro de Día para Abuelos.

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En el comedor reciben a 2.014 personas diariamente, entre ellos 960 chicos, 490 madres, y 70 abuelos a los cuales se le ofrece desayuno, almuerzo y cena. En la Guardería se atiende 130 chicos que permanecen allí de las 7 a las 16, cuentan con 4 maestras jardineras, una de ellas enseña inglés a chicos de 3 a 4 años, también hay chicos más pequeños, de 6 meses a 2 años.

En el centro de Salud ofrecen odontología, pediatría, obstetricia, ginecología, clínica médica, enfermería, y también lograron crear una farmacia comunitaria. En los centros además se dan charlas sobre prevención y anticoncepción.

“Trabajamos mucho, muy duro todos los días, pero también tenemos muchísima colaboración, la gente se acerca para colaborar y entre todos trabajamos para estar mejor. Lo que más me interesa es que la gente aprenda, por eso tenemos tantos talleres donde enseñamos oficios, porque lo importante es educar a las personas y que tengan una herramienta de trabajo”, comienza describiendo Margarita acerca de su labor.

Ella, es la heroína de miles de familias, pero ¿quién es el héroe de Margarita?

Con  voz dulce y nostálgica contestó: “Mi padre. A pesar que nos haya abandonado (se fue cuando ella tenía doce años), o que nos hayan faltado muchas cosa el siempre fue mi héroe. Con muchas necesidades siempre nos enseñó que hay que reconocer el esfuerzo. Y él daba el ejemplo, a pesar de que no tenía estudios, nos enseñó lo más básico pero importante: la importancia de la educación, del trabajo, de será alguien en la vida”.

Mi padre era una gran persona, un gran hombre. Siempre ha sido y va a ser mi héroe”

La fundación le brinda alimento a miles de familias. Respecto de  la situación de pobreza y el hambre mundial, Margarita consideró que para erradicarlo tiene que haber más educación y un “mayor compromiso de toda la sociedad”.

“Lo principal sería evitar el hambre, que no exista. Para eso hay que educarse, trabajar, en muchos aspectos. Estar unidos como sociedades y como países”.

Creció en el seno de una familia humilde, con muchas carencias materiales pero lejos de tirar la toalla, la Margarita 1necesidad y el dolor fueron el impulso para difundir mensajes de esperanza y actuar para ayudar al prójimo.

“Siempre sostengo lo mismo –destaca Margarita en su relato-, nada es imposible, todo se puede lograr. Siempre les digo al grupo de mujeres maravilloso que me respalda y me ayuda diariamente que nunca digan no se puede, siempre se debe tener el sí a flor de piel porque si algo se quiere, se puede hacer”.

Rodeada de marginalidad y vivir ayudando bajo el anonimato durante muchos años, la llevaron a conocer la pobreza en todos sus frentes. Para Margarita, un enemigo a erradicar, además del hambre, son las drogas. “Es un negocio que nosotros hemos dejado agrandar. Se ha ampliado de una manera descomunal y le va a costar al gobierno erradicar la droga. Pero tengo la esperanza de que se vaya a poder hacer. La droga y quienes la manejan nos han arruinado la juventud, a nuestros hijos a nuestros nietos, toda una generación pero que juntos lo vamos a solucionar”, enfatizó.

Margarita y los políticos

La política atraviesa la sociedad, por lo cual fue inevitable preguntarle su consideración respecto al nuevo presidente electo Mauricio Macri y esto contestó:

“Me siento muy feliz porque como siempre lo dije él es mi presidente. Siempre quise que sea mi presidente y lo voy a acompañar en todo sentido, quiere trabajar por el hambre cero y yo voy a hacer todo lo posible y lo que esté a mi alcance para ayudarlo en lo que sea necesario. Lo considero una maravillosa persona”

Su deseo

“No tiene que haber gente haciendo cola para retirar la comida. Ellos tienen que elegir lo que quieran comer, no yo decidir por ellos”, cerró.

Margarita terminó el tercer grado y no pudo seguir estudiando. Su mamá murió producto del mal de Chagas y de leucemia cuando ella era apenas una niña. En el transcurso de su vida y junto a su marido Isidro, supieron salir adelante, sobreponerse a las adversidades y crear desde la pobreza un hogar de esperanza para miles de personas.

Para colaborar con la Fundación: http://www.margaritabarrientos.com.ar/