Por Hermes Lavallén

Los polímeros plásticos han contribuido enormemente a mejorar la calidad de vida en muchísimas poblaciones del planeta, y para la civilización actual es impensable prescindir de ellos. No obstante, la larga vida media de los residuos plásticos (mayor a 1000 años), y su descarte irresponsable, ha provocado una inmensa acumulación en ambientes terrestres y acuáticos, constituyendo una preocupante problemática mundial.

El impacto ambiental más conocido es el observado en ambientes marinos, según declaraciones recientes del World Economic Forum, se estima que “para el año 2050 los océanos tendrán más masa plástica que peces”.

Es importante saber indagar  los avances gubernamentales a fin de mitigar el impacto generado por la contaminación del plástico, pero para lograr cambios de hábitos el primer paso es entender, y para ello, el consenso mundial indica que es clave el rol que juega la educación, especialmente en los niños y jóvenes, tanto a nivel individual como colectivo.

Es alentador saber que científicos, tecnólogos e ingenieros investigan los avances tecnológicos requeridos para obtener plásticos más sustentables; que muchas empresas, organizaciones gubernamentales y ONGs tienen la decisión política de cambiar el estado de cosas; y que en noviembre 2020 se aprobaron los Presupuestos Mínimos para Plásticos de un solo uso en Argentina, y se prohibió el uso de micro-perlas y microesferas de plásticos en productos de cosmética y de higiene oral odontológica.

Se han encontrado plásticos incluso a 10.000 metros de profundidad, y en lugares tan sensibles como el Ártico ya han aparecido depósitos de micro plásticos. Según Greenpeace, los plásticos que usamos cada día, aunque los depositemos en el contenedor de reciclaje, también pueden acabar en el mar por la acción del viento y la lluvia.

¿De dónde proceden estos residuos?

En gran parte se deben a la proliferación del plástico de usar y tirar, por ejemplo se estima que cada día se abandonan millones de latas y botellas de plástico. El  plástico es un material muy persistente y que se dispersa con mucha facilidad, por lo que su cantidad en el mar no deja de aumentar. Además, se estima que el tiempo de degradación de los plásticos en el océano es mucho mayor que en la tierra, ya que está menos expuesto a la luz solar, a las altas temperaturas y al oxígeno.  Esta contaminación tiene consecuencias sobre el medio ambiente, por ejemplo se estima que cada año están muriendo más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos a consecuencia de los plásticos que llegan al océano.

¿Cómo evitar que siga aumentando el impacto?

Reducir, especialmente el consumo de envases de un solo uso, es fundamental. Por ejemplo, se calcula que la vida útil de una bolsa de plástico es de quince minutos, pero tarda 55 años en degradarse una vez que acaba en el mar. Cada vez hay más alternativas al plástico, especialmente en los objetos descartables y de la vida más cotidiana: bolsas de tela, comprar a granel, evitar el sobre envasado en los alimentos que consumimos…

Foto: Esta área de basura es descrita a menudo como una masa o una isla, aunque en realidad es una zona con una gran concentración de plástico que aumenta a medida que uno se aproxima a su centro. (Foto: Facebook)

Los desechos marinos son una de las amenazas más generalizadas para la salud de las áreas costeras, océanos y vías fluviales. Es un tema de interés local, regional, nacional e internacional. Los desechos marinos pueden dañar o matar la fauna marina, dañar y degradar los hábitats, interferir con la seguridad de la navegación, causar pérdidas económicas a las industrias pesquera y marítima, degradar la calidad de vida en las comunidades costeras y amenazar la salud y la seguridad humanas. Se cree que al menos ocho millones de toneladas de plástico terminan en nuestros océanos cada año y comprenden el 80% de todos los desechos marinos presentes, desde las aguas superficiales hasta los sedimentos de las profundidades marinas.

 Actualmente, los sistemas de observación de desechos marinos están en su infancia. Debido a la amplia diversidad de tamaños, tipos, formas, flotabilidad y composición química de los escombros, la teledetección es la única tecnología capaz de proporcionar la observación uniforme necesaria para abordar este desafío.