Por Marina Vidal 

La lucha por la igualdad de género es una batalla que tiene cientos de rounds día a día y parece nunca llegar a un final favorable. Embanderadas con la consigna de lograr que se respeten sus derechos, las mujeres trabajadoras son víctimas de la violencia institucional y las consecuencias se vislumbran en la precarización que sufren desde todas sus aristas.

En los últimos días fueron varios los informes que brindaron datos que dan cuenta que esta premisa es real tanto en Rosario, en la provincia, en Argentina y en toda América Latina. Pareciera que el desafío por lograr la equidad de género depende pura y exclusivamente de la reivindicación femenina como si fuese su responsabilidad por ser el sector «afectado». Claro que esta presunción, tendría que entenderse racionalmente por la unanimidad de los seres terrestres como algo injusto, absurdo y con fecha de vencimiento. Sin embargo…no sucede.

En una encuesta publicada por Ambito.com, de la consultora Mercer sobre la brecha salarial de género en empresas de América Latina, «arrojó que las mujeres ganan en promedio un 17% menos que sus compañeros varones«. Por otro lado, desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz en su informe laboral de Rosario de octubre 2017, «las mujeres muestran menores tasas de actividad, de empleo y desempleo que los varones. Sin embargo, en contraposición a estos últimos, sus condiciones laborales muestran mayores signos de subocupación. El 43% de las mujeres no disponen de un trabajo superior a las 35 horas semanales».

Informes anuales de la OCDE y el Foro Económico Mundial presentan un panorama invariante. La igualdad de género no se ha logrado en ningún país del mundo y no ocurrirá en el corto plazo. Los modelos señalan que bajo el statu quo, tomará cerca de un siglo llegar a una equidad general en el mundo. Esto en oportunidades económicas, educación, salud y empoderamiento político

Conclusión dialogó con Sonia Cerezo delegada de ATE y referente de la lucha de las mujeres contra la precarización y con el grupo de Mujeres Autoconvocadas del Cordón industrial, quienes ejemplificaron casos de vulneración de derechos laborales que sufren las mujeres trabajadoras de la provincia de Santa Fe.

Tanto en el ámbito público como en el privado, las diferencias en los salarios y condiciones por género son evidentes. El estudio de la consultora, que se realizó sobre 202 empresas, arrojó que «los progresos que se habían realizado en cuanto a la participación femenina en el mundo laboral se están estancando y, además, hay un importante número de mujeres que se desempeñan en trabajos informales«.

Los datos principales que vislumbró son:

  • La representación femenina en los directorios y equipos ejecutivos de las empresas sigue siendo extremadamente baja.
  • A pesar de que el 64% de las compañías entrevistadas afirmaron estar convencidas de la necesidad de contar con una fuerza laboral más diversa, sólo el 31% ofrecen programas a tiempo parcial, 56% ofrece trabajos flexibles (trabajar desde casa o trabajo compartido por ejemplo), 57% ofrece programas de maternidad y 44% de paternidad.
  •  En el nivel profesional las mujeres representan el 39% de la fuerza laboral, su presencia a nivel gerencial disminuye a un 31% y, ocupan solo una cuarta parte de los cargos como altos directivos y un escaso 16% de los puestos ejecutivos.

En tanto, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz en su informe laboral de Rosario de octubre 2017, esbozó:

  • Los varones representan la mayor parte de la Población Económicamente Activa, y lo
    mismo sucede con la población Ocupada y Desocupada.
  • De la Población Económicamente Activa, es decir, aquella que tiene o busca activamente empleo, el 56,87% son varones, y solo un 43,13% mujeres. Una distribución similar se da en la
    población ocupada, donde los varones representan más de la mitad de la población.
  • La tasa de desocupación, es mayor en el caso de los varones para el tercer trimestre del 2017. Observamos que:
    – Cada 100 mujeres rosarinas que desean trabajar, más de 8 están desocupadas y no
    consiguen trabajo.
    – Cada 100 varones rosarinos que desean trabajar, aproximadamente 11 están
    desocupados y no consiguen trabajo.
  • cabe explicar una menor tasa de desempleo femenino debido a las condiciones laborales predominantes en un centro urbano de las magnitudes de Rosario en donde el sector de servicio es significativo, coincidiendo a su vez en que en dicho sector el género femenino tiene una mayor participación que en otros sectores. Sin embargo, a este auspicioso resultado cabe mitigarlo. En la Tabla 7 se observa que casi el 43% de las mujeres trabaja menos de 35 horas semanales, segmento muy vinculado al trabajo precario y subempleo, contra el 25% de hombres que localizan en dicho rango horario.

Voces locales

Sonia Cerezo, delegada de ATE en Puerto San Martín y asistente escolar ratificó que la precarización se vive cada vez más. «Nos violentan institucionalmente desde muchos aspectos. Por ejemplo, el Ministerio tardó muchísimo en publicar los escalafones para que las escuelas tuviesen personal en las escuelas. Lo mismo ocurrió con la evaluación y con muchas irregularidades que sufrimos las trabajadoras», detalló.

Y agregó: «Nuestros recibo de sueldo no cuentan con todos sus ítem en forma blanqueada como sí los tienen docentes y personal con los que compartimos pertenecer al mismo Ministerio».

La delegada enfatizó que muchas de las mujeres trabajadoras son sostenes de familia y «hace años que no se aumentan sus asignaciones familiares». «Estas cosas pasaban en el gobierno anterior y en el actual. Los que quedamos en el olvido somos las trabajadoras que estamos afectadas», subrayó.

Cerezo marcó que esta problemática se traslada a nivel nacional y la brecha de género se ve sobre todo «en los cargos jerárquicos».

«No vamos en contra de los varones; la sociedad necesita de mujeres y hombres a la par. Sin embargo, día a día palmamos estadísticas dolorosas que nos perjudican a las mujeres pero para contrarrestar esto las mujeres estamos despertando cada vez más«, finalizó.

Por su parte, desde la agrupación Mujeres Autoconvocadas del Cordón industrial, manifestaron que están «luchando porque en las comunas de Maciel, Timbúes, Oliveros, hay mujeres que trabajan hace más de 25 años en negro».

«Hay mujeres de más de 50 años que le pagan por semana, que están barriendo calles desde hace años para la comuna y nunca estuvieron blanqueadas, nunca le hicieron un aporte, nada», subrayó.

Hablar de brechas salariales es apenas una arista, la punta del iceberg de un conflicto mucho más profundo, más amplio, más discutble: la realidad de las trabajadora que muchas veces es naturalizada y que va en detrimento de sus derechos. No es más que  la reducción de costos salariales para los empresarios (obra social, jubilación, riesgos del trabajo, regulación laboral) a costa de la salud física, mental y emocional de las empleadas.

Cabe aclarar que la violencia institucional que sufren las mujeres no se reduce al salario. Las discriminaciones, abusos, humillaciones y desestimaciones de conocimiento continúan en la lista por la que día a día luchan y salen a la calle. Porque a pesar de las injusticias, hay una particularidad que nos caracteriza y que no es sólo un mito, que no es el chiste machista fácil, no es solo una frase histórica; se trata de algo que nos hace sentir orgullosas: «A las mujeres no nos calla nadie». Amén.