El caso Barreda fue uno de los casos policiales más resonantes del país en las últimas décadas. En 1992 asesinó a su esposa, Gladys McDonald, a su suegra, Elena Arreche, y a sus dos hijas, Cecilia y Adriana Barreda, por los malos tratos que recibía de parte de ellas. Luego de varias entradas y salidas en la cárcel, finalmente hoy, 23 años después, recuperó su libertad, de manera condicional.

La medida fue adoptada por el juez de Ejecución, Raúl Dulto, luego de que el abogado defensor Eduardo Gutiérrez presentara en sede judicial un nuevo domicilio en el que vivirá el odontólogo, que hoy tiene 79 años, y que hace más de un año volvió a estar detenido, luego de que el 22 de diciembre pasado se le revocara la libertad condicional que tenía.

En aquel momento vivía en un departamento de Belgrano con su entonces pareja, Berta «Pochi» André, en una relación que se había tornado peligrosa, y por lo cual los asistentes sociales del Patronato de Liberados marcaron que había «un cambio en la relación de convivencia con su pareja» y «la imposibilidad de que Barreda siga residiendo en ese domicilio».

«Los informes refieren una situación de riesgo, indicios de demencia senil por parte de André, como así también observan en Barreda un lenguaje despectivo hacia las mujeres y un particular ofuscamiento con su pareja con una marcada preocupación de cómo él puede reaccionar», adujeron los camaristas en el fallo.

Desde aquel entonces, Barreda volvió a prisión, con el deber de aportar un nuevo domicilio que cumpla con las condiciones que exige la ley para los casos de cumplimiento de una pena condicional, cuestión que se formalizó hoy.

El odontólogo cumplía su condena en el penal de Olmos con un régimen semiabierto sin salidas transitorias, y ahora vivirá en un departamento del partido bonaerense de Tigre, que le habría aportado un amigo.

El hombre estuvo en la cárcel desde 1995, cuando fue condenado a prisión perpetua, hasta 2011, cuando se le brindó la libertad condicional. Anteriormente, en mayo de 2008, había salido de la Unidad Penitenciaria 9 de La Plata y lo beneficiaron con la prisión domiciliaria en el departamento de André, después de que la mujer se comprometiera a ocuparse de él.

«Pochi» André murió el 24 de julio último a los 78 años, como consecuencia del deterioro su salud a raíz de graves problemas neurológicos.