Se sabe que existen dos efectos secundarios que se repiten en todas las personas luego de ser inmunizadas con alguna de las dosis de contra el coronavirus. El primer efecto es el dolor de cabeza con fiebre en algunos casos. El segundo es un dolor en el brazo que recibe la dosis, que perdura por varios días.

Este síntoma es explicado y aclarado por científicos.

La vacuna contra el coronavirus se realiza mediante una inyección intramuscular y es recomendada aplicarla en el músculo deltoides del brazo, el músculo grande que le da al hombro su rango de movimiento. En cuanto al dolor en el brazo, hay varias razones para ello.

La vacuna puede desencadenar inflamación en el sitio de la inyección sugiriendo que está comenzando a activar tu inmunidad. A su vez, la reacción inmunológica del cuerpo también puede causar dolor en el brazo, ya que nuestro sistema utiliza varios mecanismos para combatir las infecciones, como son los macrófagos, linfocitos B y linfocitos T que forman parte de los glóbulos blancos.

Los macrófagos trabajan para descomponer virus, bacterias y células muertas o moribundas. Los linfocitos B producen anticuerpos que atacan partes del virus que dejan los macrófagos. Y los linfocitos T atacan las células del cuerpo que han sido infectadas.

Gracias a este proceso, nuestro brazo se convierte en un campo de guerra, ya que las vacunas engañan al sistema inmunológico del cuerpo para que piense que está siendo invadido por el virus. Es así que nuestro sistema envía glóbulos blancos para defenderse del “intruso”. En consecuencia, entran en conflicto los componentes de la vacuna y nuestros glóbulos blancos, y donde los linfocitos B del cuerpo no paran de producir anticuerpos todo el tiempo.

Pueden pasar varios días hasta que el proceso de reacción del cuerpo a la vacuna termine, razón por la que podemos terminar con dolor en el brazo durante varios días.

Como bien explica William Moss, epidemiólogo y director ejecutivo del Centro Internacional de Acceso a Vacunas de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins en Baltimore:

Mientras tanto, a los pocos minutos o incluso segundos de vacunarse o detectar un virus, las células que presentan antígenos envían señales de “peligro”. Esta rápida reacción, conocida como la respuesta inmune innata, involucra una gran cantidad de células inmunes que llegan a la escena y producen proteínas conocidas como citocinas, quimiocinas y prostaglandinas, que reclutan aún más células inmunes y tienen todo tipo de efectos físicos. Las citocinas dilatan los vasos sanguíneos para aumentar el flujo sanguíneo, provocando hinchazón y enrojecimiento. También pueden irritar los nervios y causar dolor. Las citocinas y quimiocinas inducen inflamación, que también es dolorosa. Las prostaglandinas interactúan directamente con los receptores locales del dolor. 

William Moss

Fuente: National Geographic