Por Alejandro Maidana

La noche del 24 de septiembre de 2016 detuvieron ilegalmente, torturaron y simularon el fusilamiento de los jóvenes Iván Navarro y Ezequiel Villanueva. En un descampado de la Villa 21 fueron golpeados salvajemente por prefectos por el solo hecho de ser villeros, una realidad que azota con el látigo del racismo a la pibada de los barrios populares del país.

Hoy 6 prefectos se encuentran en el banquillo de los acusados, imputados por lo antes mencionado. Los jóvenes agredidos pertenecen a la Organización Social “La Poderosa”, una construcción territorial que no le cede metro a la represión, estigmatización y al olvido.

La noche del sábado Ezequiel fue a  visitar a su abuela “Beti”, que también vive en la Villa 21. De regreso, lo paró la Policía Federal para revisarlo y, aprovechando que justo lo saludaba su amigo Iván Navarro, los denigraron un rato a los dos, entre amenazas y chicanas sobre el supuesto origen espurio de sus prendas. “Yo me acerqué para darle un abrazo a Eze y un oficial, así, de la nada, directamente vino y me pegó una trompada”, contaría Iván.

Negativa la requisa, los dejaron ir, pero apenas 30 pasos, donde volvieron a ser interceptados por tres móviles de Prefectura, con cuatro uniformados cada uno. “Nos tiraron adentro de un coche y nos llevaron hasta la garita de Osvaldo Cruz e Iguazú” ¿Para qué? “Para cagarnos a palos”. ¿Y los largaron? “No, nos subieron a otro auto, pero primero nos taparon la cabeza y nos obligaron a sentarnos uno encima del otro”. De ahí, se los llevaron hasta un descampado lindero al Riachuelo, detrás de una fábrica, sobre el Camino de Sirga. “Cuando ya había unos 10 prefectos, uno dijo que nos iban a matar, porque total nadie nos iba a reclamar”.

Trompadas en la cara y palazos en las piernas, como tantas otras veces a tantos otros villeros, esta vez no fueron suficientes. “Nos obligaron a tirarnos al piso y hacer flexiones de brazos, hasta que uno le saltó sobre la espalda a Ezequiel y otro me preguntó a mí dónde quería el tiro”. Pero no, todavía no termina. “Alterados, como sacados, nos esposaron a un caño y dispararon varios tiros al aire, mientras nos quitaban las camperas que supuestamente habíamos robado”. Pero no, robar, robaron ellos, “que se reían cuando nos ponían un cuchillo en el cuello y nos decían que también les parecían lindas nuestras zapatillas, nuestras cadenitas… Nos sacaron todo”. Justo ahí, a pocas cuadras de la Parroquia Caacupé, uno de los prefectos puso su arma en la nuca de Iván, para obligarlo a rezar. “Dale, un Padre Nuestro para que no te mate, dale”. Y al final, cuando por fin accedieron a soltarles las manos, los encañonaron por la espalda, con una escopeta: “Corran bien rápido, o van a ser boleta”.

Resulta extraño que en plena democracia se sucedan estos actos tan repulsivos como condenatorios ¿Será que la democracia representativa no contempla a los de abajo? ¿Las villas miserias siguen siendo el nuevo-viejo enemigo interno que fabrica el Estado? Lo cierto es que los apremios ilegales son una constante para todos aquellos que ven como la escasez de oportunidades, se transforma en un enemigo corporizado y desprejuiciado.

Un nuevo atropello que intenta disciplinar una Garganta valiente

En la garita de Pedro Luján y Luna, Roque, fotógrafo de La Poderosa junto a su hermana y otro vecino de la villa 21, permanecieron detenidos ilegalmente. La misma prefectura que años atrás torturó a Iván y a Ezequiel, la que fue denunciada en el mes de mayo seis veces por hechos similares, volvería a estar en el centro de la escena. La misma fuerza represiva del Estado que tiene a 6 agentes con prisión preventiva por deleznables hostigamientos.

“Actúan sin ningún tipo de orden judicial, se mueven por fuera de la ley pero con el aval del poder político”, sostuvo Daniela Merida comunicadora de La Poderosa en charla con Conclusión.

Esta feroz represión sucedida el sábado 26 de mayo cerca de las 23 hs, se da en el contexto de las audiencias que tienen como imputados a 6 prefectos, algo muy sugerente. “Estaban requisando un ómnibus bajando y golpeando pibes, cuando el vecindario se percata que uno de los chicos es del barrio, allí se origina una resistencia ante tamaño atropello”, cuenta Daniela.

“Este chico golpeado es menor de edad y sobrino de Roque, nuestro compañero fotógrafo de La Poderosa. Una vez que el pibe ingresa a su casa, prefectura lo hace detrás y sin ninguna orden comienza a golpear a los familiares, incluido al compañero que intentó filmar lo que estaba sucediendo. En el lugar había muchos pequeños que hasta el día de hoy se levantan sobresaltados de la cama mirando la puerta con un terror notable preguntándole a su mamá si van a entrar a pegarles nuevamente”, enfatizó.

La garita que suele ser el lugar elegido para propinarles todo tipo de epítetos descalificativos a los habitantes de la villa, sería nuevamente el escenario de una detención arbitraria. “Fueron víctimas de insultos y golpes de toda índole. Si bien actuamos rápido para denunciar esto y se logró su liberación, son marcas imborrables que quedan en nuestros corazones. Lo que ocurre en los barrios populares es insostenible, nuestros pibes están a merced del aparato represivo del Estado de manera constante”, concluyó.

La resistencia villera seguirá su curso, la transformación y el empoderamiento de los pibes no cesará, porque el avance sostenido de los paladines del odio racista solo puede ser detenido solidificando la empatía y el compromiso.

La Garganta Poderosa le responde con un comunicado a la Ministra Patricia Bullrich

«CARTA DESPEDIDA A PATRICIA BULLRICH»

Señora, con todo respeto, acá, entre nosotros, ¡se nota mucho! Desde siempre, nuestras villas padecieron todo tipo de avasallamientos policiales, históricamente cubiertos por ese manto de silenciamiento que defendieron a sangre y fuego, pero se acabó. Tanto nos callaron, tanto nos mintieron y tanto nos mataron, que un día decidimos poner todas estas gargantas al servicio de nuestra verdad. Y sí, porque lo denunciamos desde siempre, hoy salimos a gritar que nunca padecimos algo igual, que jamás imaginamos un tiempo de semejante terror, que nunca en la vida estuvimos peor. Ya nos torturaron amigos, hijas, hermanos, vecinas, ¿cuánto miedo necesita para secar tanta sangre?

Todas las redacciones recibieron ayer, en el más insólito Día del Periodista, un llamado a conferencia de prensa, «para desenmascarar la mentira de La Garganta Poderosa sobre la acusación a Prefectura por los hechos de la Villa 21-24», en serio, se lo juramos, ¡de verdad! Negados a subestimarla, entendimos automáticamente que se trataba de un fake, una cuenta de mail trucha, que tiraba humo tan sólo para dejarla en ridículo, mientras decenas de comunicados en repudio a sus amenazas copaban toda la red.

Pero no, Ministra,
¡era usted!

Justo usted, que hoy mismo tiene procesados a 6 prefectos con prisión preventiva, por las torturas a Iván y Ezequiel, dos compañeros con el coraje suficiente como para sentarla en el banquillo por primera vez. Justo usted, que nunca publicó un comunicado para explicar ninguno de los asesinatos perpetrados por sus subordinados, cada 23 horas. Justo usted, que hoy debería justificar los 8 casos de torturas con prácticas sistemáticas, asentados en Procuvin, durante los últimos dos meses. Justo usted, que nunca pisó el barrio para escuchar a las decenas de familias acalladas bajo amenazas. Justo usted, que acaba de recibir hace 24 horas la interpelación del Comité por los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, por las denuncias que presentamos cuando nos convocaron a Ginebra. Justo usted, que la última semana recibió una intimación del TOC9, para que Pablo Noceti no evadiera la responsabilidad de la Prefectura en este operativo que primero intentaron soterrar. Justo usted, que acaba de recibir una lección demócratica en las mismísimas páginas del diario La Nación, donde Roberto Gargarella decidió correrse con dignidad de una línea editorial, que se cae como una pared.

¡Justo usted!

Ahora bien, hablemos del «desenmascaramiento» de nuestra «mentira», un título rimbombante, amenazante y descarado, como gancho para otra berreta operación de prensa sustentada en la complicidad de corporaciones amigas. ¿Todo ese bombo para exponer el recorte arbitrario de una pelea entre dos pibes y un prefecto, al margen de la razzia? ¿Eso debiera matizar una cacería ilegal con decenas de agentes violando todos los protocolos de Seguridad? No entendemos, por favor, explíquese mejor: usted nos está diciendo que, si ese tumulto no hubiera sido promovido por sus uniformados, ni arengado por las humillaciones clásicas de sus verdugos, ¿entonces esas imágenes estarían justificando el tremendo operativo clandestino que todos vimos? A ver: nosotros, señora, denunciamos las lesiones a dos seres humanos que dormían en su domicilio, torturados y secuestrados por un grupo de tareas que se desprendió la identificación premeditadamente, como lo demuestra el video que se olvidó de comentar. ¿No sería mejor desenmascarar a los torturadores? Nosotras, señora, denunciamos el abuso sexual de sus hombres a nuestra compañera Jesica, adentro de su casa. ¿No sería mejor desenmascarar a los abusadores?

Vamos a suponer que no,
para no perder su costumbre.

Pues bien, ahora debería usted citar a una nueva conferencia para «desenmascarar al Relator Especial sobre torturas de la ONU», Nils Melzer, que visitó la Villa 21-24 hace menos de dos meses y celebró mediáticamente la necesidad «vital» de nuestro Control Popular a las Fuerzas de Seguridad. Una vez terminada, podría convocar a otra conferencia para «desenmascarar a la Justicia», que no sólo sobreseyó a nuestros compañeros en tiempo récord, sino que además tiene la orden de investigar a todos esos fantasmas con escopetas. Una vez terminada, tendría que convocar a otra conferencia para «desenmascar a los Prefectos», que no denunciaron jamás esas lesiones, ni ese robo que intentan anexar como últimos manotazos de ahogados. Una vez terminada, bien valdría llamar a otra conferencia para «desenmascarar a los diputados españoles» que también vinieron a la Villa 21 y dos semanas después nos llevaron al Parlamento Europeo, por las violaciones a los Derechos Humanos. Y una vez terminada toooda esa epopeya del embarramiento mediático que intenta disipar su inminente realidad jurídica, entonces sí, la exhortamos a revisar su propia conciencia, para contestar más amablemente nuestra denuncia, sin tanto cinismo…

Llame a otra conferencia nomás.
Y presente la renuncia, ¡ahora mismo!