MIéRCOLES, 06 DE NOV

Rosario Sin Secretos: la Renom-brada galería y el arte de auyentar palomas

Dicen que los pasos van donde el corazón los lleva. En nuestra curiosa travesía urbana llegamos hasta el 916 de peatonal Córdoba, donde hace más de medio siglo funcionó una importante galería de arte.

 

Hoy, los que recorremos la ciudad en búsqueda de su historia, miramos con otros ojos el ámbito que habitamos y nos habita.

Así, mitad curiosidad, mitad investigación, vamos redescubriendo sitios emblemáticos que fueron parte de nuestro gran acervo cultural.
Donde hoy funciona una gran ferretería que ofrece, entre muchos productos, cuervos y pinchos como creativo arte para auyentar palomas, estuvo la Galería Renom.

Fundada por Rómulo Renom, el mismo que había sido gerente de la mítica Witcomb (Alejandro, el inglés que se asoció con el fotógrafo portugués José Christiano de Freitas Henriques Junior y en 1918 pusieron en la Casa Blanca de Casildo de Souzas, justo enfrente, Córdoba 911), fue el lugar que dio marco de exposición a prestigiosos artistas plásticos.

Un día como hoy, que también cayó en miércoles, de 1974, y ya bajo la dirección del hijo de Rómulo, Eduardo, y Julio Rico, la prensa, que a la peatonal la nombraba como Vía Córdoba, anunciaba la exposición del querido y recordado pintor de las islas, Raúl Domínguez.

El cronista destacaba «la versación del artista sobre el motivo que gusta trasladar a sus telas que no es otro que la reproducción de la hirsuta naturaleza que caracteriza a aquel medio y donde el agua del río y los elementos vegetales, además de ciertas incorporaciones debida a la mano diligente del hombre, poseen la suficiente atracción como para justificar plenamente esa permanente adscripción a su descripción pictórica». (Lectores, ¡ya pueden respirar!).

No conforme con el abigarrado relato, el periodista especializado, 50 años atrás afirmaba: «como nuevas notas de este inventario islero pueden mencionarse «Estero» y «Pajonal», además de Sandial -fuera de catálogo- donde el autor renueva su poder cromático y el ángulo de su visión en otras tantas notas que difieren del detallismo aplicado a la construcción de la mayoría de las imágenes de su muestra».

Y dejaba para el final lo más importante: que Raúl Domínguez había sido invitado por la Universidad Popular de Munich y el Instituto de Estudios Riojanos de España para visitar, en 1975, ambos países.

Si fue o no, no lo sabemos. Seguramente en el fantástico blog de Arnoldo Guarino, encontremos la respuesta.

Lo que sí sabemos y lamentamos profundamente, es que luego del fallecimiento de la hija del pintor, la incansable Graciela Domínguez, el maravilloso Museo de las Islas, en dependencias de la Estación Fluvial, permanece cerrado y abandonado.

En conclusión, y luego de este viaje en el tiempo, esperamos que las autoridades competentes tomen debida nota de esta circunstancia ante nuestro inminente Tricentenario.

Museos como este preservan la historia, la cultura y la memoria de nuestros orígenes.

En cualquier lugar del mundo, y con mucho menos, se llenan catálogos de interés turístico en esta industria sin chimenea que suma importantes recursos económicos y crea innumerables fuentes.

Formulamos votos para no estar frente a un evitable e innecesario patrimonicidio.

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