Por Alejandro Maidana

Las ciudades ribereñas del Paraná Inferior (Departamento San Lorenzo, Santa Fe) constituyen un territorio privilegiado del sector dedicado a procesar y exportar la producción agrícola de Argentina. Con una historia previa vinculada a la industria pesada (refinería de petróleo, petroquímica, química) que hizo de estas ciudades uno de los “cordones industriales” del país, en el nuevo siglo se convirtieron en uno de los complejos agroindustriales y exportadores más importantes del mundo.

Varias de estas mega construcciones se localizan en zonas linderas o ganadas a barrios de las ciudades, con intervenciones de gran envergadura, que bloquean el acceso al río y transforman drásticamente el ambiente y el paisaje ribereño. Las mismas fuerzan a los territorios y sus habitantes a adaptarse a la forma de organización de la producción de las empresas y no al revés.

 

La injerencia de los años 90 sigue más vigente que nunca, el modelo neoliberal continua sumamente anclado en la médula económica de un país que profundiza un modelo extractivista socio de unos pocos. Meses atrás y gracias a un encomiable trabajo realizado por el Taller Ecologista de Rosario, arrojó que, a lo largo de 40 km, el 75% de las costas se encuentra en manos de capitales privados.

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El área de estudio comprendió las localidades de Timbúes, Puerto General San Martín, San Lorenzo, Fray Luis Beltrán y Capitán Bermúdez en el departamento San Lorenzo, y Granadero Baigorria del departamento Rosario, todas ellas ubicadas sobre la costa a lo largo del Río Paraná en la provincia de Santa Fe.

 

Allí, las problemáticas que atravesaban a quienes habitan estos lugares, eran coincidentes entre sí. La falta de acceso al río, el transitar continuo de camiones, polvillo en suspensión, y todo lo derivado al estilo de industrias que predominan, se repetían una y otra vez en las voces de aquellos que no se resignan a hipotecar sus derechos pese a la abominable diferencia en torno a la correlación de fuerzas.

La matriz agroexportadora y su agenda que todo lo puede, una sangría de recursos que se van a través de las vías abiertas de América Latina. La devoción por una moneda extranjera que ha demostrado con creces no poder zanjar la deshumanizante deuda interna, ya que la ilegitima y externa, sigue siendo a lo largo de la historia la que se impone a fuerza de sangre y dolor.

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Pero, ¿conocemos a ciencia cierta lo que transportan los barcos de gran porte? ¿Tenemos una mínima idea de lo que tributan y hacia dónde se dirigen? ¿En cuántas manos está el grueso de la tierra productiva de nuestro país? ¿Es viable un modelo de producción garante del hambre y la exclusión? Preguntas que adeudan respuestas, y es allí donde el sector político demuestra a las claras que, en esta democracia atada con alambres, siguen gobernando para las corporaciones.

Resistir aferrado a la memoria y la dignidad: la lucha de un vecino por no sucumbir ante los bajos instintos de una empresa

Luis Lamas tiene 77 años, y hace 70 que vive en el mismo lugar. El barrio lleva como nombre 2 de abril, su casa, abrazada por los árboles y el verde césped, resiste estoicamente ante los embates de la impiadosa industrialización de la zona. Carlos Hunzinger y el río, allí donde la histórica “Bajada García”, quién hace referencia a una emblemática familia de pescadores, lucha por no perecer ante la amenaza privatista.

La zona dista muchísimo de la que supo ser unos 25 años atrás, el paisaje aparte de ser claramente otro, muestra de manera explícita como aquella inmejorable vista al río que hacia las delicias de pescadores y vecinos, hoy solo es una pintura perdida en el rincón más vago de los recuerdos. La imposibilidad que tiene la población de acceder al río, es obra de quienes ostentan el poder político, los únicos responsables a la hora de otorgar el permiso de uso de suelo para usufructo empresarial.

Molinos Río de la Plata, firma con enorme anclaje nacional e internacional, fundada por Bunge & Born y quién en la actualidad preside Luis Pérez Companc, opera en la zona hace más de dos décadas. Nada ha quedado por comprar u ocupar (a como dé lugar) en la zona de costas por esta empresa, por ello, y ante el avance del apuntalamiento de las barrancas y de las maquinarias, la incertidumbre de un grupo de vecinos ha ido en aumento.

El temor de que Leonardo Raimundo, el intendente de San Lorenzo, le haya entregado esa zona de costas a Molinos encendió la alerta de quienes conocen el accionar inescrupuloso de una firma que no pide permiso. La Bajada García que se encuentra en la parte sur de San Lorenzo podría estar en riesgo, territorio público que podría pasar a manos privadas, nada nuevo bajo el sol de aquellos que resisten, y de quienes solo se movilizan por los negocios cualquiera sea el costo.