Por Alejandro Maidana

La historia de Aquiles atraviesa una lucha tan estoica como digna. Dueño de una entereza sin igual, este pequeño gigante sigue batallando contra una enfermedad terrible a la cual viene acorralando.

Sebastián y Ana Fátima, su padres, no bajaron jamás su brazos pese al avance sostenido de una burocracia asesina que escudada en los perversos intereses del mercado, intento de todas las maneras posibles desalentarlos.

Hoy Aquiles evidencia una mejora alentadora, si bien el tratamiento comenzó de manera tardía, puede mover sus manitos y piecitos al igual que se cabeza.

La única lucha que se pierde, es la que no se abandona, y este niño maravilloso jamás renuncio a la misma.