Este domingo 28 de junio se celebró el Día Internacional del Orgullo Lgbt (lesbianas, gays, bisexuales y trasnsexuales) y por ello hubo actividades en muchas ciudades del mundo, aunque esta vez en Rosario se suspendió debido al pronóstico de mal tiempo, según lo indicaron miembros del movimiento también denominado del Orgullo Gay.

Habitualmente, estos actos procuran exhortar a la comunidad para que en su seno se conforme una sociedad que respete cada vez más la diversidad y la igualdad de derechos.

La conmemoración cumplió 46 años desde que miembros de la comunidad homosexual se enfrentaron a la policía en un bar de encuentro, de nombre Stonewall, sito en la ciudad Nueva York.

Cristian Miranda, integrante del citado colectivo y referente de la agrupación Putos Peronistas fue entrevistado para la ocasión por Conclusión y al respecto dejó algunas consideraciones.

¿Cómo nació el movimiento del cual formás parte?

Fue a partir de la denominada Revuelta de Stonewall, que surgió cuando la homosexualidad estaba penada hasta que en un momento, las maricas se pararon frente a la policía que los perseguía y les pegaba, les hicieron frente y los hicieron retroceder. Y uso justamente el término marica porque son las más combativas y elocuentes y siempre terminan portando la lucha.

Y así todo el movimiento tomó esa bandera siempre en pos de luchar contra aquel Estado que desconoce la cuestión de derechos que no son sólo civiles, sino que diría son derechos humanos, porque tenemos derecho a tener los mismos derechos que las identidades heterosexuales para poder adoptar, ser padres y compartir con tu compañero o tu compañera de vida la obra social o la posibilidad de heredar y demás derechos civiles.

¿Qué opinión te merece la paliza que denunciaron le dio la policía a la militante por los derechos trans, Michelle Mendoza en Avenida Francia al 5300?

Lo que sucedió con Michelle forma parte de lo que sucede en la provincia, en la que tenemos un gobierno que hace 8 años que está y liberó a la policía a sus propias directivas y a su propio gobierno.

Está claro que en la constitución provincial es el gobernador el que debe ser el jefe de la policía y la verdad es que se han vulnerado derechos, como por ejemplo el de las mujeres. Tiene mucho que ver la connivencia que hay con el narcotráfico. Con eso hay para hacer dulce.

Hay connivencia entre una policía que sigue con las prácticas represivas heredadas de las dictaduras militares con el narcotráfico y además, un gobierno que da el visto bueno a esto porque también hace caso omiso a un montón de denuncias.

¿Qué rol deben cumplir las organizaciones Lgbt en todo este contexto?

Cuando como sociedad conquistamos derechos, nos volvemos una sociedad más democrática, más inclusiva.

En ese contexto, nosotros profundizamos nuestra identidad constituida en los derechos humanos y eso es lo que nos permite enfrentar a estas fuerzas que aún están colonizadas culturalmente con la idea de la represión que arrastran de las dictaduras militares.

Estas luchas seguirán en tanto haya Estados como el de esta provincia, que no tomen parte en las luchas, no tomen la defensa de las minorías y dejen librado al azar, por ejemplo, el actuar de las policías provinciales.

Pero el colectivo Lgbt también tiene que hacer una profunda revisión sobre lo que ha sido su relación con respecto a los Estados y con respecto a la sociedad, porque también nosotros heredamos de los ’90 a nivel local, aunque sucede en todo el mundo, esta cuestión de las Ongs que viven subsidiadas por el Estado, porque cumplen una función donde el Estado no llega y en realidad terminan encerradas en un propio laberinto que por recibir aportes económicos de los Estados, terminan siendo funcionales a ellos.

Sabemos que los Estados en manos liberales no son lo mismo que si están en mano de procesos democráticos, nacionales y populares, como los que se vienen dando en Latinoamérica en estos últimos quince o veinte años.

Por eso, me parece que en nuestras organizaciones también tenemos que hacer una revisión histórica para ver dónde estamos parados y por dónde va nuestra lucha. Si va hacia la conquista de derechos civiles para algunos, o va hacia una emancipación real.

Creemos que hay que tender puentes entre todos los espacios planteando el eje en aquellos lugares en los que está la mayor vulnerabilidad, adonde están los sujetos de derechos vulnerados. Ahí reside nuestra identidad de lucha porque no puede haber una lucha que no esté asociada a las personas que están siendo perseguidas por el autoconsumo de cannabis o junto a las mujeres que sufren muertes porque no pueden realizarse un aborto en condiciones legales, o donde haya trabajadoras sexuales a las que les roban lo que ganan.

En síntesis, tiene que ser mucho más amplio el registro de vulnerabilidades porque por ahí pasa la lucha que debemos seguir.

¿Por qué tu organización de origen se llama Putos Peronistas?

Nos llamamos Putos Peronistas porque fue la resultante del encuentro de un espacio de pertenencia que nos identificaba.

Yo venía de militar en el peronismo, pero nunca había militado la diversidad porque no me sentía identificado porque decían que era gay y cuando escuchaba esa palabra sentía que era una expresión estadounidense, muy yankee, muy planteada desde los ’90.

Por otra parte, homosexualidad me parecía un término súper patológico porque estaba puesto por una inclinación sexual planteada por el ámbito médico, así que tampoco me sentía homosexual. Y puto, era el discurso con que sobre todo en las barriadas pobres nos llamaban.

Te decían ¡eh puto, puto, puto!, como término utilizado para identificar a un temeroso, y nosotros ahí reformulamos la idea y nos planteamos: ‘Si, somos putos ¿y que?,  es nuestra identidad, nos gustan los hombres, si’.

¿Qué?, ¿además no podemos hacer política militante?, ¿no podemos trabajar en un trabajo digno?, ¿no podemos llevar los destinos de diferentes situaciones o liderar espacios de discusión política?, nos preguntábamos.

Por todo eso nos pareció interesante fusionar esta idea de ‘puto’ que se pensaba, que estaba instalada desde una derecha conservadora y que terminó haciendo mella en los sectores más humildes, con el hecho de que también somos peronistas.

Allí empezamos a representar la idea de que somos putos y que también somos peronistas, porque los peronistas, históricamente, están constituidos y le dan identidad al peronismo por estar junto a los que menos tienen, a los humildes, a los que tienen sus derechos vulnerados, junto a los que son perseguidos u oprimidos.

En resumen, somos eso y no había mucho lugar para la discusión. Somos putos, peronistas y queremos ser parte de este movimiento político de emancipación y de liberación nacional, con nuestra sexualidad, con nuestra identidad, luchando codo a codo con los demás por una patria libre, justa y soberana.